POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
Sin ningún género de dudas, el siglo XIX marcó la pauta en la destrucción del patrimonio monumental de nuestra ciudad en toda su Historia. Lamentablemente ha sido así, debido a que tanto el Estado liberal como el sistema caciquil pusieron la ciudad a disposición de la burguesía, dispuesta a realizar cualquier modificación en favor de sus intereses, durante un largo periodo que superó la primera mitad del siglo XX, en el que sustituyeron a los antiguos señores y principales hacendados emigrados en razón a la pérdida de influencia de la localidad, como la supresión de la capitalidad provincial con sus instituciones, la exclaustración de las órdenes religiosas y la supresión del Regimiento Provincial de Betanzos, entre otros factores. Una época marcada por la transformación, sino demolición a cimentis, de monumentos civiles, eclesiásticos y de particulares, como palacios, casonas medievales y la destrucción de elementos fundamentales de sus calles, monasterios e iglesias, al verse privados de sus celosos protectores. Todo ello como consecuencia de haber rendido pleitesía al poder económico en detrimento del móvil ideológico-político que abanderaban, con el vergonzoso resultado de las sucesivas y desgraciadas confrontaciones civiles, fratricidas, desarrolladas en sendas centurias, que pusieron en evidencia la irracionalidad de la guerra.
En esta ocasión vamos a referirnos al derribo de la torre de la Caramona y de los apartaderos del Puente Viejo. En nuestro trabajo La reedificación del Puente Viejo en el siglo XVI (publicado en el programa oficial de festejos patronales de 1997, y en separata por el ayuntamiento), entre otros documentos del legajo 27.178-80 del Archivo del Reino de Galicia, sacamos a la luz el pliego de condiciones que habría de regir la obra, formado por los maestros de cantería Pedro Fernández y Gonzalo Ruiz de Pamanes en 1572, según la traza del ilustre arquitecto Gaspar de Arce “…mahestro de la obra del Señor Santiago…” de Compostela, rematada en 11.040 ducados (4.140.000 maravedís) al maestro Juan de Nábeda, y de la que sería Juan del Campo “… cantero aparejador de la puente…” (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 5, Betanzos 12 de noviembre de 1578, del escribano Juan Pérez Álvarez, del número y ayuntamiento de Betanzos).
El mencionado maestro habría de fabricar a:
“… todo largo de la dicha puente por un nivel asta doçientos y ochenta y cuatro pies de largo, en el qual dicho largo se rrepartiran seis arcos con sus pilares y tajamares segun y como la traza va señalado… los quales dichos pilares tendran a catorze pies de grueso, quarenta y siete desde punta a punta que se entiende el ancho de la dicha puente diez y siete pies y a cada tajamar quinze pies de salida a cada parte… Iten que en el grueso de la dicha puente, en el bivo del segundo taxamar se ará una torreceta segun la traça basentada, la qual llevará dos batientes por mas fuerça de dos puertas, la qual dicha torre tendra de ancho a una parte veynte y cuatro pies y a la otra diez y siete y a de ser cadrada, alargandose de per luengo ganando el quadrado de manera que buelva para rriva en redondo para que se cierre en media naranja y para enpeçar la dicha media naranja a de llevar su friso arquitrave e cornisa por la parte de dentro y por la parte de fuera lo mesmo, ponyendose en cada fronton su candelero y los dos candeleros sean enellos hesculpidas las armas de la çiudad y en el dicho otro candelero, que remata sobre la clave de la media naranja, a de hir hesculpidas las armas rreales…”.
En cuanto a los antepechos o petriles, el maestro Juan de Nábeda “…los hizo de quatro pies de alto y pie y quarto de grueso… machoienbrados lo qual esta mejor e mas seguro…” ( 1,11 por 0,34 metros a razón de 0,2786 cada pie. Remitimos a nuestro trabajo Las Pesas y Medidas de Betanzos, Boletín Brigantium del Museo Arqueológico de La Coruña, año 1982, págs 117 a 189), según se declara en la inspección o visita del puente efectuada el 3 de julio de 1581, por los regidores Martín Vidal Morelle y Sebastián de Paderne y los maestros canteros Mateo López y Juan de Cagiao, por acuerdo de la Justicia y Regimiento.
