VALENTÍN SORIA SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE JARANDILLA DE LA VERA (CÁCERES), EN SU ESTUDIO ARMAS EN LA EDAD DEL BRONCE EN EXTREMADURA PUBLICADO EN 1983 DA CUENTA DE OTRA LÁPIDA ENCONTRADA EN SU POBLACIÓN
La sala 8 del Museo de Cáceres, dedicada a la epigrafía romana, expone una pequeña parte de la colección de inscripciones en poder de la institución. Entre ellas destaca una estela procedente de la localidad de Casar (la antigua Norba Caesarina) que lleva una inscripción que todavía no ha podido ser descifrada. Además la figura representada en ella es particularmente interesante porque tiene el aspecto de un astronauta o, según algunos, un extraterrestre, lo que ha dado pie a numerosas conjeturas en los círculos habituales de misterio y el imaginario popular.
Se trata de una lápida de granito de 48 centímetros de altura por 17 de ancho y 1,12 de grosor en la que aparece tallada una figura de aspecto humano, con cierta desproporción entre las partes, especialmente la cabeza en la que se aprecian incipientes ojos orientalizantes sonrientes. Lo importante de esta estela es que la inscripción se incluye dentro del cuerpo y las piernas de la figura, en lugar de disponerse en torno a la imagen.
La dio a conocer Ricardo Hurtado de San Antonio (que fue profesor de epigrafía del Seminario Mayor de Cáceres) en 1976 mediante un artículo publicado en la Revista de Estudios Extremeños. En él relata como, mientras buscaba información para su memoria de licenciatura, le llegó la noticia de la existencia de tal artefacto:
“En el inicio del pasado curso académico, recogiendo material para mi tesis de licenciatura en la rama de Historia, me informaron de la existencia de una piedra “con una figura que parece un extraterrestre”, en la frase literal del casareño que me proporcionó la noticia. Confieso mi incredulidad en aquel momento, pues, conocía la nómina de hallazgos arqueológicos y epigráficos de la provincia, y en el apartado del Casar de Cáceres no se encontraba catalogada tan extraña piedra.”
Hurtado acudió al Casar, encontrando la estela en el lugar que le habían indicado, la pared suroeste del cementerio local, donde la habían empotrado hacía unos 50 años tras hallarla en el suelo del camposanto. Lo que le llamó la atención de la figura representada fue su ingenuidad, con notas de sencillez e infantilismo, aunque reconocía que debió ser tallada por algún cantero conocedor de su oficio.
La inscripción está formada por letras grabadas profundamente, de unos 5 centímetros de altura, que por su forma Hurtado se aventuró a fechar en el siglo I a.C. basándose en que denotan una escasa romanización, y efectivamente esta no comenzaría en la zona hasta el siglo I d.C.
La lectura de la inscripción por Hurtado es la siguiente:
I.D.I. / M.I.M. / ILVCIA / SP.M.A / SVDLIE / CK A / S .N.
Otros autores proponen algunas variaciones, como la de Callejo Serrano:
I.D.T. / N.I.N. / ILVCIA / SP.N.A / SUB DIE / Ch A / S .N.
Nadie ha podido descifrar lo que dice, aunque todos los autores que la han analizado están de acuerdo en una cosa, los caracteres de la inscripción son romanos, pero el lenguaje utilizado es el autóctono de la zona, es decir, la lengua indoeuropea hablada por los lusitanos o por los vetones. Lo único que se ha podido sacar en claro es el nombre femenino Ilucia, que se ha encontrado en otras inscripciones del entorno y que parece tener una raíz íbera.
Las dos posibilidades que Hurtado apunta son, o que se trate de una estela céltica de la Edad del Hierro tardía, hacia el siglo III-II a.C. en honor a una deidad funeraria indígena, cuya representación tendría influencia íbera y donde la inscripción habría sido añadida posteriormente en época romana; o bien que tanto la figura en relieve como la inscripción sean de la misma época y fueran hechas por la misma persona.
