POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JÁEN).
El Rosario en Andalucía constituye la devoción mariana por antonomasia o la iconografía de la Virgen más repetida en los templos de nuestros pueblos y ciudades. Pero es mucho más que eso. Constituye toda una estructura socio-religiosa que marca la existencia de las personas desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XX y todavía pervive en muchas de sus manifestaciones.
El Rosario nace como oración vocal y mental, se concreta en un instrumento de cuentas, que pronto se hace estética palpable en las imágenes de la Virgen con esta advocación, en las cofradías y hermandades. Es sobre todo un fenómeno específico de la religiosidad popular desde fines del siglo XVII con la celebración de los Rosarios públicos o callejeros. Gracias al Rosario público, el rezo, que aparece ya estructurado a fines del siglo XV y alcanza su primera gran difusión en la segunda mitad del XVI a través de los Dominicos, se convierte en una devoción que traspasa los umbrales de la tutela clerical y adquiere connotaciones genuinas de raíz popular.
Esta devoción es debida a la aparición de la Virgen a Santo Domingo de Guzmán. Los orígenes de la Cofradía en Frailes se remontan al mes de noviembre de 1769. La fundó el padre lector fray Tomás del Río, lector de filosofía en el convento del Rosario de Alcalá la Real. Se nombra por iglesia de la dicha cofradía a la de Santa Lucía.
Por el libro de Cofradías de la Parroquia de Santa Lucía de Frailes, que se conserva en su archivo parroquial, sabemos que en noviembre de 1769 se reunieron los señores don Manuel de Berlanga, presbítero, Félix Romero, Florencio Jiménez, Pedro Vázquez, Antonio de Peña, Antonio López, Ciriaco García, Francisco Jiménez, Francisco Mudarra, José Mudarra, Francisco Garrido y Francisco Vázquez, hermanos patronos de la cofradía del Santísimo Rosario después de haber escuchado el sermón, acerca de las prerrogativas que tienen los hermanos de dicha cofradía, las oraciones, e indulgencias, pidieron al señor Tomás del Río, que estableciese en la iglesia de Santa Lucía de Frailes la cofradía del Santísimo Rosario.
Fray Tomás del Río, lector de filosofía en el convento del Rosario de la orden de predicadores de la provincia de Andalucía, que se encontraba en Frailes para fundar en la población la cofradía del Rosario, por la facultad que tenía y con el beneplácito de la Abadía dijo: Los señores arriba expresados y otros muchos vecinos de la población me han pedido y rogado que en ella se haga fundación de la cofradía del Santo rosario por la gran devoción y deseo que de ello tienen, para más bien servir a Dios y a la Virgen y aunar utilidades de sus almas, las indulgencias concedidas por la sede apostólica a sus cofrades. Por tanto, yo Thomás del Río, usando de dicha autoridad y ante notario apostólico, concedo y otorgo dicha fundación a la Cofradía del Santísimo Rosario en la Iglesia de Santa Lucía de Frailes, donde expliqué los misterios del Rosario.
Tras la declaración de Fray Tomás se hizo una solemne procesión, y se nombraron los cargos de la cofradía y se le asignó un lugar a la izquierda de la nave, contiguo al altar mayor. La imagen designada para el culto de dicha cofradía es la que ya se tenía, estaba situada a la izquierda del altar mayor y se le atribuía al circulo de los Mora. Los Mora fueron una familia de escultores españoles que trabajaron en Granada durante la segunda mitad del siglo XVII y el primer cuarto del siglo XVIII. Bernardo de Mora (Porreras, 1614-Granada, 1684) fue el fundador de la saga y padre de José, el más reconocido de la familia, seguido de Diego, menos valorado, pero también un buen imaginero, y Raimundo. Hermanos de los anteriores trabajaron en el taller familiar, pero como ayudantes. Parte de sus obras se encontraba en el territorio abacial. José de Mora (1642-1724) es uno de los principales exponentes de la escuela granadina de imaginería. Nacido en Baza, se forma en el taller de su padre Bernardo, donde conoce a Pedro de Mena y Alonso Cano. Se traslada a Madrid y llega a ser el escultor de cámara de Carlos II. Pese a que la Guerra Civil se ceba con importantes obras del maestro, queda un importante legado de su producción imaginera en Andalucía Oriental. Fue seguidor de la línea marcada por Pedro de Mena. En la última etapa de su vida, una enfermedad mental debida al fallecimiento de su esposa repercute en su obra, traduciéndose en imágenes pasionistas abatidas por el intenso dolor que padecen. El estilo del gran maestro Alonso Cano se impuso de manera decisiva y tiránica en todas las artes. Así, el joven Mena evolucionó de acuerdo con este influjo, aunque dando una vigorosa nota personal de intenso realismo. Tras de él como último gran discípulo destaca José de Mora, hijo de Bernardo, que estiliza los tipos y sutiliza la expresión hasta la ensoñación mística. Con su hermano Diego el arte canesco se hace superficial y decorativo; pero de él brota con brío el arte de José Risueño, que vuelve a Cano y estudia directamente el natural, dando una nota de sobrio realismo, pero con sensibilidad abierta también a la gracia y belleza delicada.