La conocida como torre de la Caramona, se levantó sobre el segundo tajamar en el acceso al puente desde la calle de Nuestra Señora, salida del arrabal del Puente Viejo en dirección a la ciudad, y línea recta que se habría de seguir para la construcción del muro de contención de la Aira Vieja (Sobre esta plaza véase nuestro artículo La Plaza de Enrique IV: Antigua Eira Vella, publicado en la Voz de Galicia del 14 de agosto de 1986), en el que se adosó el muelle del mismo nombre “…guardando linea con la que forma la esquina de la casa denominada de Camba, y en la parte saliente del Taja-mar o estribo del puente que sostuvo el antiguo arco o puerta denominada la Caramona…”, según se hace constar en la sesión municipal del 22 de noviembre de 1875, al aprobar la formación del pliego de condiciones y el presupuesto para la construcción de un malecón y muelle con rampa doble en la Eira Vella (véase en nuestra obra Morfología Urbana de Betanzos de los Caballeros, ayuntamiento de Betanzos y Gadis, 2015, pág. 107). Esta última realización fue rematada en don Agustín Urioste Penelas, y aprobado en la sesión del 11 de julio de 1877, el libramiento de las 249,78 pesetas en que había sido subastada.
En el centro del puente se había situado un crucero, que señalaba los límites parroquiales de Santiago y Santa María del Azogue “…y lo mismo la mitad de el Puente viejo desde el crucero que esta fijo en el…” (Archivo Diocesano de Santiago. Difuntos de la parroquia de Santiago L.S. 28, folio 24. Existente en 1746 y 1780), y monumentos “…que la Ciud tiene en todas las entradas y salidas del Pueblo…” (en la entrada El primitivo y también desaparecido crucero del Rollo, del 26 de diciembre de 2015). Desde antiguo se mantenían diferencias sobre la demarcación y lindes de sendas parroquias; se llegaría a un acuerdo en Betanzos el 13 de abril de 1778, al señalar los párrocos respectivos que:
“…la demarcación que hay entre esta Parroquia y la de Santiago de esta Ciudad que es por el medio de la Calle que llaman oy de la Plateria, y sigue rectamente el Caño de la Muralla y el locutorio de dicho Convento de Religiosas asta la citada Ría, segun consta de sus bestigios, antiguedad, y para que conste ser ansi la verdad, y haiga luz en todo tiempo lo firmamos. José Antonio de Mestas, Vicente Penelas [Firmas y Rúbricas].” (Archivo Diocesano de Santiago. Bautizados parroquia de Santa María 1752-1780. L.S. 6, folio 24).
Posteriormente se realizarían otras muchas restauraciones, como la efectuada en el año 1634 rematada en Juan de la Llana (véase el trabajo El antiguo puente de Las Cascas, del 1º de septiembre de 2014), en la que fue enlosado en toda su extensión, además de reparar la calzada hasta el último edificio en dirección al Santuario de Nuestra Señora del Camino, el arreglo de la base de tres tajamares y la reedificación de las gradas para la descarga de la sal con destino al inmediato Alfolí Real, situado a mano izquierda del acceso al Puente Viejo desde la salida de la puerta de la Ciudad que lleva su nombre.
La torre de la Caramona se mantuvo a caballo del puente hasta el Trienio Liberal (1820-1823), por considerarse lugar inseguro y refugio de malhechores, época en la servía para depósito de la pólvora de la Real Hacienda, y que a una motivada solicitud de los vecinos del arrabal del Puente Viejo fue derribada en el otoño de 1821 por acuerdo de la corporación municipal. Cuatro años después, restaurada la monarquía absoluta, en la sesión municipal del 4 de marzo de 1825, siendo corregidor don Rafael González Gamoneda, los realistas dejaron constancia de la irracionalidad cometida por sus adversarios políticos:
“…D. José Mosquera Alguacil Mayor haciendo funciones de Correxidor a falta del principal que no concurrio, D. Joaquin Blanco, D. Euxenio Martinez, D. Josef Martin, D. Juº de la Peña y D. Fran[cis]co Gonzalez Rexidores, D. Domº. Vazqs. D. Baltasar Candido Golpe, Diputdº. del Comun y Procurador Personº. y asi juntos trataron lo sigte.
