POR DAVID GÓMEZ DE MORA, CRONISTA OFICIAL DE LA PERALEJA, DE PIQUERAS DEL CASTILLO (CUENCA)
Hasta la fecha, la historia de algunos edificios religiosos que han existido en esta localidad, son un tema de estudio, que debe seguir analizándose a fondo, puesto que quedan muchos interrogantes por esclarecer, tal y como ocurre respecto al origen o fecha de inicio de la construcción del templo parroquial, además de algunas ermitas o espacios de culto, que antaño hubo alzadas a lo largo del término municipal de Piqueras.
Valga como ejemplo las reseñas que podemos encontrar vinculadas con la ermita dedicada a San Sebastián, y que las fuentes del siglo XVIII nos indican que se halla a una distancia del casco urbano “de cien pasos poco, más o menos” (ADC, P-2603).
Ahora bien, por lo que respecta al principal edificio religioso, veremos como sigue habiendo temas de interés, sobre los que siempre hay algo que aportar, siendo este el caso de la zona del templo dónde descansaban los cuerpos de muchos de nuestros antepasados. En este sentido, la capilla creada por García Ruiz Girón de Alarcón durante el siglo XVI, es todo un hito que nos acerca a esos espacios de enterramiento, en el que sin ninguna duda, se encontraba la familia más poderosa que ha habido en la historia de la localidad.
Sabemos que este punto estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, por lo que no es descabellado pensar que el lienzo de la Inmaculada Concepción que todavía se conserva en el templo pudiese tener una relación con sus descendientes.
Durante el siglo XVIII veremos que esta era la única capilla que existía dentro del edificio, habiendo zonas de enterramiento en determinados puntos del subsuelo que se acababan convirtiendo en hitos asociados a un linaje o conjunto de parientes, y que si se podía, acababan emplazándose junto a altares laterales, que ciertamente, nunca alcanzarán la notoriedad e importancia de un espacio singularizado como el que representaba la capilla de los Ruiz de Alarcón, y es que en cierto modo, aquello reflejaba una forma de emular una distinción, que desde el punto de vista social, siempre estuvo presente entre nuestros ancestros, al margen de los beneficios que de cara a la salvación del alma del Purgatorio pudiese comportar el que el cuerpo yaciese ahí, y no en otro lugar del templo.
Sobre los altares laterales piquereños, sabemos que por aquella época había uno dedicado al Niño Jesús en la primera fila de tumbas del costado del Evangelio. Otro se posicionaba en una tarima, estando dedicado al Santísimo Cristo. Igualmente, un tercer punto querido por muchos vecinos, era la primera bancada de la Epístola, por lo que allí se emplazaba un altar bajo la advocación de la Virgen. No obstante, y como estábamos comentando, lo más llamativo y singular desde el punto de vista social, era la capilla de los señores del lugar.
Esta sabemos que se ubicaba en la parte de la Epístola, es decir, en el lado derecho de la iglesia si se mira de frente hacia el altar. Su fundador tenía su zona de enterramiento dentro de dicha capilla “en medio a las sepulturas donde están sepultadas mi señora Dª María, mi hermana y doña Justa mis sobrina” (ADC, fol 1-v, P-2594).
En una visita pastoral a Piqueras que fecha del año 1747, se dice literalmente que “el señor licenciado don Manuel del Castillo Albarañez, abogado de los Reales Consejos, cura propio de la villa de Valverde, examinador sinodal y visitador general de este obispado por el Ilustrísimo señor don José Florez Osorio, obispo de Cuenca del Concejo de su Majestad, estando celebrando visita eclesiástica ordinaria de la parroquia de dicha villa, procedió su merced a la de este libro de la capilla que en dicha parroquial erigió y fundó don Garci Ruiz Girón de Alarcón, cura que fue de dicha villa y en ella dos capellanías sobre el capital de diferentes censos, juros y tierras, y con la carga entre otras, de que los capellanes hubiesen de decir en cada semana cinco misas para lo cual habían de residir en dicha villa, y caso que no quisiesen residir perdiesen las dichas capellanías y se nombrasen por los patronos otros, y si por ser lugar corto no hubiese quien admitiese dichas capellanías o por otros inconvenientes, el patrón que por tiempo fuese dispusiese que los réditos de los censos, juros y rentas se convirtiesen en misas bajados los gastos de la cobranza en los monasterios más cercanos” (ADC, fols. 12 y 12-v, P-2594). Dentro de este volumen se recogen datos interesantes, como el de que en la anterior visita su administrador era don Matías de Barambio y Blanco, cura de Piqueras, así como que por ejemplo, años más tarde, en 1759, el encargado de administrar la capilla y las capellanías era don Manuel Duque (otro cura de la villa).
En este tipo de libros, además de recogerse los gastos y pagos, se especifican las tareas llevadas a cabo para el mantenimiento de los bienes vinculados, tales como los costes que se debían de pagar a algunos peritos o deslindadores para averiguar los límites de algunas propiedades que limitaban con esas fundaciones, así como una serie de labores de mantenimiento como la de “coger langostas”, junto demás servicios.
Obviamente la capilla debía de estar en un buen estado, de ahí que por normal general cada cierto tiempo, se realizaban obras, añadiéndose elementos que permitiesen una mejor conservación del lugar, tal y como podía ser la compra de un nuevo frontal para el altar.
Por otro lado veremos como se recuerda que las capellanías colativas vinculadas con esa capilla bebían de un pasado que nos remontaba al siglo XVI, indicándose según algunas referencias, que su fundación ya se solicita en la generación anterior a García Ruiz Girón de Alarcón, es decir, sus padres y señores del lugar (don Garci Ruiz de Alarcón y doña Guiomar Girón de Valencia). No obstante, veremos por testimonios escritos, como a partir de la generación de su hijo, es cuando empezarán a enterrarse los integrantes de su linaje, y por tanto, asentar de esa forma su poder de manera permanente dentro del templo, gracias a un espacio de enterramiento como al que nos hemos referido, y al que cada vez que los piquereños acudían para ir a misa, veían que estaba ligeramente separado del que tenían el resto de vecinos, siendo de esta forma, una más con la que las élites reafirmaban su estatus y diferenciación social.
FUENTE: https://davidgomezdemora.blogspot.com/2024/01/la-capilla-de-la-inmaculada-concepcion.html