POR ALFONSO ROVIRA. CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA)
Precisamente hoy, viernes, se cumplen 26 años desde que dio comienzo esta crónica semanal en las páginas manchadas de tinta que todos los días nos sirven la actualidad de la comarca a través de Levante-EMV.
La primera entrega salió publicada un domingo y estaba dedicada al antiguo teatro y terraza de verano Casablanca, un espacio que condensói durante décadas buena parte de los sueños de los alcireños y que quedó literalmente engullido por el imparable avance del cemento que enterró el viejo cauce del Júcar hasta convertirlo en la pujante Avenida de los Santos Patronos, símbolo imperecedero del progreso económico que proporcionó la entonces incipiente industrialización y la periódica garantía de ingresos quen proporcionaba el calendario agrícola.
Hoy, con el relato que ahora tienen en sus manos, hemos conseguido alcanzar, sin interrupción, 1.053 crónicas de los recuerdos que ha sedimentado la sociedad alcireña a lo largo de medio siglo. Hemos tratado de brindarles historias cercanas, reconocibles, de la vida que decenas de de miles de personas han compartido en la vieja isla del Xúquer.
Sin alejarnos mucho en el tiempo, nunca más allá de seis décadas, hemos proporcionado la memoria social transmitida de manera oral y que la prensa permite ahora transformar en materia escrita.
El contenido era fruto de las vivencias que he tenido la fortuna de acumular día a día, sobre todo a través de la experiencia que me proporcionaron los cuarenta largos años que tuve la suerte de dedicar profesionalmente a aquella entrañable Radio Alzira que fundara Juan Ortega y que bien pronto se integró en la estructura de la Cadena SER.
A lo largo de estos 26 años de crónicas, los lectores han encontrado temas muy variados, siempre teñidos de ese costumbrismo popular que tanto se aprecia en los pueblos y salidos casi todos ellos de los recuerdos que he ido acumulando día a día en mi memoria y que ahora, en la tardor de la vida, puedo legar a través de estas páginas a las generaciones venideras.
La iniciativa partió de Ferran Belda, entonces director del periódico, y de Bernat Clari, una de las personas que más aprecio
en Alzira, con quien compartí la profesión de radiofonista ante aquellos mircófonos tan añorados de los estudios que la Cadena SER abrió en la Plaza del Reino.
A ellos y a todo su equipo de periodistas que han ayudado a editar estos relatos, debo parte del mérito que aquellol que parecía destinado a durar unos meses se haya convertido en una sección muy apreciada para los lectores que ya sobrepasael cuarto de siglo.
Mi objetivo semanal es narrar algunos aspectos peculiares, a veces desconocidos, de la historia local. Convertir en protagonista de la crónica a un arenero que hurgaba las entrañas del río es motivo de satisfacción para muchos ciudadanos anónimos y un acto de justicia que ayuda a compensar la sobreexposición de los grandes hombres que llenan siempre la historia local.
Biografías de alcireños más o menos ilustres, representantes de oficios desaparecidos, recuerdos de festejos y celebraciones populares, tributos de homenaje a grandes referentes sociales, hitos culturales han ocupado, semana tras semana, su espacio en esta ventana abierta a la vida local.
Son pequeños reportajes, convertidos en ocasiones, ante luctuosas pérdidas, en obituarios, que pretenden conquistar el alma de los lectores. No son lecciones extensas, dado que hay que ajustar al limitado espacio disponible y se acompañan siempre de una imagen que aspira a ser tan importante como el texto.
La fotografía va indisociablemente unida a la letra paa formar un conjunto homogéneo que avive los recuerdos de los ciudadanos que miran, con o sin nostalgia, atrás.
Ojala estos 26 años ya cumplidos de crónicas hayan incentivado a los más jóvenes a recomponer un pasado que desconocen y le haya animado a apreciar una Alzira que todos llevamos al cor. La lectura siempre conduce a la reflexión. De eso se trata.