En este Aiuntamiento se ha visto un oficio qe pasa el Administrador de Rentas Reales en esta Ciudad con fecha tres del corriente solicitando se nombre a la brebedad posible Edificio proporcionado con las Seguridades que requiere para Almacen de Polbora; y la Ciudad en su vista acuerda: que habiendose demolido por el furor rebolucionario, o Aiuntamiento Constitucional, el Edificio llamado Caramona que al paso qe servia de Deposito de Polbora, era el Monumento apreciable más antiguo del Pueblo y que servia de significado de las Armas del Rey y de la Provincia, se le contexte no tener otro local proporcionado y sin riesgo al efecto…” (Archivo Municipal de Betanzos. Caja 3.073, sin catalogar).
En cuánto a los ocho apartaderos construidos para seguridad de los transeúntes, que contaban con asientos para descansar, tomar el sol y al mismo tiempo disfrutar del incomparable panorama que ofrece el río Mandeo, precisaban de arreglo inmediato veinte años después. En la sesión municipal celebrada el 28 de marzo de 1844, de carácter monográfico, durante la llamada “Década Moderada” (1843-1854), presidida por don Domingo Cachaza, se daba cuenta y acordaba lo siguiente:
“…Se ha visto la declaracion del maestro cantero Manuel Garcia mismo que los Señores Dn. Domingo Cachaza y Dn. Rafael de Lago Presidente y Sindico comisionados para la hechura de Calles, han nombrado pª reconocer las ultimas obras hechas en la composicion de las mismas y Puentebiejo y en su consecuencia declara el Aymo. que el arrendatario ha cumplido en esta parte con lo que se habia estipulado en esta contrata; debiendo el arrendatario Dn. Andres del Rio completar el pabimento despues de las trescientas cincuenta varas qe. estan hechas esperando del Celo de los Señores municipales entrantes, que en el Puentebiejo se preciarán de completar la obra, disponiendo se reparen los asientos de las ocho rinconeras qe. quedan por componer y se encinten al igual que lo hizo en el Puentenuebo los Petriles de uno y otro lado, como igualmente acuerda que el Secretario de este Ayuntamiento espida al contratista el certificado de contenta que corresponde.
Así lo acordaron S.S.S. y firman de que yo Srio Certifico. [Firmado] Cachaza, Dans, Arias, Lago, Ramos, Pedreyra [Rúbricas]. [Firmado] Antonio José Rodríguez [Rúbrica].” (Ibídem. Caja 24, sin catalogar).
Con la construcción de la carretera a Jubia-Ferrol en 1851 y el enlace por la calle de la Veiga a Villalba-Mondoñedo en 1845, esta última considerada de gran interés en razón a “…que por ella se sirben tanto para la estraccion de las diferentes producciones del Mandeo y Veiga, como para los vecinos dela Poblacion que gustan de aquel hermoso y pintoresco paseo…”, por donde nos llevaban de paseo en nuestra infancia en horas de merienda ( Véase en Morfología Urbana… Obr. cit., págs. 106 y 109), uno de los arcos del Puente Viejo quedó soterrado en razón a haberse elevado la rasante a partir de la conjunción de sendos viales. En los dos tajamares siguientes se fabricó un apartadero en el primero, y en el posterior a éste se situó poco después un farol para iluminar esta parte del puente, que no contaba con apartadero por haber servido de soporte a la Caramona juntamente con el anterior.
