EL AÑO LUSTRAL DE 1935 HA PASADO, COMO NOS DICE MARÍA VICTORIA HERNÁNDEZ -CRONISTA OFICIAL DE LOS LLANOS DE ARIDANE- “POR SER LA PRIMERA VEZ, QUE SEPAMOS, QUE SALIERON DE SANTA CRUZ DE LA PALMA, DONDE NACIERON LOS ENANOS DE LA BAJADA DE LA VIRGEN»
El polifacético Beneficiado de El Salvador Manuel Díaz, popularmente conocido como el Cura Díaz, confeccionó algunas caretas para Los Enanos. Era un hombre liberal, destacado constitucionalista y amante de las artes plásticas y los regocijos populares. Algunas han llegado hasta nosotros en un lamentable estado de conservación. Otras habían sido pasto de las llamas en el pavoroso incendio del Casino capitalino donde se hallaban guardadas el 8 de julio de 1931. Recogiendo el relevo artístico, debemos al artista palmero Félix Martín Pérez, la continuación de la ejecución de análogas figuras. Al querido vecino y profesor de la escuela de Arte y Oficios de la capital le debemos no solo la ardua labor de forja y modelado de las caras de los veinticuatro enanos, sino la complicada, emotiva y delicada ceremonia tradicional de vestir al enano desde la tarde de ese jueves. Es, junto al misterioso y mágico instante de la transformación, el secreto mejor guardado.
Es precisamente un hijo de este artesano, Luis A. Martín Rodríguez, quien se ocupa en la restauración, reciclado y mantenimiento de las caretas de los enanos en su taller del Barrio de La Canela (San Sebastián). Para él, “lo de las doce parejas de Enanos -numerados con o sin punto- tiene su origen en el número mágico, bíblico: los doce apóstoles, los signos del Zodíaco, los meses del año, la docena de huevos…” Heredó de su padre, hace más de treinta y cinco años, esta afición artesanal, por vocación y tradición. Carga con la delicada responsabilidad de adaptar las caretas a las características físicas y medidas de los danzantes. Para este artista, “la iconografía de los Enanos proviene de una burla deliberada del estilo militar napoleónico. Una mirada irónica fijó el vestuario: bicornio galo, casaca, zapatos con hebillas, camisas con chorreras y lazo, medias, peinados… Lo más importante de la Danza es la transformación, que es un acto de prestidigitación, magia”.
El palmero Francisco Arrocha Méndez, conocido popularmente por Quico el Cigarrito, sigue siendo recordado en El Paso por haber aceptado el reto de organizar una Danza de los Enanos en aquella ciudad sin el permiso de las competentes autoridades capitalinas, aceptando la petición que le hiciera el alcalde pasense don Vicente Santana. Cirilo Leal Mújica nos recuerda en un artículo de prensa local que “de aquella intentona aún se guarda memoria y testimonio gráfico”. Continúa informándonos de que “la evocación de este episodio contestatario de su existencia le produce risa, la algazara de un veterano bailarín que conoce todos los secretos del arte de la metamorfosis de los gigantes que se transmutan en un santiamén en enanos en las tripas de la barraca de los milagrosos”. En el artículo titulado Los enanos apócrifos. Una aventura que nació y murió en El Paso recoge las palabras de aquel vecino: “Les hice seis enanos y seis enanas. La actuación se hizo en el cine. La música fue la misma, la polca de los enanos”.
El año lustral de 1935 ha pasado, como nos dice María Victoria Hernández -cronista oficial de Los Llanos de Aridane– “por ser la primera vez, que sepamos, que salieron de Santa Cruz de La Palma, donde nacieron los Enanos de la Bajada de la Virgen. Otras representaciones extraordinarias posteriores también son ya historia y, como siempre, el palmero defendió su permanencia solo en el año lustral y en honor de la Virgen y Patrona de la Isla, Nuestra Señora de Las Nieves”.
Fue precisamente ese año cuando la palmera danza salió de las fronteras insulares. Como reflejaba el Diario de Avisos (29 de noviembre de 1935): “En el Vapor León y Castillo embarcaron anoche para Tenerife el personal de la Danza de Enanos y sus directivos don José Massieu y García y don Pedro Díaz Batista, que van contratados para dar unas representaciones en la Plaza de Toros de la capital provincial”. En la edición de 1935, los Enanos, en su primera parte, habían vestido el traje de romanos, cuya letra había sido escrita por don José Lozano Pérez.
