LA CASA DE LA COBERTORIA Y OTROS ASUNTOS
Jun 14 2017

POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)

Dejamos atrás el mes de mayo con la falta de tres personas del concejo: Florina, Enrique y Paulino. Por orden de fechas, el jueves 25 fallecía en Oviedo, a los 93 años, Florentina Montes Cueto, “Florina la de Sienra”, viuda de “Boni el de La Cobertoria”, con la que me unió, desde siempre, gran amistad y afecto. Y, ahora que falta, la recuerdo como una mujer alta, activa (con su edad, hacía gimnasia hasta hace poco), de tez clara, voz y modales suaves y facciones regulares. Pero, sobre todo, Florina era, para mí, la discreción y la sonrisa.

Como es sabido, era hija de Vicente Montes, natural de Santuyano/San Julián (Bimenes), y de Julia Cueto, de Sienra (Ceceda), de cuyo matrimonio nacieron (además de Florina), Antonio, Eladio, Tino, Soledad y Asunción, ya fallecidos, y Enriqueta, Carmen y Cándida “Tita” Montes Cueto, que siguen entre nosotros. En cuanto a su marido, Bonifacio Fernández Naredo “Boni”, fallecido en 1993, recordamos que era hijo de Salvador Fernández, de La Cobertoria (Tresali), y de Ángela Naredo, de Fresnéu (Cabranes).

Aquí debo reseñar que, del matrimonio entre Florina y Boni, nació Julián Fernández Montes. Profesional de la enseñanza, tuvo también Julián una etapa de dedicación a la política, en la cual llego a ser alcalde de Nava, cargo que ostentaba, por cierto, cuando le fue concedido el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias del año 1996 a la Comunidad Vecinal naveta, cuyos actos (visita del Príncipe Felipe para entregar el galardón, inauguración del Museo de la Sidra, etc.) están en el recuerdo de todos. En la actualidad, y desde hace tiempo, mi amigo Julián viene mostrando su preferencia por la música coral, con actividad en el Coro Errante de la Comarca de la Sidra y, más recientemente, en la Camerata Ars Nava, como integrante de la cuerda de tenores.

Y vuelvo a La Cobertoria. Hace bastantes años existía en los pueblos la costumbre de reunirse unos cuantos vecinos en una casa determinada, para jugar la partida. Esta actividad, bastante arraigada, que ocupaba a gente mayor, tenía lugar generalmente por la tarde, y las personas que asistían solían hacerlo con gran regularidad. Pues bien, de cuando yo vivía en El Tropel tengo memoria de llegar a la casa de La Cobertoria, y encontrar a la gente, en la cocina, echando la partida, en la que era Ángela Naredo la que llevaba el control y la batuta con firmeza, como, seguramente, hacía mi tía Trini en la partida de la casa de La Trema.

Luego, el 26, nos dejaba en Samartín/San Martín (Tresali) Enrique Peñica González “Enrique San Martín”. Contaba 92 años, estaba soltero y era hijo de Enrique Peñica Pérez, de La Cueva (Ceceda), y de Rosario González Cueto, de Samartín (Tresali). Enrique era un hombre delgado, de mediana estatura, que solía vestir un traje gris, y caminaba con el cuerpo ligeramente inclinado hacia delante, al menos en los últimos tiempos, y su figura era muy habitual en las calles de la villa, por lo que la echaremos en falta. Tenía fama de ocurrente y de travieso, seguramente bien cimentada en hechos de esa naturaleza, con zonas específicas en las que su peculiar modus operandi fue largamente comentado y recordado, tales como la curva del Punegru y la cercanía de la iglesia de Tresali, sin olvidar alguna actuación en la proximidad del cementeriu de La Pucherina. Y luego está su faceta de inventor, poco estudiada.

Mi buen amigo Dalmacio González Onís ,“Mato”, ya fallecido, que fue su compañero de fatigas en época joven, me tiene contado trastadas y anécdotas varias del personaje, pero fue la propia familia, en el tanatorio, la que no solo me confirmó sus habilidades, sino que me informó de algunas nuevas, que yo no conocía. La última cosa que oí de él me la contó mi amiga Gina Ordoñez; parece ser que se le daba bien el dibujo. En cuanto a lo de travesáu, siempre, hasta el último día que hablé con él, encontré en el fondo de sus ojillos esa chispa pícara, como si, de alguna forma, siguiera siendo el niño enredador que había sido. Suele decirse que en Nava ya no quedan personajes como los de antes, pero yo soy de la opinión de que alguno quedaba, al menos hasta que faltó Enrique Samartín.

Y, finalmente, el 31 falleció en Gijón Paulino Cueto Nevares “Cueto”, a los 68 años. Cueto, que deja viuda a Cristina López Pérez, era natural de la parroquia de Santu Tomás de Priandi, y estaba jubilado de la Mina La Camocha.

Que descansen en paz. Mientras, el resto afrontamos la obligación anual de cumplir con Hacienda.

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20170613 La Nueva España Pag 13 La casa de La Cobertoria

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