POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA LA ACEBEDA (MADRID)
Anda Madrid revuelto, el Madrid zarzuelero del Teatro Real, por la puesta en escena novedosa y rompedora de la “Carmen” española de Bizet, poco que ver y oír con respecto al original del viajero francés por tierras andaluzas en el siglo XIX.
“Renovarse o morir, o crece o muere”, que es la ley de la vida prescrita por los sabios de la antigüedad grecolatina y renacentista, y parece que hodierna. Pero ni fu ni fa ni fue. Vacío. Hastío.
Y ahí y así ha expuesto Ana Zamora la trama y tramoya del original francés, llevándola (o trayéndola) hasta la actualidad palpitante, con figuraciones de Mariana Pineda, Clara Campoamor y otras heroínas de por medio hasta la actualidad, más friky que otra cosa. Confusión y desolación para los puristas.
Esto ha ocurrido precisamente coincidiendo con la Fiesta Nacional de la Pilarica en este 12-O-2014, con un desfile de aviones por el aire y regulares y legionarios a pie de tierra marcado, con una oveja paralela en vez de una cabra tradicional. La España que supervive, queramos o no.
“Montaje conceptual y no sensual”, afirman algunos críticos. Pues sí. Por eso a mí, pecador insolvente, no me gustó nada su fría e inexpresiva transmisión por televisión, relegada a la 2 y a las 5 horas de la tarde, de escaso seguimiento, salvo en las corridas. Esa no fue mi Carmen cigarrera, esa fue otra cosa muy difícil de definir y comprender. “Bien y mal, sumisión y libertad”, añaden los sedicentes críticos. Allá ellos y allá yo también, perdonadme si queréis.
Lo de la modernidad lo tengo muy claro: No me gusta que el director o directora se impongan sobre el autor o la autora. Basta ya. Soy partidario acérrimo de que las obras clásicas, y esta lo es en su mismidad cercana, se expongan tal y cual fueron concebidas y realizadas en su tiempo y sociedad. Lo demás son pamplinas alusivas, suenen más o menos bien. O disuenen en la contemporaneidad.
Ana Zamora debiera quedarse en la Edad Media, que es donde resulta.