POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
Visitas de inspección a Villanueva
En la visita que realizó a las escuelas de la localidad, el Sr. Inspector, Agustín Rubio Durán el veintidós de junio del año 1895, informaba: “Que ha encontrado las cuatro escuelas en un orden regular de administración y enseñanza, siendo susceptibles de más adelantos con el auxilio de las frecuentes visitas de la Junta Local, estimulando a los niños para conseguir su mayor asistencia y a los maestros despertándoles la noble emulación en el trabajo, su buena armonía educadora y el honroso fin que, de sus resultados, nacen a favor de la educación popular”.
En 1920 el Inspector de Primera Enseñanza, José Morales García, visitó las escuelas, quedando altamente satisfecho del estado de las mismas y del comportamiento y conducta de los maestros de la localidad.
En 1921 el Inspector don Alfredo Gil Muñiz, practicó la visita de Inspección, saliendo bastante complacido del estado en que se hallaba la enseñanza oficial, felicitando a los maestros nacionales.
Debido a órdenes superiores hubo que clausurar siete escuelas privadas que funcionaban sin autorización legal.
El inspector Luis Calatayud en los años 20 informaba sobre la enseñanza de la localidad: que la matrícula era de sesenta a setenta alumnos por escuela, siendo la asistencia muy irregular. Indicaba que se debía estudiar el sistema de graduación. En el nuevo edificio, en la parte baja, debía funcionar la Graduada de Niños y en la de arriba, la Graduada de niñas. Que las Juntas Locales debían renovarse cada cuatro años y que en ellas debía figurar el Arquitecto Municipal o Maestro de obras.
Libros utilizados en las escuelas:
Textos: Doctrina Cristiana, de Ripalda. Historia Sagrada, de Fleure. Escritura, de Hurzaeta. Gramática, de la Real Academia.
Aritmética, de Ruiz Romero. Lectura: Iriarte, Samaniego, Flores, Naharro, Amigo de los Niños. Escoirquez Seijas, Agricultura de Olivar.
Preocupado el Ayuntamiento por la gratuidad de los libros pagó en 1910, a Gregorio Mata Lambernia, 100 pesetas para libros que se distribuyeron a los niños pobres de las escuelas públicas y privadas.
Las 275 pesetas que recibían los profesores, para material, en cada curso lo dedicaban a las siguientes partidas:
La compra de libros como: “Perlas del hogar”, “Juanitas”, y cartillas 2ª… suponía una parte importante del presupuesto: aseo del local y agua para los niños era la segunda partida de gastos; tinta y clarion, papel, arreglo del reloj más los gastos de habilitado ocupaban el resto. (El blanqueo lo realizaba Tomás Pinel, el agua la llevaban, Andrés López, Jeromo Martínez y Luisa Magaña; Carrasco Hermanos suministraba agujas e hilos; Diego Rojas la tinta y polvos clarion; Ildefonso Jorquera realizaba los arreglos de bancas y bancos, Manuel Ledesma reponía los cristales y Pedro Granero arreglaba el local).
José Martínez Carrillo en 1911, realizaba el blanqueo y las obras de reparación en el ex-convento de San Francisco destinado a Escuelas Públicas.
La Escuela de las Monjas de Santa Ana.
En los primeros años del siglo XX, las monjas dominicas regentaban una escuela de enseñanza primaria en su convento. En una crónica inserta en un número del periódico “El Pueblo Católico” del año 1906, el corresponsal informaba: “En la mañana del día 14 se verificaron los exámenes de las alumnas que asisten al colegio de primera enseñanza de Nuestra Señora del Rosario, que tan acertadamente dirigen las religiosas dominicas del Convento de Santa Ana de esta población.
En el amplio local de la clase, conveniente adornado formaron el tribunal el M. I. Sr. D. Pedro Gaspar Larroy, Dignidad de Chantre y Visitador General de este Obispado con los señores Párroco, Presidente y Vicario del Colegio de Padres Trinitarios de la Fuensanta y Capellán de Santa Ana.
Hecha la correspondiente invocación, redactaron preciosos discursos, Felipa y Presentación Carrillo y Fuensanta Sánchez, de 7, 5 y 10 años respectivamente, con una sencillez y naturalidad impropias de su edad. Acto seguido comenzaron los exámenes orales de Lectura, Escritura, Moral , Literatura, Historia, Gramática, en que todas las examinadas demostraron poseer una esmerada preparación, mereciendo en estos ejercicios la calificación especial de Sobresaliente, como premio a su aplicación y aprovechamiento; entre las pensionistas, las señoritas Ángeles Ruiz, Aurora Sánchez, Carmen Peña y Misericordia Sánchez; las párvulas Fuensanta Fernández, Fuensanta y Victoria Sánchez, Merceditas y Manuela Bueno, Felipa Carrillo, Pilar e Inesita Rojas, María y Sofía Bago; y entre las gratuitas, Carmen Villar, María de la C. Muñoz, Juana Martínez y otras.
El segundo ejercicio consistió en la presentación de labores hechas durante el curso de bordados de todas clase; encajes de Almagro, Richelieu, ingleses y de bolillos; calado, puntos de marca, abecedarios y vainicas. Por todo lo cual fueron muy felicitadas profesoras y alumnas.
Una plegaria a la Virgen cantada por las niñas puso término a la prueba del curso, cuyo resumen hizo en una atinada exhortación el Presidente Sr. Gaspar Larroy. Al día siguiente se expusieron en uno de los salones del locutorio todos los trabajos realizados, que han sido muy elogiados por cuantas personas los han visto.
Terminamos con nuestra enhorabuena de corazón a la comunidad de Religiosas Dominicas por el gran impulso que han dado en esta población a la enseñanza de la mujer, y a las alumnas y sus familias que de esta manera ven premiados su aplicación y desvelos”.
Con motivo de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, del mismo año, la prensa publicó: “Nota muy simpática de esta procesión, además del fervor religioso que a todos animaba, fue un grupo de veinticinco niñas alumnas del colegio de 1ª enseñanza que con tanto acierto dirige Sor Isabel de Santa Ana Gámez, y encargadas de la enseñanza, Sor Santa Ana, Sor Ildefonsa y Sor San Antonio. Las niñas llevaban preciosas cintas de varios colores pendientes del trono y manto de la Virgen, a la que festejaba, aquel coro de angelitos, cantando himnos y plegarias”.
La escuela de los padres Trinitarios.
En tradición oral me ha llegado, de manera difusa, la enseñanza que impartieron los miembros de la orden trinitaria en el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, en los primeros años del siglo XX. Acudían a esta escuela numerosos alumnos, que vivían en las proximidades, de cortijos y que estaban alejados de los centros oficiales de enseñanza. Además de la atención a niños, algunos adultos recibieron “clases nocturnas”, gracias a la disposición de varios trinitarios, para ayudar a la enseñanza de la lectura y escritura a los adultos.
En el libro de Protocolos, pudimos leer: “ Esta casa de Villanueva del Arzobispo, fue destinada para Colegio de nuevos coristas; en más de treinta años fue un escogido plantel, donde se creaban los futuros sacerdotes trinitarios”
En el libro del trinitario Arturo Curiel, “La Virgen de la Fuensanta y su santuario”, escribió: “ Desde el principio se abrió una escuela de primera enseñanza, que se acreditó en gran manera, prolongándose a través de los sucesivo Superiores, llegando hasta los difíciles años de la segunda República”. Fuente: M.L.F.