POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Durante los siglos XVII y XVIII, era costumbre en mi pueblo que la toma de posesión, como alcalde, del nuevo Corregidor, fuera protocolizada con una “cena de gala”, en la que se invitaban a todas las “personas influyentes” del pueblo y de la comarca.
Esta costumbre cayó en desuso hasta qué, a mediados del siglo XIX, en el año 1849, la toma de posesión del nuevo alcalde Joaquín Miñano Pay, fue celebrada con la tradicional “cena de bienvenida”.
En el ágape, la cantidad de comida y bebida, superaba a la que se consumía y, las sobras, tras atender a los sirvientes y sus familiares, se repartió entre los pobres del pueblo. La que aún sobraba, se remitía al Hospital Militar de los Baños de Archena.
Ya, para esa época, para el asado de las carnes no se utilizaba el aceite, sino la manteca de cerdo. Las frutas y verduras, todas de la huerta local, eran abundantes y de calidad especial. En cuanto a los dulces, los confiteros locales, tenían ganado un buen prestigio en toda la comarca. Las bebidas eran las corrientes, pero, de las mejores marcas.
El gasto de la cena de gala en homenaje al nuevo alcalde, ascendió a 672 reales y, según los documentos consultados, fueron sufragados de su patrimonio familiar.
En el archivo consultado, quedaron reflejados los productos que se consumieron. Fueron los siguientes: Aceite para las luces y la cena, Gallinas, pollos y pichones. Varios jamones importados. Frutas y hortalizas de la huerta .Manteca de cerdo. Seis barriles de rosoli. Siete arrobas de vino. Pan. Frutos secos. Varias cajas de dulces secos. Puros y coñac. Carbón, leña y cisco.
La cena de gala, a la que fue invitado el alcalde saliente, se bendijo, solemnemente, por el párroco Joaquín López Yepes. Este emotivo acto fue clausurado por el nuevo Corregidor, Joaquín Miñano Pay, agradeciendo la presencia de tan distinguidos invitados y prometiendo una total dedicación para resolver los problemas que se presenten y hacer en un pueblo próspero y conciliador.