LA ERMITA ROMÁNICA DE SANTA MARÍA, EN MALANQUILLA
POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Malanquilla es una pequeña población de la comarca de Calatayud, próxima a Berdejo y Bijuesca. Se accede a la misma desde la carretera que de Calatayud se encamina hacia Soria, ya cerca de la línea de demarcación provincial.
Cuenta con apenas 130 habitantes y su caserío se agrupa entorno a la Iglesia de la Asunción. Poco al oeste del caserío, en una elevación que domina el lugar, distante apenas 40 metros de la carretera que hasta el pueblo lleva, encontramos los restos en franca degradación de la que fuera iglesia parroquial del primitivo asentamiento.
A su alrededor, quizá comprendiendo que es lugar donde lo que hay es irrecuperable, se alinean máquinas agrícolas desvencijadas. Y al fondo, impecablemente blanco, el bien reconstruido molino de viento del siglo XVI, que contribuye aun más a resaltar la diferencia de trato a la vez que desvía la primera mirada de la zona de “irrecuperables” del que hasta aquí llega. El templo fue de una sola nave ligeramente desviado su eje al noreste. Y por los signos que en el suelo hay, debió de tener entorno a los 20 metros de largo. Sucesivas ruinas, que aún no han concluido del todo, hicieron desaparecer la nave y se cerró su cabecera a ras del arranque de la misma, convirtiéndola en pequeño recinto con aspecto de ermita.
Me contaba el señor que amablemente me acompañó, abandonando por unos momentos la sombra de un banco y la compañía de sus amigos de la “tercera edad”, que él aun conoció este resto del templo con bóveda y sin ruina. También que ya no recuerda su advocación, aunque parece ser que es la “ermita de la Virgen”…
En la foto que ilustra el templo en la publicación del Gobierno de Aragón sobre la Comarca de Calatayud “Territorio 20” de 2005, puede verse aún el ábside entero, si bien ya se marcan dos grandes grietas en su lado sur. Por la más próxima al ventanal absidal hemos asistido al desmoronamiento de esta zona.
La hechura del templo es sencilla, a base de sillarejos y mampostería, siendo los elementos más cuidados en cuanto a cantería los canecillos lisos y las propias piezas de la cornisa (Imagen 4). Todavía no ha desaparecido la ventana que centra el ábside. Es aspillerada al exterior y con derrame adintelado al interior. Adosada al lado norte del muro y tan ruinosa como el resto, queda parte de lo que debió de ser dependencia añadida al templo.
El “interior” del templo… Pues a juego con lo visto. Restos del derrumbe de la bóveda de la cabecera que colmatan su recinto, enfoscado de los muros al interior, vestigios de la imposta que separa muros de bóvedas y recorre toda la cabecera y arranque de nave (Imagen 8) y el perfil marcado en el terreno de lo que otrora fuera su recinto.
Y poco más. La siguiente generación ya no sabrá que aquí hubo templo románico. Habrá perdido una parte de su historia.
