LA ERMITA DE SAN SEBASTIÁN “SANTO BASTIÁN” DE BEDMAR (JAÉN) DURANTE LOS SIGLOS XV-XX.
Feb 06 2024

POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA, CRONISTA OFICIAL DE BEDMAR Y GARCIEZ (JAÉN)

La devoción a San Sebastián –mártir romano del S. III- se remonta a la 2ª mitad del siglo XV, fecha en que los Bedmarenses levantaron un Templo-Ermita Extramuros de la villa, como consecuencia de haberles salvado de la Peste y de varias “Hambrunas” fue adoptado como Santo protector de los Agricultores bedmarenses, aunque tan solo queda de esta devoción el topónimo del lugar de “Santo Bastián”, hoy intramuros de la villa. La Ermita de Santo Bastián, ubicada en el Pago del mismo nombre –en la salida norte de la Villa- existía aún en Bedmar, en pleno funcionamiento en 1806 y contaba con su propia Cofradía. Será con la Desamortización eclesiástica de Juan Álvarez Méndez en 1836 cuando se subastaron las ruinas de esta, las cuales se ubicaban en el segundo tramo del lateral izquierdo de la actual calle que une la actual Avenida Fernández Torres -antes C/. Batalla de Bailén- con la Carretera de la Estación de Bedmar-Garciez y Jimena, según nos relató D. José Chamorro Rodríguez y su fachada principal estaba orientada hacia la parte baja de la villa de Bedmar -Barrio de la Hoya-. De ella ya no nos queda nada, aunque la memoria del pintor local, D. Claudio Viedma Gámez, nos dejó una impronta de cómo era la portada de la Ermita, amén de una foto de la Hornacina que perduró hasta los inicios del S. XXI en la denominada Casa-cantera de Ginesa y una imagen de San Sebastián.

El Voto de Santo Bastián. El motivo del Voto de Bedmar a San Sebastián fue por haberle salvado, además de la peste, ya citada, de unas hambrunas fuertes en la segunda mitad del S. XV, que por la falta de trigo les obligó a nuestros paisanos a comer “grama” –una especie de planta gramínea de tallo rastrero que echa raíces pequeñas por las rugosidades o nudos de su tallo y que por cierto era y es una planta medicinal-, previamente secada al sol y luego bien cortadita para su posterior molienda y realizar el pan de grama después. Por tanto, fue el hambre, unida a la peste y a otras enfermedades, lo que originó el Voto, por el que los Bedmarenses “Se obligaban a que en dicha Ermita se dijese una Misa cada día y el día del Santo vaya todo el Pueblo, en Procesión General, a la misma, donde se oficiará la Misa Mayor, al tiempo que se ha de dar caridad de pan y requesón a todos cuantos acudan a la referida Fiesta Religiosa y que el sobrante se reparta entre los Cofrades de la Hermandad de Santo Bastián”.

De esta Ermita se tienen algunas noticias: Por un expediente de 1503, por el que se proveyó una capellanía vacante en Bedmar, se incluía un Testamento de los fundadores de dicha Capellanía, D. Pedro García de Carmona Izquierdo y Dª. Marina Fernández, en el que se dice que se debían de donarse 25 maravedíes para la fábrica parroquial de Santa María, “con sus casas -Ermitas/Iglesias- de San Marcos, San Nicasio, Santiago, San Sebastián y Santa María de Cuadros”. De igual manera se dice que a la Cofradía de Santo Bastián se le “leguen 100 maravedíes”. En el día de San Sebastián de 1628, a pesar del encontronazo ocurrido entre el sacristán y mayordomo de la Ermita, hermano de D. Francisco de Leiva y el cura de Bedmar, el Licenciado D. Cristóbal de Raya, se celebró la fiesta religiosa, a pesar de la poca gracia que le hizo que el incensario estuviese apagado a la hora de incensar al santo y a todos los presentes. Por tales hechos ocurrido en esta ermita, el arcipreste de la villa, el Doctor D. Luis Ximénez, ordenó que fuesen encerrados en la cárcel pública y como pena les impuso el pago de 4 libras de cera, a cada uno. En 1639 el prioste y mayordomo de la Cofradía de Santo Bastián, D. Francisco García, se quejó al Obispado por las muchas deudas que tenían algunos vecinos de Bedmar con la institución, “en concepto de arrendamientos de los bienes afectos a ella”.

Entre 1680 y 1684 la Ermita quedó arruinada, pero pudo ser reconstruida de nuevo y abierta al culto. De acuerdo con el Catastro de Ensenada de 1751, dicha Ermita estaba abierta al culto y contaba con un haza, aneja a ella, lindando con otra propiedad de Juan de la Higuera. Sobre su Cofradía, sabemos que en ese año poesía 20 fanegas de tierras, un Censo y diversas “memorias” que le rentaban al año 1.030 reales. Sus gastos se cifraban en 80 reales destinados al pago de las Fiestas Mayores y un Aniversario. En 1775 y de acuerdo con el expediente relativo a la provisión de una capellanía en la Iglesia Parroquial de Bedmar se ordenaba, que por orden de los fundadores se le entregasen a la ermita de Santo Bastián 5 maravedíes y para su Cofradía, la cantidad de 200 maravedíes (1). En 1806, sita “extramuros de la villa”, dependía de la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, regida por el Prior-Arcipreste D. Bartolomé Cristóbal Gutiérrez y Puerta. En 1887 la ermita seguía abierta al culto, al igual que las de la Concepción y de San José.

Cuando desapareció, en la cercana casa de Ginesa y la “cantera”, de la cual aún quedan muy pocos restos, existía una hornacina, la cual albergó una imagen de San Sebastián, uno más de los santos protectores de los agricultores de Bedmar hasta el siglo XX. 

Notas.

A.H.D.J. Sala de Capellanías. Carpeta 16-2-3. Legajo 3. Carpeta 16/B. Bedmar Ejecutivo (1583-1798). Carpeta nº 9. Bedmar. TROYANO VIEDMA, José Manuel. Bedmar. La Fuerza, la Dignidad y la Fe de un Pueblo. CEP. Granada, 1994. GÓMEZ CARRERAS, Matías. Genealogía, economía y sociedad en el Bedmar del siglo XVIII. Diputación de Jaén e IEG. Jaén, 2023. P. 174-176.

FUENTE: J.M.T.B.

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