POR LUIS MIGUEL MONTES ARBOLEYA, CRONISTA OFICIAL DE BIMENES (ASTURIAS).
Los trámites para la construcción del edificio que albergaría el Consistorio de Bimenes, en Martimporra, comenzaron hacia 1860. Era alcalde Bonifacio Vázquez —vecino de la parroquia de Suares, que ejerció como tal desde 1859 hasta 1865—, y secretario, Andrés Ardisana.
En estos años las reuniones de los representantes del concejo se hacían, según rezan los documentos del archivo municipal, en el «atrio de una capilla». Casi con toda seguridad se refieran a la capilla de la Virgen del Camino, junto al palacio, y a escasos metros del futuro Ayuntamiento. También podría ser en la capilla de Ntra. Sra. de la Natividad de Sienra —capital de Bimenes que precedió a Martimporra—, delante de la casona de los Careaga, pero que descartamos por sus pequeñas dimensiones. En 1860 se lamentaba el alcalde, Bonifacio Vázquez, de que no había un local donde celebrar las sesiones de ayuntamiento. De ahí la necesidad de habilitar uno digno.
Se hace constar, en julio de 1861, que la piedra necesaria para su construcción fuera mediante prestación no redimida, y en el mes de octubre de este mismo año se establece un primer contacto con el marqués de Casa Estrada, a la sazón dueño del terreno llamado «Campo de Martimporra» en el cual se iba a construir el Ayuntamiento, a través de su administradora, Celestina Castañón. El Ayuntamiento le pide a ella que nombre a un perito para tasar la parcela, cargo que recayó en Joaquín Pando Careaga. Por parte de la corporación yerbata el perito elegido fue Antonio Mañana.
A comienzos del año siguiente, durante los meses de febrero y marzo de 1862, la corporación municipal pide una subvención de 4.000 reales al ministerio de Fomento por medio del gobernador provincial. También se pide al mismo permiso para subastar cuarenta robles de las dehesas nacionales que había en el concejo.
En abril comienzan los expedientes con los dos peritos: Antonio Mañana y Joaquín Pando Careaga. Pero hagamos un pequeño inciso para conocer algo de este último. Sabemos que era natural de Villaviciosa, aunque cuando lo nombran perito estaba domiciliado en Sienra. Su madre, Cándida, que pertenecía a la familia de los Careaga, se había casado con Tomás Pando y vivieron en Villaviciosa. Joaquín estaba soltero cuando falleció de fiebres tifoideas el 18 de abril de 1871; contaba 43 años, y fue enterrado en el cementerio parroquial de Piñera.
Los peritos acuerdan que el terreno tiene una extensión de 340 varas2, y lo tasan en 3.000 reales el día de bueyes. La suma total asciende a 566 reales. En este tiempo el vecino de Tabayes Pedro Hernán Pérez fue nombrado para tasar la obra.
El remate se hace varios años después, el 30 de julio de 1865, con nuevo alcalde: Bonifacio Mañana. El presupuesto de la obra asciende a 3.850 reales, y el mejor postor fue el vecino de Les Collaes y juez de paz Juan Vigón, quien se lo adjudica en 3.680 reales. El importe del remate se hizo en tres plazos. El fiador de este fue Bonifacio Vázquez, el alcalde que lo promovió.
El encargado de dirigir la obra sería el regidor Julián Mañana, quien tenía la obligación de informar a la corporación, cada quince días, de los adelantos de la obra y de los jornales invertidos en ella. De paso, se aprovecha durante las obras para arreglar el techo de la escuela que estaba en malas condiciones como consecuencia de la construcción del Consistorio. Las idas y venidas a la capital asturiana se suceden. Queda constancia de un viaje que hizo el alcalde Bonifacio Vázquez a Oviedo al cual la corporación le concede 80 reales para gastos.
En el pliego de condiciones se hace constar que la parcela tendría que estar unida por el mediodía a la escuela. En su edificación se especifica que se empleará teja, cal, arena y piedra, pared del río, vigas de castaño y roble, y que la puerta tendrá tres hojas de castaño con dispensadores, aldabilla carcelera, picaporte y pesllera.
La distribución, según mi padre, Ernesto Montes Estrada, antiguo empleado del viejo Consistorio, era como sigue. Abajo, a la derecha, según se entraba estaba el juzgado de paz; a la izquierda había un cuarto para los de Arbitrios y un pequeño hueco que servía como trastero o carbonera. A la planta de arriba se subía por una escalera de madera. Separados por un pasillo, estaba el salón de plenos, a la izquierda, que ocupaba toda esa parte del edificio, y a la derecha, el despacho del secretario, que daba para el río, y el del alcalde, para la carretera. El Consistorio, a mano derecha, tenía un pequeño terreno, y por detrás había un camino de paso entre las edificaciones y el río Caldar.
El edificio, aunque desvirtuado, todavía se conserva. Es la casa de Cabañina, justo enfrente del palacio y junto a la tienda de Carmita Pandiella. Se utilizó hasta 1965 o 1966 —duró un siglo, año arriba año abajo— en que se construyó uno nuevo pasando el río, al lado de la carretera que sube a Tuenes, entre el Economato y la Sindical. El último alcalde que desempeñó su labor en este viejo caserón decimonónico fue José María Caso Mayor, que en aquel tiempo también regentaba la botica del concejo, y que poco tiempo después sería alcalde de Nava y alma mater e impulsor del hoy afamado «Festival de la Sidra» de la villa naveta.
FUENTE: EL CRONISTA