ARTÍCULO EN EL QUE SE CITA A ANTONIO BRAVO NIETO, CRONISTA DE MELILLA.
“La riqueza histórica y patrimonial de Melilla, su historia y sus raíces se traducen en convivencia y en una españolidad bien destacable que debe ser mejor conocida en el resto de España”.
Estas palabras de Carlos Echeverría, director del Observatorio de Ceuta y Melilla, resumen el acto celebrado el pasado 8 de julio en el Salón Dorado del Palacio de la Asamblea de Melilla en el que se analizó la idiosincrasia de la ciudad y de los melillenses desde un punto de vista identitario.
Bajo el título Melilla: cuatro culturas, una misma españolidad, el Instituto de Seguridad y Cultura organizó, en el marco del Observatorio de Ceuta y Melilla, un evento en el que el cronista oficial de Melilla, Antonio Bravo, ofreció una conferencia inaugural en la que hizo un recorrido histórico por la configuración de la ciudad y su patrimonio, desde la época fenicia hasta la contemporánea, con continuas referencias a la influencia que ha tenido su entorno en Melilla y, sobre todo, la ciudad en dicho entorno.
Posteriormente, tuvo lugar una mesa redonda moderada por Carlos Echeverría en la que Salomón Serfaty, Abdelmalik El Barkani, Ramesh Ramchand y Ana Felicidad Egea, cuatro ciudadanos que intervinieron como ejemplos de la diversidad cultural de la ciudad —judía, musulmana, hindú y cristiana—, pero a título individual, debatieron sobre la identidad melillense y la particularidad de esa fuerte españolidad señalada por Echeverría.
“Creo que los melillenses hemos tenido una españolidad muy marcada desde siempre”, explicó El Barkani, para quien “la situación geográfica, extrapeninsular, probablemente sea una de las razones principales, aunque existen muchas otras diferentes que podrían expresar otros tantos melillenses”, remarcó.
En opinión de Ramchand, “la educación recibida en Melilla” tiene también mucho que ver con esa españolidad común, algo que secundó Serfaty, para quien “el marco constitucional de convivencia, de Estado de derecho y de libertades que nos proporciona nuestra nación es algo que se ha recalcado y divulgado desde distintos estamentos oficiales, educativos, sociales y de diversa índole desde siempre, habiendo calado de profundo en la población local”.
Felicidad Egea añadió a esto la estrecha relación que, en su opinión, ha tenido Melilla “con su carácter de plaza militar y la presencia de cuarteles y fuerzas militares”. Algo que “fue marcando el carácter del melillense en amor a la patria, esa que además estaba separada por un mar lo que, unido a las difíciles comunicaciones de entonces, hacía sentirla como inalcanzable y amada”. Pero, sobre todo, esta melillense puso en valor “la de veces que ha sido cuestionada Melilla como parte de España por el vecino Reino de Marruecos“, un hecho que, “acompañado de acciones de relevancia política, y hasta beligerante en otras, ha hecho que el melillense reafirme esa identidad española como queriendo liberarse de dudas, desencuentros y lejanías”.
Algo que reafirmó Serfaty al incidir en que la importancia que supone el hecho de “ser territorio nacional fronterizo y haberse cuestionando por parte de Marruecos, en diversas ocasiones, la normalidad político-territorial de la ciudad en el conjunto del Estado“.
No en vano, el Centro de Investigaciones Sociológicas incluyó en el barómetro del pasado mes de junio un par de preguntas relativas a Ceuta y Melilla. En concreto, la encuesta preguntó por la españolidad de las ciudades autónomas y, aunque el 75,4% las considera “tan españolas como Málaga o La Coruña”, un 15,1% cree que “en el fondo” son dos ciudades “marroquíes”. Además un 20,3% da por hecho que “habrán pasado a formar parte de Marruecos” en 2040.
Estos datos contrastan con lo que ocurre si es a los melillenses a quienes se pregunta. En estudios sociológicos llevados a cabo por el propio CIS y otras instituciones, melillenses y ceutíes son, por ese orden, quienes copan los mayores índices de españolidad declarada. Sirva de ejemplo un estudio encargado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos al CIS en 2013, según el cual el 70% de los melillenses se declaraban antes que nada españoles.
¿Qué ocurre entonces para que el resto de España no perciba esa españolidad? Quizás lo que expuso Ana Felicidad Egea arroje algo de luz al respecto: “Creo que en Melilla se pretende crear un problema identitario basado en la religión y diferencias culturales. Para mí, la realidad es que (…) todos somos diferentes, pero a la vez iguales como ciudadanos y de ahí viene la identidad”. Eso sí, como advirtió Salomón Serfaty, “pareciera como si Melilla y Ceuta no tuviesen los mimos y atenciones que sus habitantes esperan“, por lo que, a su juicio, “es necesario que se cuiden estos territorios y que no se genere la sensación de desconexión de la metrópoli o de incertidumbre ante el futuro”.