POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
La cultura del agua, en la Región de Murcia, era muy prolija. No obstante, al ser las Vegas media y alta del río Segura, de terreno quebrado e irregular, precisaba de artefactos especiales para poder regar los bancales a donde no podían llegar las aguas de acequias y brazales. Para tales menesteres se necesitaban artilugios ideados por nuestros agricultores antepasados, tales como “la rafa”, “aceñas”, “norias” y “contra aceñas”.
En Ulea, en el paraje de “la glorieta” había unos terrenos muy fértiles que estaban de secano al no poder llegar el agua de la acequia. Para solventar el problema, nuestros antepasados, en la heredad de la familia Ramírez Carrillo (Los Frasquitones) hicieron una balsa, en los albores del siglo XIX que llenaban con agua de la acequia y que elevaba el agua por medio de una aceña hasta los terrenos de la familia Ortega Garrido y Ayala Garrido (La Paz y la Emilia). Pero, 23 metros más arriba, se encontraba el terreno, propiedad del Conde Heredia Spínola, en el paraje de “la Glorieta (frente a los árboles grandes) que no se podía regar y, por tanto era terreno baldío. Como consecuencia, el señor Heredia Spínola, con el debido respeto, elevó una solicitud para conseguir el agua necesaria para regar 25 tahúllas de terreno baldío en el paraje de “La Glorieta», precisando la colocación de una contra aceña para conseguir la fertilidad de dichas tierras. Dicha licencia le fue concedida, teniendo que tomar el agua de la acequia menor de Ulea, por intermedio de otra aceña. Para soslayar el problema, desde la primera aceña derivaron agua a una balsa, justo debajo del terreno de secano y colocaron una segunda aceña que elevaría el agua hasta el nivel deseado, gracias al trabajo de dos fornidas mulas qué, con los ojos tapados, daban una vuelta tras otra, tirando, a su vez, de unos cangilones llenos de agua que los iban abocando al canal de riego, desde donde eran encauzadas a las parcelas que debían regarse.
Si para la primera aceña era suficiente el trabajo de una acémila, para la contra aceña se precisaban dos; y que fueran bravías, ya que desde la balsa hasta la superficie había una altura de unos 30 metros. Esta contra aceña, que fue instalada en el año 1854, cesó en sus funciones en el año 1933, por causar más gastos que beneficios y, además, por ir vendiendo parcelas, el señor Heredia Spínola, para la construcción de casas y corrales. Los restos de chatarra de dicha contra aceña, permanecieron en el lugar en que efectuaban sus funciones, hasta el año 1949, fecha en que allanaron el terreno para la construcción de las escuelas y casas de los maestros.
Esta franja de terreno, llamada “La Glorieta” partía desde la llamada calle de “las eras” (actual carretera del molino) y llegaba hasta el paraje de “La Capellanía”.
Para conseguir la instalación de la contra aceña, el señor Heredia Spínola, solicitó licencia, con el respeto que requiere la autoridad competente, para la instalación de dicho artefacto, a finales del año 1853. Al ser concedida se instaló y comenzó a regar dicho terreno baldío, en el año 1854, con las aguas elevadas por la aceña hasta la balsa de la contra aceña de la acequia menor de Ulea.