POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Torrevieja todavía no había empezado a sentir la crisis de los años veinte. Las obras públicas en beneficio de la población continuaban desarrollándose a buen ritmo. Se realizaba en el año 1921 la prolongación del paseo marítimo de la playa del Arenal del puerto hacia la Playa del Cura, comenzando los trabajos de terraplén mientras avanzaba la obra bordeando el mar.
Las señoras, mayoritariamente de Orihuela y Murcia, que pasaban el verano en la parte Este de la población, ocupando unas sus lindos chalets, otras sus magníficas casas, emplazadas por aquellos contornos, en unión de muy dignas señoras de la localidad, estaban dispuestas al inicio y conclusión de la edificación de una ermita por suscripción popular, cuya construcción se previó en el centro de la plaza de Oriente, donde tantos partidos de fútbol se habían jugado en años anteriores. La comisión estaba encabezada por la oriolana Elvira Aguilar, viuda de Die, actuando como tesorera en Torrevieja Luisa Castell.
Era muy necesario construirla, pues sólo se contaba con el templo la Inmaculada Concepción, habiendo crecido en número de habitantes, acudiendo otras muchas familias en verano. Una destacada persona iniciadora y seguidora del proyecto de construcción de la capilla fue Juan Selgas y su esposa, propagandistas del llamado “partido de La Punta” donde tenían un hermoso chalet de su propiedad, siendo de aplaudir la actividad y empeño que tuvieron en la construcción de la misma. Tendría una longitud de unos 20 metros por 10 de ancha, siendo el proyecto y la dirección de obras del arquitecto señor Barceló.
El día 4 de abril de 1921, día de San Vicente, con toda solemnidad, fue conducido el Viático al Hospital de esta villa, para administrar el Santo Sacramento a los enfermos del benéfico establecimiento. En la comitiva figuraban representaciones de todas las autoridades, banda de música y numeroso público. A las puertas del centro sanitario recibió al Santísimo la Junta en pleno y las religiosas carmelitas descalzas que estaban al frente del establecimiento.
Después de regresar a la iglesia, se dirigió la comitiva a la plaza de Oriente, a presenciar la colocación de la primera piedra de la capilla. La amplia plaza se vio atestada y pasodobles de la Banda Municipal Torrevejense acrecentaron el entusiasmo, cuando el cura párroco Benito López Gil, después de colocar la primera piedra bendijo las obras. Después de la ceremonia el párroco, en elocuentes frases, demostró al público la importancia de aquel acto para fomentar el amor a la religión de este pueblo.
Postularon las señoritas de Torrevieja recaudando fondos, teniendo al principio únicamente los donativos del director general de Obras Públicas, Juan Antonio Perea, y del subsecretario, el torrevejense Joaquín Chapaprieta, que tenía un chalet en sus cercanías. Fue una buena ocasión para que se patentizara el desprendimiento generoso de las personas pudientes y caritativas; contribuyendo a sufragar los gastos
En el verano de 1921, todavía no se había comenzado a sentir la crisis de los años veinte. Las obras públicas en beneficio de la población continuaban desarrollándose a buen ritmo. Se realizaba en aquel la prolongación del paseo marítimo hacia la Playa del Cura, comenzándose los trabajos de terraplén, avanzando la obra bordeando el mar.
Las señoras forasteras que pasaban el verano en la parte Este de la población, ocupando unas sus chalets y otras de sus magníficas casas emplazadas por aquellos contornos, y en unión de las muy dignas señoras de la localidad, continuaban todas dispuestas a la conclusión de la edificación y los trabajos, iban adelantándose en el centro de la plaza, donde tantos partidos de fútbol se habían jugado en años anteriores.
La construcción de la ermita era ardua y el dinero había que sacarlo a gatillo, es decir con tómbolas, rifas y fiestas, con puestos de juegos de destreza, de comida, de bebida y números artísticos que se realizaron durante todo el verano. La preocupación principal de los veraneantes era la terminación del nuevo templo. La Tómbola, al frente de la cual habían jóvenes, rendía lo suficiente para los jornales de los obreros encargados de su construcción.
En la noche del domingo 13 de agosto, y proyectado por el cura párroco, tuvo lugar en la plaza de la Constitución, frente a la iglesia, una fiesta con puestos, tenderetes y música estando todo artísticamente adornado y profusamente iluminado con bombillas eléctricas. La recaudación alcanzó la cifra de dos mil pesetas de las que una parte se destinó a los pobres del Hospital y el resto para las obras de la ermita.
Pasado el verano comenzaron las dificultades para continuar las obras, paralizándose en otoño de 1921 por falta de dinero. En diciembre Elvira Aguilar, hizo un llamamiento a todas las personas caritativas que desearan contribuir y ofrecieran donativos para la pronta terminación del edificio, y enviándoselos a la tesorera en Torrevieja o a su nombre, calle de la Feria número 11, en Orihuela, a fin de que el siguiente verano pudiera inaugurarse.
Por fin, el domingo, 13 de agosto de 1922, se ofició la primera misa en la capilla. Difícil de describir el entusiasmo que hubo en el pueblo, sobre todo en el barrio de La Punta. Baste decir que en el templo no pudieron colocarse las personas que acudieron, y que fueron muchísimas las que no pudiendo penetrar oyeron la misa desde la calle, llegando la aglomeración mediados de la plaza, donde se hallaban de pie sobre las sillas.
La misa fue celebrada por el canónigo de Orihuela, Gaspar Archent, uno de los entusiastas colaboradores de la obra, pronunciando unas elocuentísima palabras para exaltar el fervor y que pudieran terminarse las obras, saliendo a continuación unas señoritas con unos bolsos a postular, recaudando más de seiscientas pesetas.
Fuente: http://www.laverdad.es/