Debido a las fuertes lluvias registradas en Santa Cruz de Tenerife, no pudo representarse la danza en la Plaza de Toros, pero sí en el Teatro Guimerá. La cronista llanense nos recuerda cómo se reflejó el espectáculo en la prensa de entonces, concretamente en el periódico tinerfeño Hoy: “… el domingo último se celebró en el Teatro Guimerá una magnífica fiesta de arte, en la que figuraba como número de fuera la presentación de la Danza de los Enanos de La Palma”. Continuaba relatando: “No cabe duda que los Enanos palmeros constituyen un número de sorprendente realidad y de gran vida escénica, sobresaliendo la rapidez de la transformación, que el público acogió con fervoroso entusiasmo”.
El periódico Acción Social había sido tajante en cuanto a que esta tradición saliese de La Palma, puesto que “cada cosa tiene su escenario y su momento, que el caso de hoy no podrá ser nunca otro que las calles de Santa Cruz de La Palma una madrugada de la primavera, rebosante de rojos cortinones y de gentes que corren, luchan por un sitio que luego perderán, seguramente, por ver un instante el monstruo, y luego a empujar, a engañar a un guardia, y … a no poderlos ver tampoco… será pues, preciso llegar a la Alameda -si yo sé me acuesto a las 8 y me levanto de madrugada- habrá quien lo diga … y esto también forma parte indudable de los Enanos…”. Esa misma publicación había hecho pública la siguiente reflexión: “Que la gente joven quiera darse ese paseíto a la capital de la provincia, hasta ahí llegamos, pero las personas mayores, esas que presumen de amar su tierra, de patriotas y hasta de religiosos, no deben consentir que se haga esa máxima tontería que nos desacredita y desluce las fiestas lustrales, contribuyendo no poco a que llegada la ocasión disminuya el número de coprovincianos que nos visiten. Hay que pensar un poco más en La Palma”.
Volviendo con los “auténticos y únicos Enanos”, en el año 1905, la letra fue escrita por el prestigioso médico e investigador palmero Elías Santos Abreu (1856-1937), mientras que su hijo, Domingo Santos (1902-1979), fue el creador de la actual y pegadiza polka. Una popular música contagiosa y encantadora que ha hecho bailar a viejos, peregrinos, guerreros, reyes, romanos, astrólogos, monjes, japoneses, doctores, nazarenos, consejeros, estudiantes, taumaturgos, atenienses, dominicos, musulmanes, navegantes, vikingos, cardenales, caballeros… Todos ellos protegidos por fabulosos ropajes usados en la primera parte de la sentida loa a La Morenita, desprendidos de ellos mágicamente en el interior de la caseta, donde tiene lugar el repetitivo prodigio del jueves anterior a su Bajada. El primer enano surge de las entrañas ocultas y se convierte con la polca, ante un enfervorizado público, en un ser especial, en un mágico y feliz pregonero de La Virgen, que baja ya. Una simbología única e insustituible en nuestras tradiciones y nuestras fiestas.
La Danza de Enanos -desde que fue dirigida en su primera edición por Miguel Torres-, no solo se ejecutaba como preámbulo a la Bajada de la Señora del Monte. Alguna brillante efeméride nacional o conmemoración importante de la Isla era motivo suficiente para que se disfrutase con este entrañable y anhelado espectáculo. Como ejemplo, se danzó ante Francisco Franco el 20 de octubre de 1950, año lustral, en el Muelle de la capital palmera y en presencia del ministro de Gobernación, el palmero Blas Pérez González. Más tarde, ya fuera de su contexto lustral, tan solo se ha representado ante SS.MM. los Reyes de España en su visita oficial. Tuvo lugar en la renacentista plaza de España de la misma ciudad en mayo de 1986. Todavía se conserva en las retinas de los testigos el semblante asombrado de la Reina cuando apareció el primer Enano por la puerta de la caseta.
Fuente: https://diariodeavisos.elespanol.com/– José Guillermo Rodríguez Escudero