ARTÍCULO DE MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA, QUE HA PARTICIPADO TAMBIÉN EN LOS ACTOS REALIZADOS.
Estamos de enhorabuena porque cumplir años siempre es una noticia excelente. Para los humanos por eso de seguir vivos, y máxime después de larga y cruel pandemia, y para las ciudades o entornos por eso de reconocer sus maravillas o singularidades –cuando eso ocurre claro.
Cuenca, la ciudad monumental e histórica y su entorno natural que albergan esas dos hoces, Huécar y Júcar, ha cumplido años en este diciembre de 2021, porque es un icono del Patrimonio en el Mundo y lo es, merecidamente, por sus bellezas, por su historia y por sus gentes, por eso cumplir el 25 aniversario de Ciudad Patrimonio de la Humanidad, onomástica que no es cualquier cosa, es algo fabuloso que tiene que tener el reconocimiento de todos, conquenses especialmente y gentes del mundo en segundo lugar.
Por eso, el Ayuntamiento y el Grupo de Ciudades Patrimonio lo ha hecho visible, poniendo en valor este excelente acontecimiento, con reuniones del grupo en la ciudad, con actos institucionales y con varias interesantes actividades que lo recuerdan.
A mi memoria me viene aquella “Declaración como paraje pintores del casco antiguo de la ciudad de Cuenca y de las Hoces y los ríos Júcar y Huécar” que se realizó en el lejano 1963, según el Decreto 1.071; o en el año 1981 cuando la Consejería de Cultura del gobierno Regional de Castilla La Mancha declaraba a Cuenca “Conjunto Artístico su casco antiguo”.
Tendría que venir una solicitud del Ayuntamiento conquense, en pleno firmado en enero de 1994, al Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO para que valorasen sus excelencias y sería un 7 de diciembre de 1996 cuando “La ciudad histórica y fortificada de Cuenca y su entorno natural de las Hoces” fue declarado Patrimonio de la Humanidad, formando parte de esas otras quince ciudades españoles que lo son.
Fue un día antes, concretamente el 6 de diciembre de 1996 cuando la UNESCO confirmaba «el valor excepcional y universal» de Cuenca como un «sitio cultural o natural que debe ser protegido para el beneficio de la humanidad», según se recordaba en un comunicado Cuenca 20 Aniversario y según lo recordamos ahora, en su 25 aniversario como tal.
Un título que, -continúa la nota-, la UNESCO le concedió por el cumplimiento de dos de los criterios de selección, exhibir un «intercambio de valores humanos dentro de un área cultural del mundo, en el desarrollo de su arquitectura, tecnología, artes, urbanismo y diseño paisajístico» y por ser un «ejemplo destacado de conjunto arquitectónico que ilustra etapas significativas de la historia de la humanidad».
Cuenca fue la novena ciudad española en ser declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad y, en la evaluación que realizó el ICOMOS para recomendar a la UNESCO que aceptara la candidatura, se resaltaba que su Casco Antiguo es un «destacado ejemplo de la ciudad medieval fortificada que ha conservado su paisaje urbano original y que mantiene muchos ejemplos excelentes de arquitectura secular y religiosa de los siglos XII al XVIII».
Junto a ello, -prosiguía el comunicado-, también se subrayaba que esta ciudad amurallada «se mezcla con el paisaje natural que le rodea», por lo que la declaración de Patrimonio de la Humanidad afecta no solamente al Casco Antiguo y al barrio del Castillo, sino a las hoces de los ríos Júcar y Huécar, que lo rodean, y a los barrios de San Antón y Tiradores.
La iniciativa para que Cuenca presentara su candidatura a Ciudad Patrimonio de la Humanidad arrancó en 1988 por parte de la Cámara de Comercio, presidida entonces por Rafael Araque, aunque no fue hasta 1994 cuando el Ayuntamiento de Cuenca comenzó a tramitar la solicitud, que recibió el apoyo del Gobierno de España, de las Cortes de Castilla-La Mancha y de otras ciudades que habían obtenido la declaración.
A partir de ahí, pasarían dos años hasta que la UNESCO, en una reunión celebrada en Mérida (México), otorgase este título a Cuenca, que recibía su declaración en la misma fecha que Hiroshima y la Lonja de Valencia.
Un día después, el 7 de diciembre de 1996, el Comité de Patrimonio Mundial inscribía a la Ciudad Histórica Fortificada de Cuenca, inscripción firmada por el entonces director general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, quien, el 29 de marzo de 1997, Viernes Santo, le hizo entrega del título de Ciudad Patrimonio, que recogió el entonces alcalde de la ciudad, el ‘popular’ Manuel Ferreros.
Un año más tarde, concretamente en 1998, Cuenca entraba en el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España, con el que impulsan actividades de promoción turística conjunta. Para fortalecer todavía más la figura de Cuenca como Ciudad Patrimonio, en el año 2004 se creaba el Real Patronato con el fin de «coordinar a las Administraciones Públicas en todas las acciones orientadas a la conservación y revitalización del patrimonio y el desarrollo de actividades culturales y artísticas» y que quedaba constituido oficialmente un año después en el transcurso de una reunión en el Parador que contó con la presencia del rey Juan Carlos y el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Estamos pues, de enhorabuena –y yo como cronista oficial de esta ciudad, así lo creo- y eso hay que celebrarlo porque bien lo merece. El Ayuntamiento lo está haciendo y nosotros, los conquenses, debemos sentirlo porque no hay mejor cosa que creer en lo que hacemos, en lo que somos y en lo que podemos ser. Esa es la manera de crecer, de desarrollar y de motivar para despegar hacia un futuro mejor.