POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA
A mediados del siglo XIX una de las principales preocupaciones de los jijonencos era el abastecimiento de agua. El problema no radicaba en su escasez, sino más bien en la falta de calidad.
El 12 de noviembre de 1840 bajo la presidencia del alcalde, Francisco Carbonell, se reunieron los concejales que constituían el pleno municipal para debatir un problema acuciante. La calidad del agua que manaba de las fuentes públicas era muy deficiente: “hasta el estremo de privarse de bever agua de las fuentes destinadas al efecto, por haver observado, salia susia y llena de inmundicias” debido al mal estado de las conducciones que traían el agua desde sus nacimientos a la población.
Según Pascual Madoz, cinco eran las fuentes que abastecían a los vecinos de Xixona y cuyo caudal procedía del “copioso manantial llamado de Segorb, regándose de los sobrantes, los huertos que hay contiguos a la población y las tierras de la partida de su nombre”.
A este problema habría que añadir el derivado del “mal estado en que se hallan los lavaderos públicos de la balsa de Crespo, los que se hallan derruidos por el transcurso del tiempo”.
Con la finalidad de subsanar este importante error se decidió avisar a Leandro Picó y Francisco Martí, peritos albañiles, para que reconocieran las acequias y evaluaran las cantidades necesarias para su reparación.
Leandro y Francisco hicieron su trabajo rápidamente el día 13 y, a la mañana siguiente, comparecieron ante el alcalde. El informe presentado sobre el estado de las conducciones era demoledor. Según los peritos no podía beberse de las fuentes públicas debido a la suciedad con la que llegaban las aguas; porque las conducciones se encontraban a nivel del suelo y en algunos lugares estaban agujereadas por lo que era fácil que las inmundicias de la calle se filtraran y que cualquier desvergonzado pudiera contaminarla. El presupuesto para la reparación de estas cañerías ascendía a 5.000 reales de vellón.
El 16 de noviembre los concejales aprobaron el presupuesto para el arreglo de las conducciones de agua potable, que alcanzó los 5.000 reales, pero como esta cantidad no se podía conseguir mediante arbitrios municipales, puesto que quedaban fuera del presupuesto ordinario, se decidió que “se verifique por reparto vecinal”, para ello era imprescindible obtener el acuerdo de la Diputación Provincial.
Entonces se abrió un expediente para solicitar la ayuda a los órganos provinciales. El primer paso fue certificar por los síndicos que el Ayuntamiento no disponía de otro mecanismo financiero para sufragar los gastos de estas obras que el repartir proporcionalmente esta cantidad entre los vecinos.
El 18 de noviembre se determinó que el expediente estaba concluido y se envió a la Diputación Provincial. La Diputación analizó el expediente concienzudamente durante casi un mes, para devolverlo el 9 de diciembre por haber encontrado en él diferentes errores en su tramitación derivados de una falta de concreción y detalle en el presupuesto.
El 15 de febrero de 1841 el pleno de la corporación ordenó que comparecieran los peritos albañiles y subsanasen esos errores. Tres días después los albañiles detallaron al alcalde las obras a realizar.
Los trabajos iban a consistir en soterrar la tubería “dos palmos de vara” para cuyo trabajo se necesitaba el concurso de un hombre durante unos 100 días. Este obrero cobraría a razón de 8 reales de vellón por jornada, ascendiendo su salario total a unos 800 reales de vellón. En relación a los materiales se necesitaban: 100 cahíces de cal a 12 reales cada uno, que hacen 1200 reales de vellón; 300 cahíces de arena, que suponen 800 reales de vellón; alguna piedra de cantería, que asciende a 600 reales de vellón. Con la finalidad de confeccionar la masa y reponer la tubería trabajarían: un maestro, un amasador y un peón durante 80 días, por lo que el dinero dedicado a este concepto era el siguiente: el maestro 800 reales, pues cobra a 10 reales por día, 480 del amasador, que recibe 6 reales por día y 320 reales del peón, quien cobra 4 reales al día. El montante total era de 5.000 reales de vellón.
El 21 de febrero se aprobó el presupuesto y a la mañana siguiente se mandó el expediente a la Diputación Provincial de Alicante.
El órgano provincial resolvió, con una inusitada rapidez, y el 12 de marzo aprobó el presupuesto de gastos para la composición del acueducto de las aguas potables de la ciudad de Xixona. Pensamos que finalmente una obra tan necesaria para nuestra ciudad se llevó a término.