En el susodicho trabajo que sobre este puente hemos publicado en el programa de fiestas de 1997, dimos cuenta de la remodelación del puente en 1897, siendo alcalde don Claudio Ares Lorenzo, con un presupuesto de 35.000 pesetas y obras de ensanche que comprendían nuevo enlosado, ampliación de su ancho al de la carretera, acera para ambos lados sostenidas por unas viguetas de hierro y chapeado atornillado del mismo metal, para lo que era preciso derribar el antiguo pretil de cantería, los apartaderos y ampliar las aletas. En la sesión municipal del 10 de febrero de 1904, durante el tercer mandato de don César Sánchez San Martín, como las gestiones las había realizado don Maximiliano Linares Rivas ante su hermano don Aureliano, a la sazón Ministro de Fomento, el concejal don Fermín Couceiro Serrano propuso que se coloque “…una inscripción para perpetuar su memoria…” y la corporación acordó “…que se de al Puenteviejo el nombre de Puente de Linares Rivas…”, titulación oficial que se mantiene vigente si bien el pueblo, con su sabio prosaísmo y raciocinio, siguió utilizando la denominación tradicional de Puente Viejo.
La última actuación de ampliación del tablero o piso se produjo en el mes de mayo de 1980, siendo alcalde don Vicente de la Fuente García. En esta ocasión la acción demoledora se ensañó con los tajamares, muchas de sus canterías superiores se arrojaron al río y se sustituyeron por tabiques de ladrillo chapeados con láminas de granito, para mejor disimulo de la atrocidad cometida con tan infame proyecto. Varios tajamares de la parte del arrabal quedaron cubiertos por la cimentación que ampliaba las aletas, y se construyeron dos muretes de cemento a lo largo de ambas aceras, entre otras reformas impropias a la realidad de un puente antiguo, de una obra del gran arquitecto Gaspar de Arce, de paso en la ruta del Camino Inglés a Santiago y en una ciudad declarada Conjunto Histórico Artístico en 1970, como entonces denunciamos ante el ayuntamiento y la Dirección General de Bellas Artes (véase nuestro artículo publicado en La Voz de Galicia del 29 de mayo de 1980).
El grabado con el que ilustramos esta entrada es una fotografía realizada por don Francisco Javier Martínez Santiso, anterior a las obras de ampliación del Puente Viejo de 1897, y placa de cristal que hemos positivado de nuestro archivo particular, publicada por vez primera en nuestro trabajo sobre este puente en el citado programa de festejos de 1997, y que sería reproducida en el anuario brigantino del siguiente año de 1998 sin señalar la procedencia de la imagen. Se trata de la única toma sobre la parte superior del puente de la que tenemos constancia, y en la que pueden verse alguno de los detalles de que antes hemos hecho mención, como la disposición de algunos de los apartaderos y personas sentadas en sus asientos, el primer tajamar visible con su reciente apartadero, el siguiente del mismo costado sin coronar y con un farol, el malecón y muelle de la Eira Vieja construido en 1875 sin arrimo al puente, la montería del Mandeo completamente labrada, la vista general del arrabal o barrio del Puente Viejo, y el armonioso aspecto de los edificios con sus tejados, chimeneas y alguna que otra claraboya.
Por desgracia, la secuencia de este panorama ha tenido continuidad en los albores del siglo XXI. La acción destructora de la piqueta continúa su imparable curso, como claramente se observa con el Pasatiempo, con buena parte de sus estanques cubiertos de escombros y sin visos de la rehabilitación que merece; la casa de los Vilouzás, número 5 de la calle de la Cerca, la vivienda más antigua de la población fabricada en el siglo XV, popularmente conocida como la Casa Gótica, abatida el 2 de octubre de 2008 por su propietario don José Luis Lousa Souto, siendo alcalde doña María Dolores Faraldo Botana, sin la correspondiente licencia, y que todavía espera solución; el Cristo de la puerta de La Ribera, en cuya deslucida restauración del pasado año se quedó el antepecho sin barandilla y sin los cuatro paneles que representaban el firmamento, dos a cada lado del central que simboliza la ciudad de Jerusalén, en el mandato del actual alcalde don Ramón García Vázquez y un largo etc., que ponen en evidencia la desprotección existente en nuestro patrimonio artístico-monumental y pide a gritos su defensa por la ciudadanía.