POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
La maestra de danza meridana licenciada Deyanira Aguilar Pacheco me envía varios documentos sobre el Baile del Cordón que allí en la ciudad de Mérida (Yucatán. México), donde he tenido la oportunidad de viajar en varias ocasiones, le llaman la Danza de las Cintas.
Los textos que pongo en cursiva son suyos y con ello quiero trasmitir cómo ha llegado nuestro Baile del Cordón desde España hasta tan lejos, aunque alli se considera que lo llevaron los aujrtohúngaros en tiempos del emperados Maxi-miliano, La licenciada Deyanira habla de la diferencia entre las danzas tradi-cional y ritual:
La danza tradicional tiene coincidencias con la danza ritual, ya que ambas son preservadas por la colectividad de origen, al ser transmitidas por un maes-tro a las nuevas generaciones, reafirmando así las relaciones entre los integran-tes de la comunidad étnica. Ambas tienen tanto una función social como una función estética, que puede o no gustarle a los espectadores, ya que una buena interpretación cumple, primordialmente, con la necesidad del vínculo del dan-zante consigo mismo y su divinidad, con el objetivo de pedir buenas cosechas, temporadas de caza o para agradecer favores solicitados en las ceremonias sagradas. La diferencia entre ambas danzas, es que la ritual surgió desde épo-cas prehistóricas y se ha mantenido vigente con el paso del tiempo, en diferen-tes culturas como la griega, la romana, la china, hasta llegar a la actualidad, en la que, en cada país se ha establecido mediante nuevos significados.
Y en otro trabajo, elaborado hace unos años sobre la Danza de las Cintas:
La Danza de las Cintas de Yucatán. ¡Qué viva la jarana! La más bella y poli-cromada danza tradicional de Yucatán es la conocida con el nombre de “Danza de las Cintas”.
Francisco Javier Clavijero (1731-1787) la describe de la siguiente manera:
“Había entre otros un baile muy curioso que aún usaban los yucatecos. Plantaban en el suelo un árbol cuya punta suspendían veinte cordones, se-gún el número de bailarines. Cada cual tomaba la extremidad del cordón y empezaba a danzar al son de los instrumentos cruzándose con mucha destre-za, hasta formar en torno del árbol un tejido de los cordones, observando en la distribución de los colores, cierto dibujo y simetría. Cuando a fuerza de dar vueltas se habían acortado los cordones que apenas podían sujetarlos, aun alzando mucho los brazos, deshacían lo hecho con otras figuras y pasos”.
Algunos grupos autóctonos de Ticul y Santa Elena, poblaciones situadas al sureste del Estado, la interpretan durante las fiestas de carnestolendas con el nombre de “Cinta del Carnaval”, con la peculiaridad de que todos los danzantes son hombres de edad madura caracterizados de mujeres, pero sin afemina-mientos, con una sobriedad conmovedora.
Esta danza se acompaña con un sonsonete indígena semejante a “los xtoles” ejecutando con guitarra, saxofón y timbal. Los danzantes cantan la tonadilla en lengua maya.
Dignos individuales, entradas y salidas en círculos, giros colectivos en torno al palo, así como cambios de lugar con sus parejas sin soltar los listones, para volver inmediatamente a sus posiciones iniciales. El tejido lo forman en más de cien compases, sin mirar el suelo ni la parte superior del árbol. Al terminar de tejer marcan sobre sus lugares ocho compases y proceden de inmediato a deshacer el tejido.
En algunas poblaciones esta danza se efectúa utilizando el tronco de un ceibo o una palma de huano; el remate del árbol se adorna con flores de gran tama-ño. Antes de iniciarse el tejido, los bailadores ejecutan sobre sus mismos luga-res algunos pasos característicos de esta danza.
En su escrito, la licenciada me dice que: el vídeo de un grupo de danza folclóri-ca academizada, representa mediante un espectáculo escénico lo que es ahora la nombrada «Danza de las Cintas», que de Danza solo tiene el nombre, ya que es un Baile Folclórico, porque la interpretan parejas de hombres y mujeres. La danza folclórica tradicional en México, la ejecutan en grupos, tales como solo hombres, niños, ancianos, o mujeres.