POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Durante los últimos días del mes de noviembre y primeros de diciembre, los agricultores de mi localidad hacen balance de lo que ha sido la temporada agrícola y se disponen a encarar la siguiente con ánimos renovados, con la esperanza de la época en que estamos, adviento.
Los agricultores y ganaderos grandes sufridores, están pendientes de tantas vicisitudes; que siempre temen lo peor. El frío, el viento, los hielos, las escasas cosechas, los bajos precios de sus productos y un largo etcétera, no se les va de la mente.
Ahora, próximos a la Navidad, miramos por el retrovisor de nuestros pensamientos y encaramos el siguiente curso agrícola con ánimos renovados. Sí, nos restregamos los ojos; oteamos el horizonte y nos insuflamos de esperanza. No importa que el año que acaba nos haya sido adverso.
Durante la Navidad, plena de eventos familiares, renace esa ilusión de que las cosechas del próximo año serán mejores. Año tras año nos hacemos idénticas ilusiones y en pocos se producen las cosechas esperadas. Sin embargo, un año más nos alumbra un hálito de esperanza, que nos da energías suficientes para comenzar un nuevo curso agrícola con renovadas ilusiones.
El agricultor murciano, hombre curtido ante los imprevistos que siempre se presentan,»hace borrón y comienza una nueva temporada». A veces la realidad es tan nefasta que se agota el hilo de esperanza que creíamos tener. Sí, así de efímera es la esperanza de los pobres agricultores.
A pesar de todo, tomamos impulso y con ilusiones renovadas, sembramos o plantamos, cultivamos durante toda la temporada agrícola y nos llega el tiempo de la recolección. Es el tiempo de hacer balance y comparar con años anteriores.
El abnegado agricultor intenta corregir errores de años anteriores y, aunque es duro y sufrido, en la mayoría de las ocasiones, acaba por perder las pocas esperanzas que le quedaban.