POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
¡La vida progresa que es una barbaridad!, se decía en la década de 1940 a 1950.
Se circulaba andando, en acémilas, o en vehículos rudimentarios. Se cocinaba y horneaba con leña y se hacía fuego frotando materiales que desprendían chispas que prendían fuego a la yesca. Los trenes accionaban gracias a la combustión del carbón y, las enfermedades, muchas de ellas te conducían, de forma inexorable a la tumba, en la niñez o en plena juventud; al carecer de los medicamentos precisos para ser tratadas con mínimas garantías así como, con las medidas higiénico-sanitarias adecuadas.
Sin embargo, de pronto, irrumpen los científicos capaces de conseguir otro tipo de carburantes, para accionar los vehículos motorizados. Por tal motivo, los medios de transporte eran cada vez más rápidos y sofisticados ¡hasta se ha ido a la luna!
Por otro lado, apareció la figura del científico Sir Alexander Fleming, con el descubrimiento de la penicilina, pionera de la terapia antibiótica, que causó un verdadero hallazgo en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, que hasta entonces, causaban verdaderos estragos. ¡Gracias Doctor Fleming!
Ya, en la actualidad, el mago de la genética molecular, es George Church, profesor de la Universidad de Harvard, (Inglaterra) que nos viene a decir, que tanto en la vida como en nuestro organismo todo será predecible. Sí, todo estará dominado por la biotecnología.
Los sistemas informáticos nos permitirán, ya lo hacen, resolver los problemas desde casa o, desde nuestro lugar de trabajo, sin movernos y ¡pásmense! podremos besarnos, en estos espacios virtuales, sin necesidad de estar juntos; a miles de kilómetros de distancia.
El ser humano cuenta con herramientas, suficientes y precisas, para hacernos más fuertes y rápidos, ya que dispondremos de medicamentos que nos permitirán vivir, cada vez más años y, además, viviremos siendo jóvenes hasta el día de nuestra muerte. Sí, tal como lo están leyendo, hoy se puede revertir en el laboratorio, el envejecimiento de las células humanas.
Para actuar sobre las temidas células cancerosas, se van descubriendo vías que nos hacen llegar directamente a ellas, sin interferir, para nada, a las células colindantes. Cuando se pueda actuar de igual manera en todo el interior del cuerpo humano, que ya está en un estadio muy avanzado, seremos jóvenes hasta que nos muramos. ¡Vivir para verlo!