LA CAMPANA – CONCEJO DE LA MATA (CÁCERES)
Sep 24 2018

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

La campana y Concejo de la Mata.

A principios del siglo XIV, en medio de una serie de señoríos que pretendían apoderarse de todo el Campo Arañuelo (los Almaraz, Monroy, Zúñigas, Oropesa, Alba, Peñaranda y Serrejón), para evitarlo, la ciudad y obispado de Plasencia fundan el “Sexmo” de Plasencia y dos “Campanas” –las de Albalat y de la Mata–: un Concejo de alquerías dependientes de dicha ciudad.

En nuestro caso, en torno a la iglesia que construyen junto al arroyo Santa María: Santa María de la Mata (actuales ruinas de San Gregorio), en el cruce de la autovía con la carretera a Peraleda y Guadalupe. Esta peculiar institución, promovida por la iglesia, tenía como fin potenciar la repoblación, evitar la usurpación de tierras por parte de los señores y emanciparse de la Mesta.

Al principio estaba compuesta por Navalmoral, Santa María de la Mata (sede matriz, fundada junto a una mata de encina, donde según la leyenda se apareció la Virgen), Valparaíso, Torviscoso y Malhincada (despoblados ya los tres últimos). Más tarde se incorporan Millanes y Peraleda. El primero y los tres últimos, siguen portando el apellido “de la Mata”.

Así pues, la Campana fue una institución medieval promovida por la Iglesia que, al querer atender espiritualmente a la población pastoril dispersa, buscando un nexo de unión entre ella, instituyó parroquias rurales (allí acudían cada domingo sus vecinos, para los actos religiosos y c civiles).

La Campana cumplía, pues, una doble función cívico-religiosa: ya que, además de parroquia, era Concejo. Gradualmente, las primitivas y pequeñas alquerías irían creciendo, convirtiéndose en pueblos (con iglesias). Pero el trasfondo continuaba similar. Perdurará hasta mediados del siglo XIX (1855), como expondremos.

La característica más significativa era la disposición de tierras, dehesas y ejidos por parte del común de vecinos que disfrutaban, además, el privilegio de exención de impuestos para los recién casados o avecindados (como ayuda). Así como potenciar la repoblación, evitar la usurpación de tierras por parte de los señores y emanciparse de la Mesta. Plasencia las ayuda con tierras, dehesas y ejidos; y su economía será, básicamente, agropecuaria.

En base a unos cultivos por pequeños agricultores, que se repartían lotes de esas tierras comunales a cambio de un pequeño pago; y aprovechamiento ganadero doble: parte de las bellotas y pastos eran arrendados por el Concejo a ganaderos forasteros; mientras otros lotes son disfrutados por los vecinos del Arañuelo, comunalmente, aportando un número escaso de cabezas de ganado por familia, que son custodiados por un pastor común contratado. Las dehesas boyales se destinan a las yuntas de labor (bueyes en su mayoría, de ahí su nombre), donde pastaban gratis.

Su organización se basaba en lo siguiente: cada una de por si es Villa, pero todas juntas se consideran una sola y constituyen una vecindad, una justicia igual y un gobierno; sus aprovechamientos son comunes y su jurisdicción se ejerce de este modo: por cada alcalde en su villa, dentro del pueblo; y, para los temas generales o comunales, actuarían de acuerdo con el asunto.

A pesar de los numerosos impuestos (la Corona, ciudad de Plasencia, Iglesia, abusos de los Corregidores, del propio Concejo o Ayuntamientos, etc.), la nota destacable era la igualdad generalizada entre los vecinos, la ausencia de clases sociales importantes en estas localidades.

Las referencias a toponimias edafológicas y agrarias (nava, valle –val–, mata, peral, moral, torvisco) o ganaderas («millanes» y “millares”) son lógicas. Y la influencia de la gente del sur de Ávila, así como del sector talaverano, está fuera de toda duda.

En 1636 logran la exención de Plasencia, adquiriendo el título de Villas. Y más tarde se generaliza la Romería de San Gregorio (de ahí su actual nombre) cada 9 de mayo.

