POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Desde principios del siglo XIX, mi localidad tiene asegurados los servicios postales tanto de entrada como de salida con Murcia y otras poblaciones de España,  a través de la central de correos de Archena (Murcia).

Tres veces por semana se hacía desde entonces el trasiego de correspondencia, pero cuando se producía algún hecho que requería tramitación urgente se expedía un correo llamado a toda diligencia y, si la correspondencia requería recibo de presentación con la misma diligencia se enviaba un veredero que recogía el acuse de recibo firmado por el administrador de correos. A estos hombres “verederos” se les llamaba así porque, aunque marcharan a caballo, en tartana o a pie; lo realizaban por caminos, sendas o veredas (de aquí el apelativo de verederos).

Don Sebastián Jiménez, gran ilustrado de Murcia, organizó el sistema de postas de toda la región murciana; sugerencia que fue aprobada en Madrid, de cuyo Ministerio exigió la notificación de haberla recibido mediante el pertinente acuse de recibo.

Jiménez, efectuó con rapidez un mapa con las carreteras, caminos y veredas de la Región murciana y procedió a dotar a los municipios, de personal, caballerías y tartanas.

Este mi pueblo tenía muy complicadas sus vías de comunicación, ya que el puente que les une en la actualidad con Villanueva, fue construido en el año 1925 y, con anterioridad, eran simples barcas las que se utilizaban para cruzar el río Segura que se veían afectadas por las continuas riadas.

No obstante, conseguimos de la Administración Postal, el nombramiento de un cartero, peatón que, en días alternos llevaba la correspondencia a Archena y, tras recoger la Saca de Villanueva, Ojós y Ulea, efectuaba el regreso a pie haciendo la distribución de cartas y paquetes en las casas de sus destinatarios.

Dicho cargo, recayó en 1879 en José Torres Ramírez, quién un año después en el 1890 fue sustituido por otro vecino del pueblo Mariano Moreno López.