POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).
La cultura sidrera asturiana está a las puertas de convertirse en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) decidirá -antes de que finalice este año- si esta tradición tan asturiana pasa a formar parte de la lista del Patrimonio Mundial Inmaterial.
El documento más antiguo de la Edad Media en la Península Ibérica -perteneciente al Reino de Asturias- se denomina Ego Fakilo y se conserva en la Catedral de Oviedo, datado el 8 de julio del año 803, y en él se recoge la donación que una rica terrateniente hace para erigir el Monasterio de Sta. María de Libardón, en Colunga. Es el primer original que se conserva de la Monarquía asturiana en el reinado de Alfonso II. Escrito sobre pergamino de piel de cordero, con una tinta obtenida a base de óxido de hierro, en un latín muy alejado del clasicismo y con caligrafía visigótica; Fakilo especifica que entrega villas, bosques, viñas y manzanos para elaborar mostos y sidra, a fin de que obtengan réditos económicos mediante su explotación para la fundación y mantenimiento del monasterio citado.
La que llamaban perada o sidra de pera nunca tuvo defensores como la sidra de manzana y -por supuesto- el vino estaba al alcance de la mayoría de aquellos campesinos medievales. Las castañas y las frutas completaban el menú. Como ya contaba el poeta romano Virgilio antes de Cristo: “Mitia poma, castaneae molles et pressi copia lactis” (sazonadas manzanas, castañas cocidas y abundancia de leche presa).
En el siglo XV algunos peregrinos hacia Compostela mencionan los manzanos silvestres que había por decenas de miles en alturas entre los 100 y los 600 metros. Vascos y asturianos exportaban injertos de buenos manzanos ya desde el siglo XI a otros lugares como Bretaña y Normandía. Constancia quedó que los pescadores que salían a la captura de la ballena y el bacalao iban bien provistos de sidra.
Además, había en Asturias abundancia de naranjos y limoneros, como escribió a su paso por Asturias en 1517 el flamenco Laurent Vital -cronista acompañante del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico- al igual que el padre Carvallo cita -un siglo después- que había tanta abundancia de naranjas y limones que además de los que se consumían en la tierra, se exportaban a Castilla e, incluso, se cargaban navíos para Francia.
Llevamos 500 años bebiendo sidra en las fiestas de Asturias, puesto que es a comienzos del siglo XVI cuando aparecen los primeros puestos de venta de sidra en las romerías asturianas.
El paisaje agrícola asturiano ha variado mucho a lo largo de la historia, tanto el paisaje espontáneo como el construido o destruido por el hombre que lo va transformando y modificando a su antojo e interés, generalmente para mejorarlo. Entretanto, la sidra sigue corriendo y -afortunadamente- cada vez con más calidad, cantidad y acogida popular, tanto por los asturianos como por los que nos visitan en el “Paraíso Natural”.
Muchos vecinos de nuestro concejo de Parres tienen sus lagares particulares para el consumo familiar, al igual que ocurre en el resto de una Asturias siempre plural, compleja, diáfana, montañosa, cantábrica, urbana, ganadera y pesquera, rural y apacible, laboriosa y festiva, plena de mujeres y de hombres de buena voluntad.
Francisco José Rozada Martínez, 27 de septiembre de 2024
(Este artículo lo he publicado hoy en el diario asturiano “La Nueva España”)
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez
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