LA CISTERNA DE ALGAR, ¿ÁRABE O CRISTIANA?
Feb 17 2020

POR JOSEP CATALUNYA ALBERT CRONISTA OFICIAL D’ALGAR DE PALANCIA (VALENCIA)

Algar de Palancia, como la casi totalidad de los pueblos del Camp de Morvedre, tiene desde hace varios siglos una cisterna, sita junto al antiguo “Molí dels frares” o “Molí de la Senyoria”, la cual, hasta tiempos históricos no demasiado remotos, servía para el abastecimiento de agua para el uso doméstico de sus pobladores, agua procedente, en principio, del lugar de Árguines y, posteriormente, de la Acequia Mayor de Sagunt.

Es habitual que la gente, y Algar no es una excepción, afirme, cuando se refiere a un edificio o costumbre con tantos años de historia, que “açò és dels temps dels moros” o “esta obra la van fer els moros”.

Y esto es lo que ha ocurrido con la cisterna de Algar. Es frecuente que la gente del pueblo comente, cuando se le pregunta, que la cisterna “la van fer els moros”. Incluso, en algunas rótulos, guías o carteles turísticos del propio Ayuntamiento, figura como “cisterna árabe”, aunque no en todos. Carlos Recio, autor del libro Historia General de Algar de Palancia (año 2011), manifiesta, cuando se refiere a esta obra, que “se cuenta, según fuentes históricas, que fue construida (la cisterna) por los moros y adquirida por los mercedarios”, pero todo ello sin detallar la fecha de su construcción ni citar prueba alguna. También, en algún medio de comunicación, aparece alguna noticia sobre el origen musulmán de la cisterna de Algar, por ejemplo, recientemente, en el diario Levante del 30 de enero de 2020, en su sección especial sobre Patrimonio Valenciano, se menciona entre los numerosos recursos patrimoniales de Algar “la antigua Cisterna Árabe”. Pero todo ello, repetimos, sin aportar ningún tipo de prueba fehaciente, especialmente documental.

Por supuesto, los musulmanes tenían, como una de sus principales preocupaciones, el poseer agua suficiente para sus necesidades, sobre todo domésticas. A ello se refiere el prestigioso profesor Cherif Abderrahman Jah, presidente de la española Fundación de Cultura Islámica y gran conocedor de la cultura popular de Al-Andalus, cuando nos dice que “la mayor parte de las casas de la España musulmana tenían un pozo o aljibe situado en el patio interior, que se aprovisionaba del agua de lluvia que, desde los desagües de las azoteas iba resbalando por cañerías de arcilla hasta acumularse en el depósito, acostumbrándose a poner unos filtros en la desembocadura de este para que se limpiara periódicamente”. Posiblemente, aunque no lo afirmamos categóricamente, algunos de los pozos que todavía se conservan en las casas de Algar procedan o sean consecuencia de esta costumbre y tradición musulmana.

Por su parte, Saturnino Arocas Franch, maestro de Algar e investigador y muy amante de su historia, en su libro escrito en 1945, Datos históricos de Algar de Palancia, nos dice que, tras la repoblación del pueblo con 26 familias de cristianos viejos en 1610, con motivo de la expulsión en 1609 de los moriscos del reino de Valencia, los nuevos vecinos compraron una parcela de huerta y acometieron la construcción de una cisterna, en el mismo lugar que la actual pero mucho más reducida y descubierta por su parte superior, en la que era pozada el agua necesaria.

El profesor e historiador Francisco Hernández Amorós, en su trabajo “Pensil hermoso y deleitoso. Una descripción de Algar de Palancia a principios del siglo XVIII”, publicado en la revista Braçal, que edita el Centre d’Estudis del Camp de Morvedre, nos refiere que, según consta en el Llibre del Consell de Algar (documento posterior a la expulsión de los moriscos de Algar y ya repoblado por cristianos viejos), que “la Acequia Mayor de Sagunto se utiliza también para llenar en el mes de Enero la cisterna grande, y de muy frescas aguas, que sirve en el Verano de consuelo y salud no solo a los vecinos sino también a los pasajeros, teniendo punto de nieve sus cristales, y es tan capaz, que si no se malograsen sus aguas, bastan para el consumo de dos Veranos”.

A mayor abundamiento, el propio Francisco Hernández Amorós nos relata que, en el Archivo Municipal de Elche, se conserva una parte de la documentación que recopiló el religioso mercedario y comendador de la Merced de Segorbe, Fr. Agustín Arques Jover (Concentaina, 1734-Valencia, 1808), entre los años 1778 y 1783, en que desempeñó el cargo de archivero de la Orden de la Merced en Madrid y en Valencia (hay que recordar en este punto que los mercedarios ostentaron, primero, la administración económica y, luego, el pleno dominio jurídico de Algar hasta la desamortización de los bienes eclesiásticos de los años 1835 y siguientes), figurando un manuscrito en el que se lee: “el Reverendísimo Sanchiz por los años 1666 hizo fabricar una cisterna para conservar agua fresca en el lugar de Algar, la que es mucha conveniencia para los Vasallos. Ayudaron estos corporativamente con la obra…Gastaría su Reverendísima unas 200 libras”. Conviene aclarar que el mercedario José Sanchiz y Fernández (Valencia, 1622-Tarragona, 1684) fue Barón de Algar y Escales desde 1664 a 1670.

Es decir, que, respetando todas las opiniones, son más creíbles, a nuestro juicio, las que nos dicen que la cisterna de Algar fue construida después de su repoblación por familias cristianas. Y ello sin dejar de reconocer todo lo llevado a cabo en el pueblo por su anterior población mudéjar y morisca, población de cultura y creencias musulmanas, que permaneció en Algar más de 700 años, período en el que se creó nuestra primera huerta, la construcción del azud del Barranco de Árguines, de la Bassa Quadrada o Bassa Vella y la Bassa dels Horts o de Rel, de la casa-palacio o Torre-Guaita, del Molí dels Frares y de la Sèquia del Poble o del Molí, de las murallas y portales, de las primeras calles y plazas del pueblo, con algún atzucat como la calle La Parra incluido, la artesanía de la seda, etc. Y algo que merece la pena ser destacado: los musulmanes nos dejaron algo tan importante en herencia como es el nombre de nuestro pueblo, Al-gar.

Interior de la Cisterna d’Algar.

La cisterna, que aún se conserva hoy, es de planta cuadrangular y su acceso tiene lugar por una rampa suave de piedras de río. En su interior hay una pequeña escalera y, a su derecha, se encuentra “l’aixeta i la pica”. En el exterior existe una caseta cilíndrica por la cual se puede acceder a su interior para su limpieza. El edificio ha tenido algunas pequeñas reformas a cargo de los sucesivos ayuntamientos, no todas, dicho con todos los respetos, demasiado acertadas, y se ha procedido a embellecer su entorno. La cisterna se utilizó durante muchísimos años para proveer de agua para bebida a los vecinos hasta que, en 1949, se instaló una fuente pública en la Plaza Mayor y, años después, se llevaron a cabo las obras para dotar a todas las viviendas de agua potable.

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