POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Instalada primero en el barrio de El Perchel, actual calle Marqués de Comillas, de pequeñas dimensiones, fue trasladada después a las proximidades de la ermita de las Angustias: en lo que hoy es el barrio de La Chimenea, entre el Paseo de la Estación y el Centro de Fermentación de Tabacos, recibiendo el apelativo de “la Favorita”.
Dicha industria, que fue creada a finales del siglo XIX (pues en el Censo Industrial de 1900 ya aparece, con datos del año anterior), fue una de las más importantes al alborear ese siglo: en volumen manufacturado, valor del mismo y número de operarios que en ella trabajaban.
En la fecha mencionada, la Industria y el Comercio moralo, a pesar de la débil economía de aquella época, tenía un desarrollo destacado como consecuencia de la conversión de Navalmoral en centro comarcal. Así, el Censo Industrial citado de 1.900 arroja una cifra de 150 licencias industriales (o comerciales), unas dedicadas a actividades necesarias y de primera necesidad, mientras que había otras para satisfacer a economías más saneadas (gaseosas y confitería).
Entre esas de necesidad obligada se encontraba La Favorita, que era propiedad de Juan Amalio Toboso Escobar: uno de tantos inmigrantes, que en su caso llegó procedente de La Roda (Albacete).
En la fábrica trabajaba un importante número de operarios (para esa época) pues, según las estadísticas que tengo de entonces, la cifra oscilaba alrededor de 10; aunque dependía de las estaciones del año pues, aunque la actividad no desaparecía (como es lógico), aumentaba tras la recogida de la cosecha.
Y muchos se preguntarán la utilidad de la chimenea protagonista de este artículo. Pues bien, informamos que su finalidad era la de evacuar los humos del horno usado para calentar la caldera, que producía el vapor necesario para mover la maquinaria; tema similar al de la máquina de vapor del primitivo ferrocarril. Como combustible se empleaba el carbón mineral aunque, en circunstancias críticas o de escasez, también quemaban otras materias ígneas: carbón vegetal, madera y matorral (jaras, escobones, etc.), carozo de la aceituna (de las almazaras), etc. Poco después, ese vapor generaba electricidad, convirtiéndose en una pequeña central termoeléctrica, pero capaz de proporcionar la suficiente energía para los motores eléctricos de la fábrica, que eran más efectivos.
Recordemos que, cuando comenzó a funcionar la fábrica, aún no había llegado la electricidad a Navalmoral: se instaló en 1901, con energía hidroeléctrica procedente de la garganta de Cuartos (Losar de la Vera, de la Sociedad «Antón Martínez Herráiz»); pero el fluido no llegará hasta 1903, y no tenía la intensidad y potencia suficiente como para poder mover motores potentes (como era el caso de las harineras, con pesados rulos). Sólo cuando se consiguió esto se conectó a la red.
Volviendo al protagonista principal de esta obra, Amalio Toboso compaginó su actividad industrial con la política, formando parte de la Corporación del Ayuntamiento moralo en el último quinquenio del siglo XIX y en el primero del XX; siendo alcalde, por el Partido Conservador (o, al menos, coincidió su mandato estando esa agrupación política en el poder), en tres legislaturas (según el sistema de alternancia, de acuerdo con el «Pacto del Pardo» de 1885, que se llevó a cabo para salvar la monarquía y al rey Alfonso XII):
. Desde el 7-VII-1897 hasta el 8-II-1898.
. Desde el 21-III-1899 hasta el 6-IV-1901.
. Desde el 21-XI-1903 hasta el 19-VIII-1905.
Respecto al apartado anterior, en esa última fecha dimite como alcalde Amalio Toboso (aprovechando que se disuelven las Cortes), dejando la política municipal definitivamente tras 9 años como alcalde o concejal. Por cierto, como otros muchos, tampoco tuvo un reconocimiento público. Igualmente, también desempeñó el cargo de Juez Municipal entre 1910 1914.
Sobre su capacidad económica, en esos años fue uno de los mayores contribuyentes (el primero en 1910, 1911 y 1912) de la localidad, según los Repartimientos de esas fechas.
Pasando a su vida familiar, contrajo matrimonio con Josefa Martínez Ballesteros; de cuyo matrimonio nació, entre otros, su hijo Vidal Toboso Martínez, que continuará dirigiendo la empresa a la retirada de Amalio: en 1914 comenzó a controlar el negocio, asociado con su padre al principio (a partir de esas fechas, la industria constaba ya como «Amalio Toboso e hijos»). A partir de 1918, Vidal Toboso (que también es elegido entonces concejal) ya dirigía la fábrica personalmente.
Hasta 1911 fue la única fábrica harinera de Navalmoral. Pero, en esta fecha se crea la Sociedad Industrial «Marcos-Yuste y San Miguel», que fundarán la fábrica de harina «La Guadalupe». Después surgirá una tercera: la de Damián Sánchez Rodilla (en el Paseo de la Estación). En la primera mitad de este siglo estas familias locales, poderosas e influyentes, monopolizan el mercado comarcal de cereales, con compraventas en otras regiones.
Amalio Toboso falleció en Navalmoral, donde está enterrado, el 18 de noviembre de 1920.
Su hijo Vidal fue un gran industrial (uno de los fundadores de Hidroeléctrica Morala, y propietario de ella después) y presente en la vida social morala: por ejemplo, fue uno de los fundadores del Centro Moralo.
Pero, como decía, La Favorita aún seguiría viviendo muchos años más, con Vidal Toboso ahora al timón. Hasta que cerró con la crisis agraria de los años 60. Aunque en los últimos años (como si se resistiera a morir), todavía dio los últimos latidos (pero como molino, bajo la administración de Germán Serrano).