EL INMUEBLE QUE HACE LA ESQUINA DE LAS CALLES MON Y SAN ANTONIO, EN PLENO CASCO HISTÓRICO DE LA CIUDAD, RESULTA SER EL EDIFICIO DE VIVIENDAS MÁS ANTIGUO DE LA CAPITAL
Los nuevos y pomposos proyectos urbanísticos anunciados a bombo y platillo para las puertas de la ciudad amenazan con ensombrecer las piezas arquitectónicas que aún sobreviven en el casco antiguo. Al menos así lo denuncian algunos grupos políticos, colectivos culturales y hasta asesores de la Unesco, que ven cómo las tres torres de 139 metros de altura proyectadas para la parcela de El Vasco, a sólo 260 metros de la Catedral, podrían afectar hasta al título de Patrimonio de la Humanidad que recae sobre los monumentos del pre románico.
Frente a construcciones megalómanas encontramos en las calles del casco histórico un discreto edificio que no pertenece a la edad de oro del arte asturiano ni está catalogado entre las grandes obras arquitectónicas de Asturias, pero que los expertos lo consideran «una auténtica joya olvidada». La construcción, que hace esquina entre la calle Mon y la calle San Antonio, en la zona conocida como “los cuatro cantones”, bien podría ilustrar un manual de arquitectura ovetense o los folletos municipales turísticos. Se trata, según historiadores consultados, del edificio de viviendas más antiguo de la capital.
El profesor de Historia de Arte de la Universidad de Oviedo, Javier González Santos, explica que «sin lugar a dudas» este edificio se trata de la construcción más antigua en la ciudad de la conocida como arquitectura doméstica. «Podría remontarse a finales del siglo XVI», apunta el historiador, si bien no consta una fecha más exacta de su construcción. Al parecer sí hay acuerdo entre los expertos al señalar este edificio como el único que pervive actualmente de este modelo constructivo, que fue el predominante hasta principios del siglo XIX.
La solución urbanística de nuestros antecesores del barroco pasaba por afianzar una estructura a base de vigas de madera y levantar muros con arcilla y algo de ladrillo. «Se aprovechaban de los elementos constructivos que había en Asturias más a mano, pero la piedra tardó en llegar a los edificios populares de viviendas», asegura el historiador. La huella de este modelo aún se observa a primera vista. El edificio va aumentando su extensión en planta a medida que sube en altura, es decir, las plantas superiores son más anchas que las inferiores, con el objetivo de aprovechar al máximo el espacio. La especulación urbanística viene de antiguo.
Hace dos décadas contábamos en la ciudad con otro edificio de las mismas características. Tal y como recuerda la CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO, CARMEN RUIZ-TILVE, éste se encontraba en el plaza del ayuntamiento, donde actualmente se ubica una farmacia en una de las esquinas del ágora. «Era un edificio precioso, que fue derribado a principios de los 80. Entonces se perdió una joya como la de los cuatro cantones», afirma.
Ni siquiera los actuales inquilinos de la casa sabían de su valor. Los hermanos Francisco y Antonio Prado, que ocupan las cuatro plantas del inmueble con su tienda de artículos religiosos, se quedaron atónitos cuando este periódico les comentó las estimaciones de los expertos sobre la antigüedad del inmueble. «No sabíamos nada», exclama Francisco, el cual atesora albaranes del establecimiento que datan del año 1896. Los Prado aguardan a que algún documento revele la fecha de fundación de su negocio, que al igual que el edificio, podría resultar muy antigua.
Los responsables municipales no quieren alterar sus planes para la construcción de las “trillizas” de Calatrava, a pesar de las recomendaciones contrarias por parte de expertos en patrimonio. «Las tres torres son un auténtico atentado contra el buen gusto, una bestialidad que sólo servirá para beneficiar a unos pocos y para comerse a la Catedral». Lo dice el historiador Javier González Santos.