Hurtado se inclinaba en su valoración inicial por esta última posibilidad, a la vista de la indiscutible coordinación y unidad entre letras y figura y de lo apuntado por Marcelo Vigil en su Historia de España publicada en 1973:
“Durante la época romana se produjo en ciertas regiones de la Península, las de romanización más superficial, un tipo de arte que, tanto por sus motivos como por la técnica empleada, no sigue las características generales del arte romano, representadas por la tradición helenística. Es un tipo de arte que se encuentra fundamentalmente representado por los relieves que decoran las estelas funerarias aparecidas en zonas de la meseta y del noroeste. Representan una tradición diferente, aunque este tipo de arte solo pudo producirse en contacto con el arte y las técnicas romanos.”
A pesar de que muchos han querido ver en la figura de esta estela un acusado parecido con el llamado astronauta de las Líneas de Nazca, lo cierto es que no hay que irse tan lejos para encontrar representaciones parecidas. Valentín Soria Sánchez, cronista oficial de Jarandilla de la Vera, en su estudio Armas en la Edad del Bronce en Extremadura publicado en 1983 da cuenta de otra lápida encontrada en Jarandilla (Cáceres):
“…al derrumbar una casa ha aparecido entre los cimientos una piedra con la representación de dos círculos unidos y una figura humana esquematizada con los brazos, piernas y cabeza perfectamente señalados y una espada en la mano derecha(…)presenta la piedra de Jarandilla un grabado de persona con cinco centímetros por seis de cabeza, diez centímetros de anchura de hombros, diez centímetros de longitud de brazos, ocho de longitud de piernas, resultando curiosa esta diferencia entre brazos y piernas, cuyos pies están orientados no de frente, sino de lado.”
Curiosamente la disposición es similar a la de la figura de la estela de Casar, con los pies de lado y el cuerpo de frente. Soria Sánchez termina diciendo:
“Recuerda esta piedra de Jarandilla en algunos rasgos la estela con inscripción y grabado de Casar de Cáceres.”
Esta estela de Jarandilla era de propiedad privada y se conservaba en una casa particular en el momento en que Soria Sánchez escribió su artículo, por lo que solo pudo publicar un calco de la estela.
Por último, la catalogación de la estela de Casar en Hispania epigraphica la describe de la siguiente manera:
“La cabeza, junto con el cuello y los hombros, se asemeja a la empuñadura de una espada de frontón -muy comunes por estas latitudes-. El cuello muy largo y desproporcionado y los hombros redondeados dan paso a unos brazos musculosos adosados al cuerpo. El cuerpo y las piernas son también desproporcionados y musculosos y los pies calzados con unas gruesas botas. El cuerpo y la cabeza aparecen representados frontalmente, mientras que las piernas y los pies están de perfil. El bajorrelieve antropomorfo sirve como soporte de una inscripción en caracteres latinos de difícil interpretación. El paso del tiempo ha desgastado ciertas zonas de la figura humana que afectan al texto, especialmente en su parte inferior.”
Y José María Blázquez y Mª Paz García-Gelabert en Simbolismos funerarios, toros y retratos en la Hispania antigua apuntan que la figura debe representar, o bien a una deidad de ultratumba, o bien a la difunta de nombre Ilucia. De lo que no cabe duda es que la estela seguirá fascinando por su extraño y evocador relieve, por lo menos en tanto no se descifre lo que pone en ella.
Fuentes: Ricardo Hurtado de San Antonio, La estela antropomórfica del Casar de Cáceres, Revista de Estudios Extremeños vol.32, no.1, 1976, pag.1 / Valentín Soria Sánchez, Armas en la Edad del Bronce en Extremadura (PDF), Gladis XVI (1983), pp. 201-208 / Hispania Epigraphica, Record No.25657 / Mª Paz García-Gelabert y José María Blázquez Martínez, Simbolismos funerarios, toros y retratos en la Hispania antigua (PDF), Homenaje a Antonio de Bethencourt Massieu, Santa Cruz de Tenerife 1995, 263-283 / Casar de Cáceres Diario Hoy / Cáceres: siglos de historia / Museo de Cáceres.
Fuente: https://www.labrujulaverde.com/