LA CULTURA DEL VINO RENACE EN SARIEGO (ASTURIAS) • BORJA ALCÁZAR SE LANZA A LA AVENTURA DE RECUPERAR LA VERDEJO NEGRA, UNA VARIEDAD DE UVA QUE CRECÍA EN EL CONCEJO
Ago 28 2020

CONTÓ AL INICIO CON EL CRONISTA OFICIAL DEL CONCEJO, FLORENCIO FRIERA: «ENCONTRAMOS ALGUNAS REFERENCIAS A VINOS Y TOPÓNIMOS QUE SE REMONTABAN AL SIGLO XVI»

Borja Alcázar muestra parte de su viñedo, que actualmente cuenta con ochocientas cepas creciendo a buen ritmo. / PABLO NOSTI

Un viñedo rebelde se alza en Sariego con el ambicioso objetivo de producir el primer vino de uva saregana de la época moderna. Borja Alcázar, delantal del ya conocido restaurante Abrelatas en Pola de Siero, está dispuesto a llevarle la contraria al paraíso tradicionalmente sidrero en el que nació. Se pasea entre las cepas de la localidad de Barbechu, en la parroquia de Narzana (Sariego), mientras cuenta la historia de cómo y por qué ochocientos ejemplares de uva verdejo negro crecen contra todo convencionalismo en uno de sus terrenos familiares. El relato comienza no muy lejos de allí, en casa de sus abuelos, donde una gran parra de uva tinta rodeaba los muros de la vivienda.

A día de hoy las cepas descendientes de aquella parra crecen fuertes y hermosas, alguna tiene hasta nombre propio. En cinco años, Borja espera poder ver los frutos -literales- de cinco años de trabajo. Y a no mucho más tardar fantasea con tener su propia bodega y comercializar humildemente el caldo resultante.

La verdejo negro se levanta sobre un injerto de una planta americana a la que no afecta el parásito que devastó los viñedos de toda Europa: la filoxera, explica. Plantada a mano, la familia al completo colaboró durante dos días para poner a punto la plantación. La uva que espera obtener Borja es una de las predilectas del propio viticultor en ciernes. Una variedad que espera dé un vino ligero de toques ácidos gracias a la humedad característica de la región, «con un aire» a los de la zona de Cangas, pero curiosamente similar a los de la francesa Trousseau -también conocida como Bastardo-. «Será un vino, como yo digo, ‘popular’», comenta entre risas. «Mi intención es dejar que la uva se exprese y salga como le dé la gana», remata.

El comienzo de todo

Borja contó al inicio de su viaje enológico con el cronista oficial del concejo, Florencio Friera: «Encontramos algunas referencias a vinos y topónimos que se remontaban al siglo XVI, en las que se hablaba de dos zonas llamadas La Viña, ambas con tierra muy indicada para el cultivo de la vid». Se trata de dos terrenos pertenecientes a dos monasterios: el de Valdediós, en el que apunta «se encontró una bodega y varios escritos», y el de San Bartolomé de Nava, actualmente en poder de Las Pelayas de Oviedo.

Solo había una cosa sin documentar: el tipo de uva plantado. «No estaba documentado y necesitaba de un estudio más completo, así que para continuar con el legado histórico vinícola de Sariego, pero siendo ya un poco más sentimental, me dije que por qué no plantar la variedad de uva que había en casa de mi abuela».

El tiempo sin embargo no perdona y la hermosa parra ya no crecía en el muro que Borja recordaba, habían arrancado la planta al levantar el patio en una reforma. «Con tan buena suerte que semanas después me encontré con una vecina que sabía de una parra exactamente igual detrás de su casa que crecía desde hacía 80 años, la habían injertado de la de mi abuela», rememora entusiasmado. «Así que la llevamos a analizar», continúa.

Carmen Martínez, la investigadora canguesa de CSIF y directora de viticultura del Centro Biológico de Galicia, que recuperó varias uvas gallegas y de Cangas del Narcea, fue la pieza clave para desentrañar el misterio. «Todavía no tenemos los análisis de ADN definitivos porque esto va muy lento, pero llegamos a la conclusión de que era verdejo negro, una de las variedades adscritas a la denominación de Cangas, y teníamos ganas de plantar, así que lo hicimos con cuatro variedades para probar». Eran albarín blanco y tinto, carrasquín y el verdejo negro que mantiene en la actualidad.

Aquel fue el primer contacto de Borja con la viticultura. Hace ya de aquello cinco años. El lugar sin embargo no era el idóneo, al encontrarse en una pronunciada ladera de difícil acceso, por lo que se trasladó a su actual finca en Barbechu por consejo de Nicolás Marcos, antiguo gerente de bodega Dominio del Urogallo. Ahí crece el pasado, presente y futuro del vino saregano.

Fuente: https://www.elcomercio.es/ – MÓNICA RIVERO

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