Tras estas notas sobre los escultores a los que se les atribuye la imagen continuamos con la cofradía en sí. La Virgen del Rosario se encontraba en un retablo obra del maestro Manuel del Álamo, durante el abadiato de don Pedro de Toledo. Y el fundador de la cofradía advierte que si en algún momento se fundase esta cofradía en el convento del Rosario de Alcalá la Real, se han de trasladar todos los enseres a dicho convento; a saber: el retablo, la imagen, lámparas y vestiduras, porque así está establecido por el Papa Gregorio XIII. No fue necesario nada de esto ya que en 1936 fue destruido el patrimonio de la Cofradía y solo se conserva un trozo de la hermosa cara de la Virgen.
Además la Cofradía no se podía agregar a ninguna otra que se constituyese en la población. La fiesta principal se celebraba el primer domingo de octubre, y si no fuese posible ese día se adelantaría al primer domingo de septiembre. El primer domingo de octubre era la conmemoración de la batalla de Lepanto, en donde la armada cristiana venció al Turco Selim, hecho que había sido presentido por el Papa Pío V, mientras rezaba el rosario.
El capellán de la cofradía es Manuel Berlango, hombre influyente en la Abadía. Es obligación del capellán presentar a los nuevos cofrades, fomentar la devoción al rosario, rezándolo a coro todos los días, hacer guardar las constituciones de dicha Cofradía, igualmente tiene autoridad para nombrar oficiales y tomar las cuentas. Los Comisarios Meseros o de cada mes, deben buscar cada noche a personas que salgan a pedir limosna con la campanilla y señalar la estación que se ha de andar con el rosario. También si por accidente u otra cosa faltare algún hermano comisionado, el mesero, debe procurar que prontamente se nombre otro.
Las Constituciones de la Cofradía son aprobadas en 23 de julio de 1771. Llevan la firma del licenciado Olalla y del gobernador de la Abadía D. Antonio José Vallejo, a la sazón secretario y notario abacial, y era natural de la villa de Priego de Córdoba. Bajo el abadiato de Mendoza y Gatica es nombrado juez de rentas, enterándose el presbítero de su nombramiento cuando se encontraba en el convento del Rosario de Alcalá la Real.
Cinco son los puntos de las Constituciones de la Cofradía: Los hermanos que deseen entrar en la Cofradía, que lo hagan sin tener que pagar ningún dinero por ello. Los hermanos están obligados a rezar el Rosario al tañido de campana; además de otra serie de obligaciones y mortificaciones. La elección del nuevo hermano mayor y de los demás oficiales se debe hacer en torno al día de Todos los Santos. Es obligación del hermano mayor aplicarle los sufragios, así como los nueve días de rezo, a los hermanos fallecidos.
Se refiere al tema económico. Se construirá un arca con tres llaves, para el hermano mayor, el capellán y el secretario. En ella se depositarán las alhajas, las limosnas y los donativos de los feligreses recaudados durante el rezo del rosario por las noches y las cuotas mensuales que aportan los hermanos. El dinero se gastará en adecentar el altar de la virgen del Rosario en la iglesia de Santa Lucía y en aceite y cera para su fiesta. El arca en donde se custodia en dinero y las alhajas se se puede abrir sin estar presentes los tres hermanos claveros.
El inventario de las alhajas es escueto. Veinte alhajas son las inventariadas, aunque en un principio solo son once , mas tarde se van añadiendo nuevos enseres hasta hacer el total. Dice así el libro de cofradías:
Una bandera de raso azul con su asta y demás requisitos para el servicio del rosario que de noche se saca por la Hermandad. Seis faroles de luz. Una cruz de palo llana que sirve para el rosario. Un canastico de mimbre y una campanita de metal para pedir limosnas. Un vestido de tafetán azul que sirve de ordinario a la sagrada imagen. Una corona de plata y un cetro. Una andas sin barales. Dos pares de manteles, unos nuevos y otros medianos. Dos bujías de metal y una cruz de palo y un atril. Un arca con tres llaves donde se depositan las limosnas y alhajas. Unas baras paras los alcaldes y el hermano mayor. Un vestido de espolín para la madre de Dios. Cuatro faroles nuevos. Unas andas pintadas, con barales y demás requisitos. Un cetro de plata. Una bandera de felpa azul. Un tambor. Una banderola de felpa azul.
Los hermanos con los que se inicia la cofradía es de 27, que con el paso de los años van aumentando, aunque no debió ser muy populosa a juzgar por la totalidad de los inscritos. Curioso el dato que encontramos al final del libro en donde se inscriben los hermanos. Libro de los cofrades y cofradas de la soberana Reyna del Cielo y Tierra la Madre de Dios del Rosario de la población de Frailes. El año que más hermanos aparecen inscritos es el año de 1826 con un total de 848 cofrades y 460 cofradas.
En 1845 de produce una nueva refundación de la Cofradía que casi había desaparecido y se añaden nuevas reglas: Treinta serán los hermanos que cada noche salgan rezando el rosario por las calles. Aquellos que no puedan o no quieran salir pagarán una cuartilla de trigo o 6 reales, quedando eximidos de salir al rezo. Al fallecer un hermano se le dirán 16 misas rezadas con asistencia del pendón y con cera, esto es velas y el estandarte de la hermandad. Las alhajas que se mencionan son: Corona y cetro de plata, faroles para salir al rezo del rosario, el arca de las tres llaves, y el vestuario de la imagen, destacando dos vestidos, el uno de tafetán azul y el otro de raso encarnado y blanco. Con el paso de los años la Cofradía va creciendo en número de hermanos y enseres y en 1845 tenían varios rosarios de plata, una joya de oro, un anillo, una cruz de plata, una vuelta de perlas, además de otros objetos y ropas.