Progresivamente, desaparecen Valparaíso (por los portugueses, en el Guerra de Sucesión: 1701-1713), Malhincada (su propio nombre lo indica, en un paraje palúdico junto al arroyo Santa María) y el núcleo matriz (por similares causas que la anterior). Y, aquellas primitivas tierras comunales, unas se van repartiendo entre los diferentes municipios, pero otras proseguirán de aprovechamiento común:

Las dehesas más alejadas, con un aprovechamiento cerealístico y ganadero (según los suelos), leña, carbón vegetal y corcho, se repartían entre tres estamentos:

. Unas eran propias de cada Villa (conseguidas, generalmente, tras el reparto de baldíos de finales del XVIII) o a través de adquisiciones particulares): Millanes tenía el Ejido de Millanes. Navalmoral disfrutaba de Casasola, La Hilera, Dehesa del Matadero, Dehesón, Ejido Chico, Ejido de la Jara, El Fondón, La Chaparrera, Buenavista-Las Mojeas, Horco y El Turuñuelo. Torviscoso tenía su Dehesa y el Ejido Gallinero.  Peraleda poseía La Pasada, Cerrillo, Lugar Nuevo, Miramontes y La Mata (entre las principales).

Otras eran comunes del Concejo de la Mata (o sea, en común de los cuatro pueblos, desde que se creó la institución), que poseía las siguientes propiedades: el Ejido Grande de Malhincada, Cerrocincho y parte de El Berrocal.. Y las había Comunes a Millanes y Navalmoral: Dehesa de Abajo, Dehesa Nueva, Dehesa de Arriba, Cancho Redondo, Casarejo, Ejido Nuevo, parte del Berrocal y Raygosillo.

Con la evolución histórica se producen unos cambios que afectaron, también, a la economía y usufructo de la tierra, ya que los terrenos próximos a las localidades pasaron, poco a poco, a mano de particulares, vendiéndose en pequeños lotes o huertos (que aún se conservan), y que dedican al cultivo de cereales, olivos (de esta época, como adelantaba, proceden la mayoría de ellos), legumbres y productos de autoconsumo.

Pero en 1855 desaparece la Campana de la Mata: «por no tener sentido (doble administración), reunirse en un despoblado (Santa María de la Mata) y asistir sólo algún alcalde y secretario (que se aprovechan de los contratos)». Delimitándose los términos de los cuatro pueblos que quedaban.

En 1851 se inician los trabajos, para partir las tierras comunales y distribuirlas entre los diferentes municipios que formaban la Campana de la Mata. Culminando a finales de 1855, cuando se efectúa la Desamortización de Madoz, desapareciendo para siempre el Concejo de Santa María de la Mata, que queda de este modo:

Navalmoral consigue del Concejo el Ejido Gallinero, gran parte del Ejido Grande y parte del Berrocal; y, de las comunes con Millanes recibe la Dehesa de Abajo, Dehesa Nueva (o Boyal), Dehesa de Arriba (parte), Ejido Nuevo, parte del Berrocal y Raygosillo. A cambio, Peraleda de la Mata obtiene Torviscoso (con parte del Ejido Grande) y Cerrocincho. Y Millanes recibe gran parte de Casarejo, Cancho Redondo, parte de la Dehesa de Arriba y del Berrocal).

Millanes no está conforme, pues sólo recibe el 10 % de las tierras comunes con Navalmoral, mientras que ésta recibe el 90 %; ya que se repartió conforme al número de habitantes de cada Villa: Navalmoral tenía 872 vecinos y Millanes 70. Esta reclamación de Millanes duró hasta bien avanzado el siglo XX: en abril de 1920 finalizó la delimitación de los términos entre Millanes y Navalmoral. Recuerden que la famosa fuente del “Caño de los Herreros”, hoy de Millanes, la hizo el ayuntamiento de Navalmoral.

Con la citada Desamortización, casi todas esas fincas fueron adquiridas por nobles, burgueses y espabilados (notarios, como Urbano González Corisco; o agentes de negocios, como don Antonio Concha), desapareciendo el primitivo régimen de “tierras de propios” (de cada municipio) y “comunales” (de la Campana).

La idea era correcta (que las tierras pasaran a manos de los campesinos), pero los resultados catastróficos: si exceptuamos algunos casos en Bohonal, Talaverilla, Valdehúncar y pocos más, el resto fue a parar a los capitalistas citados, que eran quienes podían comprarlas. Y, por si fuera poco, muchos municipios (Navalmoral, Peraleda, Montehermoso, etc.) invirtieron el dinero percibido (el 80%, pues el resto se lo quedaba la Corona…) en el ruinoso ferrocarril Plasencia-Astorga.

Y, de aquel modélico sistema, ya sólo quedan en pie algunas piedras en torno a lo que fue su núcleo matriz, Santa María de la Mata. Sin que ninguno de sus tres ingratos hijos se haya preocupado de que se mantenga en pie la casa de su madre: se emanciparon y despreocuparon de ella…

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