POR FERNANDO LEIVA BRIONES, CRONISTA OFICIAL DE FUENTE-TÓJAR (CÓRDOBA)
Como cada año por estas fechas, y con motivo de las fiestas patronales, las calles de FUENTE-TÓJAR se engalanan para recibir a “Los Danzantes de San Isidro” en su recorrido junto a la imagen barroca del Santo que devotos y cofrades conducen en procesión. (Las láminas recogen los diversos momentos procesionales. Hemos incluido otros momentos de los jóvenes danzantes que aprenden en el Colegio de manos de los maestros).
Son “Los Danzantes de San Isidro” (tuve el honor de ser danzante en varias ocasiones) un grupo formado por ocho varones ataviados con calzones cortos, faldas, enaguas, medias, alpargatas, camisas blancas adornadas con cintas de diversos colores y tiaras que cubren sus cabezas, excepto en dos de los componentes que lo hacen con sombreros de fieltro negro. Esos ocho varones, ejecutando una de las danzas más antiguas de la Península, danza de adoración, bailan en ocho ocasiones, como ya lo hicieron sus antepasados, a un ritmo de ¾, casi monótono, lo que hace que le dé a la Danza una singular belleza al tiempo que un aire primitivo. La primera vez que bailan es en la Iglesia, en la que tienen el privilegio de entrar cubiertos y, después de dar la vuelta al Santo, salen del Templo. En las siete ocasiones restantes realizan tres variedades coreográficas dentro de la propia Danza, si bien el ritmo y la música permanecen invariables, a saber: “los cruzaos y vuelta al Santo”, en una ocasión; “los cruzaos simples”, en cinco ocasiones, y “los cruzaos y reondillo”. Una vez terminada la procesión, retornan la Imagen a la Iglesia, en cuya puerta, los Danzantes reciben a S. Isidro postrados de rodillas.
Aludiendo al posible origen de la Danza de FUENTE-TÓJAR, con fecha 24 de abril de 1963, el Diario Córdoba, además de felicitar al pueblo por haber obtenido el Primer Premio Nacional de Danzas Antiguas (los que bailaron en aquella ocasión aparecen en la última lámina) señalaba: “En FUENTE-TÓJAR, pueblo del Sudeste Cordobés, respaldado por una gran tradición Prehistórica, perviven seguramente ecos milenarios de rituales danzas. ¿Quién sabe si en esos bailes ahora premiados no sobreviven Sagradas Danzas en honor de Endovélico, Nelo o Atecina, la viejas deidades prerromanas? Lo único cierto es que su insistencia reiterativa, en su hieratismo externo y en su interior frenesí late vibrante y avasallador un espíritu que no es de estos tiempos. Diríase que encadenados en la magia Sagrada de la Danza, resucitan viejos ritmos religiosos, proyectando en nuestros días la gran sombra de cultos abolidos. Hay algo sacerdotal en esa rítmica orgía de Danzas de FUENTE-TÓJAR. Esto es precisamente lo que les distingue de otras meramente lúdicas. La trascendencia que emanan es la que sobrecoge el ánimo del espectador. Entre una mayoría de bailes risueños, festivos o frívolos ¡Con qué imperio ancestral se apodera de nosotros la primitiva danza de este pueblo cordobés! Subyacente a lo romano y a la riquísima coreografía arábigo-andaluza, en un arte indígena, primitivo, hermano temporal de las “canticas gaditanas” es el que aflora en estas danzas”.
Pero, aunque lo comentado sea motivo más que suficiente para que FUENTE-TÓJAR se sienta orgullosa por haber sabido custodiar esta tradición milenaria, hay otro “rito” que, según nuestro conocimiento, es el que le da mayor autenticidad y a la vez aire antiguo: primero, la víspera de la Fiesta, por la noche, es decir, el 14 de mayo, los danzantes, inmersos en un ambiente dionisíaco, recorren el pueblo acompañados por los vecinos que, entre baile y baile, y trago y trago, van tañendo sus instrumentos; segundo, la tarde del “Día Mayor”, el 15, los danzantes se reúnen en casa del “maestro” y desde allí comienzan “el recorrido” a la vez que hacen sonar la música (guitarra, violín, sonajas y castañuelas) hasta llegar a la puerta de la Iglesia, en donde entran danzando, como apuntábamos al comienzo.
En todo ello comprobamos que el ritual seguido por los danzantes en la víspera es similar al que se practica en otros muchos lugares del viejo Continente. Recordemos la costumbre que tenían y tienen algunos jóvenes centroeuropeos y del Norte de España de agruparse una determinada jornada acordando, bajo el mando de un capataz, ir al día siguiente a cortar “el árbol mayo” o “el palo alto”, a fin de exponerlo adornado en la plaza del pueblo, momento en que comienza la fiesta. Comparando ambas ceremonias, observamos que en FUENTE-TÓJAR, el día acordado (el 15 de mayo) la noche precedente, guiados por el jefe (rito de juntarse los danzantes en la casa del maestro), llegan al campo (la Iglesia), recogen el árbol (S. Isidro) y lo acompañan exhibiéndolo por la población hasta que de nuevo lo plantan o exponen en la plaza (Iglesia), en donde le rinden culto postrados de rodillas. Ha habido una adaptación de lo pagano (que no quiere decir que no sea religioso) al Cristianismo: el “palo” o “álamo” se transformó en “Cruz” (Fiesta de la Santa Cruz en primavera) y, posteriormente en la sacra imagen de S. Isidro.