POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA /ASTURIAS)
Cuando en «La Venganza de don Mendo» se narra cómo la reina Berenguela, esposa de Alfonso VII, y su dama de honor la marquesa de Tarrasa entran en una cueva para cumplir la cita con el «marqués-trovador», este comprueba que «es la una y son las dos».
La «una» era la hora de la cita, y «dos» las personas que acudían a ella.
Pues algo parecido, amigos lectores, es lo que sucede en las localidades asturianas de PIVIERDA (Colunga) y ARNIN (Villaviciosa).
Un aprendiz de río las separa en límite municipal, y un mismo afán de vecindario, de trabajo, de convivencia las hermana, como decían los filósofos, «per modum unius».
Son dos pueblos en uno solo.
Pivierda, y con Pivierda Arnín, celebran este fin de semana cuasi otoñal (anuncian que hará buen tiempo) la festividad de la Virgen de los Dolores o Virgen Dolorosa, aunque el patronazgo titular corresponda a San Pelayo.
Habrá misa, procesión, subasta del ramu, concurso de tortillas, sardinada, romería, verbena…
Y habrá, y así se repite año tras año, reencuentros de gentes pivierdanas que «viven fuera» y la fiesta les renueva lazos de familia y amistad.
Y uno preguntará a su amigo del pasado: «¿Qué tal vas, ho?»
El amigo responderá de inmediato: «Sin profundizar, bien. ¿Y tu?»
Respuesta del primero: «¡Aproximadamente!».
Y es que en Piverda-Arnín tienen un modo de habla, casi un criptolenguaje, que hay que vivirlo para entenderlo.
Nosotros -la familia de mis suegros- celebrábamos La Dolorosa en casa de unos tíos, Ricardo y Araceli, que vivían en Agüera de Arriba, concretamente en Puente Agüera.
Nos reuníamos casi una veintena de invitados donde se nos obsequiaba con el típico menú de fiesta popular (entremeses de casa, arroz con pitu, pitu guisau, arroz con leche, brazu gitanu…).
En esos «entremeses de casa», Araceli lucía su habilidad preparando unos huevos rellenos que decoraba a modo de conejitos y disponía sobre un lecho de salsa rosa decorado en corona con juliana de lechuga.
Yo, cuando los veía en la mesa, recordaba una receta publicada por una señora argentina, Juana María Gorriti, que fue monja, dama ilustre y a partir «de los cuarenta», lesbiana, cuyo título era «Conejitos de las monjas» (¡No, por favor, no piensen mal!).
También he visto otras fórmulas donde decoran los huevos a modo de «paisanos» y los titulan «Huevos del paisanín» (¡No, no sigan con malos pensamientos!).
Así que para evitar pensamientos impuros y, a la vez, mantener las asturianía del plato, prepararemos unos «HUEVOS A LA CURUXA».
Cuezan huevos de gallina y, ya fríos, eliminen la cáscara. Den un corte en una de sus bases (la más ancha) y extraigan la yema, que mezclaran con migas de atún (conserva en aceite) y mayonesa. Con esa mezcla rellenen el interior de los huevos.
Colóquenlos verticalmente sobre un lecho de salsa rosa y decórenlos con trocitos de zanahoria cocida y rodajitas de aceitunas rellenas de pimiento imitado la figura de un búho (Véase la fotografía).
¡¡Feliz día de La Dolorosa en Pivierda y, en Oviedo, de la Semana de la Perdonanza!