SEGÚN RELATA EL CRONISTA OFICIAL DE MURCIA, ANTONIO BOTÍAS «ESTA TIERRA ES UNA DE LAS QUE MÁS MISTERIOS ATESORA DEL PAÍS»
Crímenes sin resolver, leyendas y misterios de la Catedral de Murcia espíritus que retornaban del más allá «y hasta el mismísimo Drácula, que desembarcó en Cartagena, como se creía en la época», conforman un auténtico retablo de miedo.
La noche de Todos los Santos siempre fue costumbre en Murcia que las familias se reunieran para dar cuenta de palomitas de maíz cuando ya caía la tarde y resultaba inevitable que se recordaran historias remotas que tenían como protagonistas a los difuntos, a las que se sumaban otras leyendas murcianas, según relata a Europa Press el cronista oficial de Murcia, Antonio Botías, quien añade que «esta tierra es una de las que más misterios atesora del país».
Entre estas leyendas destaca la historia de La Mora o la campana de los Moros, una de las más antiguas de España, y que se encuentra en el Museo de la Catedral, aunque siempre estuvo en la torre. La más vieja si tenemos en cuenta la inscripción: en 1383.
Los historiadores, según la costumbre extendida, no se ponen de acuerdo en explicar por qué a esta campana se la llamó La Mora. La campana lleva inscrita la siguiente leyenda en latín: «Ecce signum, fugite partes adversae, vicit leo de tribu Judá, radix David. Aleluya».
Su traducción, más o menos libre, viene a ser: «He aquí el signo (de la cruz). Huid enemigos (del alma, mundo, demonio y carne). Vence el león de la tribu de Judá (Nuestro Redentor) Cristo», cuenta Botías.
La leyenda se fundió en la campana a modo de exorcismo, para espantar del reino malos espíritus, epidemias o calamidades naturales. Para reforzar esta teoría y la intención de los fundidores, la campana muestra también una estrella de cinco puntas, el legendario pentagrama de la Estrella de David, utilizado desde los sumerios como símbolo protector.
No lejos de la campana, que se exhibe en el Museo de la Catedral, se encontraba, en un balcón interior de la capilla de los Vélez, un esqueleto que reía, según la leyenda porque así lo mando esculpir el marqués Pedro Fajardo para que se burlara del obispo de Cartagena, después de que ambos llegaran incluso a las manos por una discusión acerca del destino de las limosnas. El noble fue incluso excomulgado. Hace unos años, el esqueleto desapareció sin que nadie sepa dar cuenta de su paradero.
La que se mantiene en su lugar es la llamada Virgen de las Preñadas murcianas, una imagen a la que se encomendaban las mujeres encintas. La leyenda recuerda que fue una árabe, casada con un cristiano y enfurecida por el desprecio que se le hacía en Murcia, la que ante esa imagen exclamó: «¡Maldito el fruto de tu vientre!». Con el tiempo, la musulmana quedó embarazada y, ya superados con creces los 9 meses, soñó que no daría luz hasta que se disculpara ante la imagen. Así lo hizo y desde entonces se considera esta talla patrona de las preñadas.
Frente a las tormentas también existen numerosas supersticiones. Aún hoy, en algunos rincones de la huerta y el campo de Murcia hay quien invoca a Santa Bárbara cuando el horizonte se enciende con algún rayo.
Y no son las únicas precauciones. Arrojar puñados de sal al suelo, o hacer con ella una cruz en la puerta, colocar tijeras con las puntas señalando al cielo y cerrar puertas y ventanas para evitar las corrientes de aire, son cautelas que han aguantado el paso de los años.
Incluso, afirma, «hace algunos siglos era peor, ya que existía la creencia de que las tormentas de verano también afectaban a labores cotidianas, como era amasar pan o hacer queso. Y también enloquecía a las gallinas, cuyos huevos no cuajaban en pollitos».
En algunas zonas se encendían las velas que se habían utilizado en la ceremonia del Jueves Santo. Y, por encima de todo, sólo el toque de los conjuros calmaba el ánimo de los más asustadizos.
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