POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
Manuel López Molina indica que en el siglo XVII los aprendices de maestros de escuela solían llevar a cabo su estudio con los profesionales del oficio que tuvieran carta de “maestro examinado” y escuela abierta. El aspirante, una vez cumplido el primer año y aprobado el examen propuesto por su maestro, se comprometía a ayudarle durante un año sin percibir salario alguno.
Los conocimientos que se impartían a los niños de seis a diez años eran los siguientes: Doctrina cristiana, lectura, escritura y las reglas aritméticas. (Diario Jaén, 15 diciembre de 1996)
En las publicaciones sobre la época del Catastro de Ensenada, de 1752, un interesante trabajo de Carmen Labrador Herraiz, nos acerca a la vida escolar: Solía haber una escuela por municipio, las exigencias a los maestros se concretaban en conocimiento de lectura y escritura, y todos sufrían una precaria situación económica.
“Hay un sacristán al que se le dan veintiuna fanegas de trigo y 200 reales de vellón. La enseñanza la alternaban maestros y sacristanes. En las Villas cita al maestro de Iznatoraf al que se le pagan 550 reales de vellón y el de Sorihuela con 100 reales.(Los maestros de Villacarrillo y de Villanueva no aparecen en el texto).
El Atlante Español de 1775 nos dice que funciona en la localidad de Villanueva del Arzobispo una escuela de primeras letras.
Pascual Madoz, tiempo después, 1845, cita en Villanueva dos escuelas de niños y una de niñas. “A las de niños asisten 110, cuyos maestros perciben una retribución estipulada con los padres, un maestro tiene, además, casa gratis en el edificio del suprimido convento de religiosas Franciscas, cedido por el Gobierno al Ayuntamiento y los productos que reportan las habitaciones que se arriendan en dicho edificio.
A la escuela de niñas, llamada también la miga, asisten 47 alumnas, sin que la maestra tenga más retribución que el contigente satisfecho por las niñas”.
Los exámenes para los aspirantes a Maestro de Instrucción Primaria. (Boletín Oficial del año 1854)
Para ser admitido como Maestro de Instrucción Primaria Elemental, los aspirantes debían presentar:
- Solicitud en papel de sello 4º dirigida al Presidente de la Comisión.
- Fe de bautismo, que acreditase tener 20 años cumplidos.
- Certificación del Director de la Escuela Normal, que acreditase haber terminado los dos años de estudio y haber observado buena conducta moral y religiosa.
- Certificación del Alcalde y Cura Párroco del pueblo o pueblos donde hubiese residido después de salir de la Escuela Normal.
- Cuatro muestras de escritura en letras de distinto tamaño, desde el tipo de mayor a menor, de la bastardilla española.
- Las aspirantes a maestras presentaban algunas labores de costura y bordados hechas por la interesada, y dos muestras de escritura en letra de distinto tamaño en bastarda española, y fe de casadas, si lo fuesen.
Los primeros maestros según el Archivo Municipal
En sesión celebrada por la Junta de Inspección de Escuelas, en abril de 1837, se detectó la necesidad de buscar y dotar a un Maestro de Primeras Letras, ya que la Instrucción Primaria se hallaba abandonada totalmente.
Propusieron como maestro, al vecino de Jaén, D. Antonio de Mora, al que pensaron concederle un sueldo anual de 300 ducados, procedentes de los rendimientos de varias memorias, que ascendían a 200 ducados y el déficit, cubrirlo entre el vecindario.
La Diputación respondió el 28 de abril de 1837, autorizando a Villanueva para constituir la cátedra de primera educación con 300 maravedíes anuales, pero se había de proveer de un profesor que obtuviese la plaza en concurso celebrado por la comisión de Educación Primaria de la Provincia, que podía publicarse la vacante y llamar candidatos para los ejercicios que se celebrarían, pero autorizaron el nombramiento en calidad de interino a D. Antonio de Mora, si reunía las circunstancias debidas; no se autorizó que se pagase con el producto de la memoria de las cofradías, pero sí incluirlo en el presupuesto de gastos municipales o proponer los arbitrios suficientes.
El convento de San Francisco, -actual Mercado de Abastos- acababa de ser desalojado de sus monjas y entregado al Ayuntamiento. Largo fue el periodo de abandono, que sufrió el ya ruinoso convento. En principio fue alquilado por habitaciones a las gentes humildes de la localidad. Se produjo el expolio de retablos, puertas, ventanas, hasta que, por los años 1840, se instalaron en el lugar las escasas escuelas de la localidad.
“Recaudado de diferentes inquilinos que han ocupado varias habitaciones en el suprimido convento de San Francisco de esta villa cedido por el Gobierno al Ayuntamiento para Escuela, se ingresan 703 reales”.
A D. Diego José Cano, maestro de instrucción primaria de esta villa en el último trimestre del año 1853, se le pagaron 825 reales.
A Dª. Juana María López, maestra de amigas, en otros textos se le denomina de migas, cobró por el último trimestre 666 reales.
En 1856 se pagó a D. Francisco Rubio López, maestro de instrucción primaria, por su asignación del mes de julio 333 reales y 33 céntimos.
A D. Eduardo Alaminos, maestro interino de la escuela de niños, se le abonaron los gastos realizados en papel y plumas, 66 reales y 92 céntimos y por la compra de libros, papel y efectos escolares, trescientos reales.
Preocupados por el material abonaron a Ramón Jorquera, 49 céntimos por la compostura de las diferentes bancas y por hacer diez punteros.
El lugar de San Francisco debe estar ruinoso o, como hemos visto, sus habitaciones alquiladas a otras gentes, por lo que se necesitó la casa de Alfonso Bueno para vivienda de la maestra, pagando por el año de alquiler 40 céntimos.
Gran pujanza cultural debe tener la villa para que el Diputado a Cortés por esta provincia, D. Juan de la Cruz Martínez, solicitase el 1 de junio de 1856, la creación de una Sociedad Económica de Amigos del País que podría denominarse, Villanueva del Arzobispo.
FUENTE: CRONISTA