LA “CANTINA ESCOLAR” MORALA
Jul 31 2017

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

¡Ojo!, que no se trataba de ningún bar instalado en el colegio con el fin de estimular el «botellón», sino de algo muy serio. Veamos:

Con ese término nos vamos a referir a una interesante institución que se creó a nivel nacional –aunque la gestión quedaba en manos de los municipios– durante la etapa republicana (1931-1936), con varios y valiosos objetivos: proporcionar una alimentación adecuada a los niños en edad escolar, especialmente a los más necesitados; a la vez que se favorecía la convivencia entre ellos, el ahorro, compañerismo, ayuda a los demás, valores sociales, vacaciones, etc.

Me explico: dadas las carencias evidentes que existían en esa época, cuando la mayoría de las familias no podían proporcionar a sus hijos los más elementales recursos nutritivos, se llevó a la práctica la creación de una especie de comedores escolares que cumplieran con esos fines. Dado que la situación a nivel local y nacional era muy crítica, para poder sufragar los elevados gastos originados se utilizaron los más variados medios: entre los que se incluía la venta de diversos productos, de donde derivó el citado nombre de «cantina escolar» (como pueden ustedes imaginar, le podían haber puesto otro; pero ése fue el que le adjudicaron, y punto…).

Así pues, centrándonos en Navalmoral de la Mata, tras una programación previa y apertura en el año anterior, en enero de 1935 se consolida y establece su sede en el primer colegio que se creó en la localidad (1928-1931), el entonces «Urbano González Serrano»: posterior colegio «Primo de Rivera», popularmente conocido como «colegio de la Vía»; que en noviembre de 1976 se convierte en «Escuela Hogar», mixta, en régimen de internado; hoy Residencia de Enseñanza Secundaria (adscrita al IES “Zurbarán” para los alumnos que proceden de lejos del municipio). Pero tardaron en inaugurarla oficialmente: el 15-III-1936, cuyas imágenes mostramos.

La administración local de la misma era ejercida por los estamentos principales que intervenían en la actividad escolar (y digo local, pues existía un Patronato que coordinaba esta actividad a escala nacional): maestros (con su director, don Fernando Flores Muñoz, a la cabeza), padres (había una asociación parecida a las actuales AMPA, que elegía a unos representantes en esta tarea), alumnos (que también nominaban a una especie de «delegados»), Ayuntamiento (a través de un concejal nombrado a ese fin) y otras «fuerzas vivas» del municipio. Contrataban al personal necesario (cocinera, limpieza, etc.), y colaborando ellos mismos en esa noble tarea.

Allí comían los niños que así lo deseaban (sus padres), siendo su aportación diferente en cada caso:

. Aquellos que pertenecían al sector de los más favorecidos, que eran minoría entonces, abonaban el importe de su comida «a precio de coste» (o con un ligero «recargo», ya que este sistema se planteaba como un valioso corrector de diferencias sociales…).

. Los más necesitados no pagaban (como las “becas de comedor” actuales). Y, para financiar el importe de su comida o del personal y material que intervenían en el proceso, se usaron diversas e inteligentes fórmulas, como las aportaciones del Estado (una especie de «becas», concedidas por el propio Patronato o por las instituciones relacionadas con él: por ejemplo, en marzo de ese año 1935, el Director General de 1ª Enseñanza concede 2.000 pesetas de subvención con ese fin; y, en octubre, vuelven a donar otras 1.500 pesetas), de los padres (de acuerdo con las disponibilidades de cada uno), de los propios niños (procedente de sus «pagas» o donativos de familiares, caso de abuelos, padrinos, tíos, etc.), actuaciones de éstos en diversas obras o actividades (teatro, concursos, casetas, festivales…) o de otros colectivos (como el «Moralo F.C.», que celebró sendos partidos con el fin de recaudar fondos con destino a esta bienhechora obra: uno el año pasado, en la Feria de San Miguel, contra el «Gredos F.C.» de Ávila; y otro en agosto de ese año 1935, cuando se enfrentó al Jaraíz F.C.), más un largo etcétera.

Pero, al margen del citado comedor, también tuvo otros fines beneméritos: como el de imitar la «colonia escolar» que fundó la “Junta de Damas” en 1928 a través de la “Fiesta de la Flor” (según expuse en este medio y en su día), que consistía en llevar a veranear durante el estío a los niños necesitados física o económicamente, o afectados por ambas desgracias, a «La Serrota» (Gredos, Ávila), acompañados por el médico local don Urbano Casas (quien empleaba sus vacaciones del Hospital Antipalúdico en esa noble tarea). Habrá quien se extrañe que en régimen democrático plagiaran una actividad fundada durante la etapa dictatorial de Primo de Rivera, pero así fue: no todos los gobernantes son sectarios y rechazan lo desarrollado por ideas contrarias –aunque sean positivas–, como a menudo sucede…

En fin, una gran obra, que los muy mayores aún recordarán (porque lo vivieron…), aunque evidentemente ya quedan pocos vivos. Pero permanece su historia, que yo les narro con toda objetividad para que conozcan las buenas obras de nuestros antecesores, cualesquiera que fueran sus ideas…

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