CON LA OBRA DE LA PLAZA DE TOROS DE TRUJILLO EN 1848 SE INICIÓ ESTA GENERACIÓN FAMILIAR • LA SOCIEDAD DE VECINOS ABRIÓ UNA SUSCRIPCIÓN POPULAR DE ACCIONES PARA FINANCIAR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA PLAZA DE TOROS, SEGÚN EL CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO, JOSÉ ANTONIO RAMOS
El año que viene se cumple el 170º aniversario de la construcción de la plaza de toros de Trujillo, un monumento declarado Bien de Interés Cultural.
Desde 1700 Trujillo ya contaba con plaza de toros. Estaba cerca de la ermita de Nuestra Señora de la Piedad y su cofradía era la propietaria, pero con el tiempo desapareció.
Por eso, el 18 de agosto de 1846 se formó una comisión, que después dio paso a una sociedad, con el objetivo de reedificar la plaza de toros en los terrenos de la anterior.
204 descendientes se reunieron ayer en Trujillo para honrar el apellido y su obra
Tras confirmarse que los terrenos ya no tenían dueño, la sociedad de vecinos abrió una suscripción popular de acciones para financiar la construcción de una nueva plaza, según el cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos.
Un año después, el Ayuntamiento vendía el terreno a esa sociedad por 500 reales. Sin embargo, la mayor parte de las acciones las adquirió el Marqués de la Conquista, Jacinto Orellana, quien encargó la construcción de plaza al arquitecto Calixto Francisco de la Muela y al constructor portugués Manuel Mariño Mariño. El valor de la obra rondaba los 236.000 reales, aunque el presupuesto se elevó.
La plaza de toros de Trujillo, que se inauguró oficialmente el 8 de junio de 1848, fue testigo de pases de históricos toreros como Antonio Bienvenida o Victoriano de la Serna, pero también de tragedias como la de servir de campo de prisioneros en la Guerra.
Y la plaza sirvió también para afianzar la carrera del maestro de obras de origen portugués Manuel Mariño Mariño, en España, donde crearía una estirpe de constructores Mariño, que durante casi un siglo pondrían su firma en la mayor parte de las obras públicas de la provincia de Cáceres.
Con la obra de la plaza de toros de Trujillo en 1848 se inició esta generación familiar
Tanto Manuel Mariño Mariño, como su hijo Manuel Mariño Jiménez y las empresas que crearon y que han mantenido hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, se encargaron de obras como la rehabilitación del puente romano de Alcántara, los cuarteles de Plasencia y Cáceres, el palacio de la Alberguería, la estación de trenes de Cáceres o el puente que hay en la carretera entre Cáceres y Trujillo.
Durante décadas, los Mariño fueron los encargados de ejecutar la mayoría de las obras públicas de la provincia cacereña. Una labor que siguieron otros Mariño con la reconstrucción de la muralla de Trujillo. Manuel Mariño Mariño (1820-1901) nació en Lanheses (Portugal) y se casó en Trujillo con Vicenta Jiménez Moreno.
Antigua fábrica de los Mariño, en la que se fabricaban baldosas
Tuvo cuatro hijos Manuel, Juana, Isabel y María. Pero fue el hijo varón, Manuel Mariño Jiménez, el que consolidara las bases iniciadas por su padre en el sector de la construcción y ampliara la fama de los Mariño como maestros en el arte de edificar obra pública.
En 1875 este trasladó el negocio a Cáceres. «Instaló la fábrica en lo que antes se conocía como Charco de la Rana -espacio ocupado en la actualidad por la avenida Antonio Hurtado-», según relataba un descendiente en una entrevista concedida a HOY hace unos años.
Allí decidió montar fábricas de cemento, baldosas, materiales de construcción y cal, que luego ampliaría a Trujillo, Aldea Moret Plasencia, que le suministraban los materiales necesarios para las obras.
Hubo una época en la que, incluso, decidió diversificar e instaló en Trujillo una fábrica de jabones a principios del siglo XX: Sus descendientes llegaron a montar en Moraleja fábricas de sulfuro, además de poseer en toda la provincia de Cáceres otras de aceite de orujo, de jabones y de baldosines.
Manuel Mariño Jiménez, que contrajo matrimonio en Trujillo con Antonia Felipa Fernández, de la que nacieron Felipe y Agustín; se casó en segundas nupcias, al enviudar, con María Báez Ávila, de Madroñera, con la que tuvo 17 hijos, aunque solo vivieron 8, según los datos que aporta uno de sus nietos José María Vilumara, en la biografía familiar.
Legado
Ellos fueron los que mantuvieron el legado familiar, montando empresas relacionadas con la construcción que durante más de un siglo les permitieron liderar el sector de la construcción en la región.
Los Mariño, además, llegaron a alcaldías como la de Plasencia o presidieron instituciones como la Confederación Hidrográfica del Guadiana durante años. Un descendiente suyo, Marcos Mariño, fue presidente del Cacereño.
El honor de compartir el apellido Mariño llevó ayer a varias generaciones, todos descendientes de Manuel Mariño Mariño, a reunirse en Trujillo, en la convivencia ‘Mariñada’, con la que, además de conocerse, pretendían recordar el nombre de su antecesor y honrar su obra.
Organizados por Miguel Torres Mariño ‘Torriño’, más de 200 personas llegadas desde varios puntos del país han cubierto casi toda la ocupación hotelera en Trujillo este fin de semana, donde el hotel Izán ha sido el escenario del encuentro.
Para recordar esa primera obra fundacional de una estirpe, ayer los descendientes descubrieron una placa en recuerdo a Manuel Mariño Mariño en la plaza de toros.
Fuente: http://www.hoy.es/ – Gloria Casares