POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
De nuevo tengo que traer a estas líneas a nuestra Reina Isabel, porque es un personaje muy nuestro y porque su enorme figura siempre genera información y temas que nos hacen tenerla siempre presente. Y una vez más, pero ésta muy especial, en la unión de la villa natal, Madrigal de las Altas Torres con la ciudad que atesora sus restos, Granada. Habían organizado una excursión muy especial las asociaciones Amigos de Madrigal y Las Cuatro Ermitas, a visitar Granada y su Capilla Real, a la tumba de nuestra Reina, con motivo de la celebración del 550 aniversario de la boda de los reyes, al decir de algunos historiadores, la boda que cambió el mundo… Así fue como un buen grupo de personas de esas asociaciones y un representante arevalense muy isabelino, se dirigieron hacia el sur con la meta y los ojos puestos en Granada.
Allí fueron recibidos por los capellanes de la Capilla Real con el Capellán Mayor Manuel Reyes presidiendo, y en un emotivo acto Rufino González, presidente de Amigos de Madrigal hizo entrega de un precioso cuadro cerámico con una vista de la villa natal y un verso alusivo. Tras la solemne liturgia religiosa, la comitiva accedió a la tumba de los Reyes Católicos, bajo los mausoleos exquisitos labrados por Doménico Fancelli (1517) que mandara erigir el nieto de la Reina, Carlos, que contradijo el deseo de Isabel de ser sepultada con absoluta sobriedad y trasladada a su finalización desde su inicial sepulcro en San Francisco de la Alhambra. Allí nuestros ilustres visitantes pudieron apreciar de cerca y hasta tocar los sobrios ataúdes reales. Un momento de silencio y lágrimas de emoción que afloraron en más de una mejilla… Una visita privilegiada y un momento único y me consta que todos se emocionaron especialmente por el gran significado del acto. Pocos días antes estaba yo en esos lugares tan importantes para el mundo isabelino y para los que amamos su historia y significado. Desde que escribí mi libro de la Virgen de las Angustias, siempre que vengo o paso cerca de Granada, no puedo por menos de adentrarme en la experiencia de este lugar tan importante e isabelino, como ya reflejé en la columna anterior.
Prácticamente al mismo tiempo en Valladolid, la ciudad en que se celebró la boda real en el palacio de los Vivero, en su Museo Diocesano y Catedralicio que se encuentra instalado eN los restos de la antigua Colegiata de Santa María, junto a la Catedral, se ha realizado un acto más académico pero no menos emotivo, organizado por la Comisión, un espacio precioso e histórico y abarrotado de gentes seguidores y amantes de la Reina para escuchar una magistral disertación sobre lo que estamos celebrando, “Reflexiones en torno al matrimonio de Isabel y Fernando”, a cargo de la Doctora Isabel del Val, de la Universidad de Valladolid, experta y especialista en estos temas isabelinos, reflexiones en torno a la significación histórica de aquel matrimonio y aquellos momentos históricos. Así el público, rodeado de obras de arte no perdió detalle de la magistral conferencia.
Y no tengo más remedio, me gusta siempre que la ocasión se ofrece, recordar este triangulo isabelino que tiene aún mucho que hacer en torno a lo que nos une por Isabel. Un esquema muy simple, pero muy definitorio de este triángulo: La gran Reina Isabel I de Castilla nace en Madrigal en el palacio de Juan II que hoy podemos ver cariñosamente conservado por las Madres Agustinas, a corta edad y huérfana va a Arévalo donde se inicia su cuidada educación en las Casas Reales de los Trastámara, y después de una vida intensa y azarosa, muere en Medina del Campo, en otro Palacio ya desaparecido, recreado en las Casas Testamentarias, donde redactó su Testamento y Codicilo, verdadero manual de humanismo que podríamos denominar el primer tratado de derechos humanos… esa es su gloria. Y una última estampa para recordar, aquella comitiva que trasladó su féretro a hombros de seguidores y frailes Franciscanos… primera etapa, de Medina a San Francisco de Arévalo, una noche de duelo…