POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Para conocer sus orígenes de la Charca Mayen y el Tejar de Navalmoral, hemos de comenzar con una breve semblanza de aquel gran moralo y constructor que fue Miguel Alfonso Gómez, uno de los grandes “olvidados” por la sociedad morala actual; a pesar de que mis ex alumnos y amigos, los hermanos Amador y José David Rodríguez González, expusieron su vida y obra en los XX Coloquios del Campo Arañuelo (¡qué menos que dedicarle la plaza ubicada frente sus casas!).
A su “paleta” y dirección se deben grandes obras del municipio (sin contar las de la comarca y otros lugares más alejados), casi todas en la primera mitad del pasado siglo XX: bóveda de la iglesia de San Andrés (1926), primer colegio de la Inmaculada (1927, que aún conserva el salón, hoy espacio cultural), torre de la ermita de las Angustias (1927), colegio de la Vía (1928-31), primer edificio de Telefónica (1929, detrás de San Andrés), Almacenes Marcos (1930), Tabacalera (1930), sus viviendas (1933-34, junto a los cuarteles de la Benemérita); durante la Guerra, Miguel Alfonso, Ezequiel Barrado y otros rehabilitan los edificios que fueron dañados por los bombardeos durante el conflicto (Hospital, Colegio de la Vía, San Andrés, etc.); ermita de San Isidro (1950-59), Algodonera (1951-1953, hoy centro comercial), el bar “Jardín” (después, junto al desaparecido Capri) y varias casas más, tanto en Navalmoral como fuera de aquí etc. Desde 1950, con la colaboración de su hijo Miguel Alfonso González (el de “Gredos”).
Centrándonos en el tema que encabeza este modesto trabajo, en 1935 Miguel Alfonso, en un extremo del solar que restaba junto a su vivienda, levanta una fábrica de mosaicos, ladrillos y otros materiales constructivos, a la vez que instala maquinaria moderna para fabricarlos; así como un almacén de elementos de obra. Ese fue el origen de su industria cerámica, en la que destacaba la perfección técnica, depurada selección y reducción de precios.
Pero la primitiva y próspera industria crecía sin parar: para que nos demos una idea, en 1945 elaboró 350.000 mosaicos (azulejos), 100.000 tejas y 200.000 ladrillos; y contaba con 25 operarios. Por lo que, en la década de los 50, se asocia con el también moralo Eloy Nebreda Martín y crean «Mayen” (Miguel Alfonso Y Eloy Nebreda…), la nueva fábrica de ladrillos y mosaicos ubicada en junto a la carretera del Cementerio y arroyo Tizonoso (hoy son naves municipales, tras la crisis que sufrió en los años 80). Por cierto, el horno se llamaba Virgen de las Angustias… Y, ¿por qué la instalaron en ese lugar?, se preguntarán ustedes.
Por una sencilla razón –además del buen acceso por la vía citada–: porque frente a ella, en los depósitos cuaternarios del Tizonoso “Chico”, existía una veta de excelente arcilla, con arena fina que sirve muy bien como “desgrasante” –en términos arqueológicos– (al igual que en otros parajes de la comarca, caso de Casatejada y El Gordo, explotadas ya por los romanos).
Y excavaron, ampliaron y profundizaron, hasta que se acabó lo que se daba… Pero no desaprovecharon el “perforación”, sino que lo reconvierten en la charca que conocimos, pasando a ser el depósito de agua necesaria para dicha actividad fabril, rellenándose con la lluvia o aportación del mencionado arroyo.
Tras morir Miguel Alfonso (padre, en 1963) y cesar su hijo en esa actividad (en 1962 crea el hotel-cafetería “Gredos”) y Eloy Nebreda, la cerámica pasa al hijo de éste, Fernando Nebreda Bausa, que continuará al frente de ella hasta inicios de los 80 (en ese año aún trabajaban 25 operarios «fijos»). Pero, debido a diversas causas (el transporte de buena arcilla desde otros parajes, la competencia de otras cerámicas talaveranas o de la zona, la dedicación de Fernando Nebreda a la política, etc.), la industria acumula deudas; por lo que terminará despidiendo a sus obreros y cerrando.
Pasa a propiedad del municipio quien, en abril de 1995, encarga –entre otras obras– a la “I Escuela Taller de Navalmoral» la rehabilitación de la Cárcel, Casa de Comillas y zona de recreo en la charca MAYEN.
Tras progresivas fases de adecentamiento y ampliación (la última, en febrero de este año 2018), ha llegado a la situación actual: un excelente lugar recreativo, deportivo (pesca y sendos campos de fútbol, “normal” y de “playa”) y de expansión moralo.
Gracias a todos los que lo hicieron posible porque, “en el camino de la muerte, siempre hay otro de la vida” (D. Quijada).