POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hace unos veinte años el gran pintor y escultor vizcaíno, aunque afincado en Asturias y muy especialmente en La Riera de Colunga, EDUARDO ÚRCULO (1938-2003), leyó el pregón y recibió la FABA DE HONOR del Certamen de les FABES de Colunga.
En su discurso, lleno de humor, argumentó que tan excelsa era la calidad nutricia y de sabor de «les fabes de fabada» que ya los romanos, en su latín, las denominaban VICIA FABA.
Es decir, «unes fabes de viciu».
Yo, que estaba escuchando el pregón al lado de don Sergio Marqués, antiguo Presidente del Principado y a quien Colunga debe la concesión en su suelo del Museo del Jurásico (y nadie, salvo yo, se lo ha reconocido), exclamé asombrado: ¡Qué disparate! ¡Urculo acaba de confundir las alubias (Phaseolus vulgaris), de origen americano, con LES FABONES o FABES DE MAYO (Vicia faba L)!
Y la gente, aplaudiendo a rabiar.
Bueno, pues, asómbrense ustedes, leo en un periódico regional que LA FABADA ya era invención romana usando HABAS, que es el nombre castellano de «les fabones». Y aunque los romanos elaboraban morcillas y chorizos «a su modo», y también salazones de carnes y pescados, no encontré receta alguna que se pareciera a un guiso de fabada.
Transcribo algunas tomadas del libro «De re coquinaria», de Apicio.
1.- Fabaciae virides ex liquamine, olero, coriandrio viride, cumino, porro conciso coctae inferuntur.
2.-Fabaciae frictae ex liquamine inferuntur.
3.- Fabaciae ex sinapi trito, melle, nucleis ruta, cumino et aceto inferuntur.
Como ven, ni chorizo, ni morcilla, ni lacón… ni res de res, que dicen los catalanes.
Más aún. Los romanos, en cierto modo, rechazaban los guisos de habas (fabones) pues eran indigestas, causaban trastornos nerviosos si el consumo era excesivo y excitaban a lujuria.
He aquí el testimonio del consejo dado por Pitágoras a sus discípulos y recogido por Dorstenio en el siglo XVI: «Fabis plurimum vescenti impuros generant humores, multosque creant flatus, stomacho nocent».
¿Por qué este rechazo a «les fabones»?
Esta legumbra, al igual que las almortas aunque en menor grado, contiene dos aminoácidos neurotóxicos, el oxiamildiaminopropiónico y el glutaminoaminopropionitrilo, causantes del trastorno nervioso conocido como latirismo o fabismo.
En fin, FABONES para FABADA en Roma…»¡como que no!»
Pero ahora me encuentro con otra sorpresa. Leo, también con asombro, que un gran periodista y amigo escribe que el gran éxito y promoción de la FABADA se debe a que después de la guerra 1936-39 la Excma. Sra. Dª Carmen Polo de Franco frecuentaba Casa Gerardo, en Prendes, para disfrutar con ese plato tan de su gusto. Y con ella, claro está, los «mandamases de turno». ¡Vaya, vaya!.- Pues nada, a promocionar también los ARBEYINOS CON JAMÓN que S.E. el Generalísimo solicitaba en CASA ELADIA, en Cangas de Onís, y en CASA JULIÁN, en Niserias, cuando andaba de pesca de salmón- Bueno, y dicen que doña Carmen también promocionaba los «bombones de Peñalba» y los «collares de Pedro Álvarez».
La fabada, nuestra fabada, no es ni romana ni franquista (insisto en ello para que no le apliquen la ley de Memoria Histórica). Consta documentalmente su «nacimiento» en la segunda mitad del siglo XIX para destino de «plato de fiesta» en sustitución del clásico cocido de garbanzos. El diario gijonés «El Comercio», en los finales del siglo XIX, insertaba un anuncio en el que JUSTA LA BARTOLA ofertaba a su clientela «la tradicional fabada» con motivo de las fiestas de Santa Ana, en Granda.
Doña Carmen Polo, si no me equivoco, nació en el año 1900, así que dificilmente pudo degustar la fabada de doña Justa y promocionarla como la de Prendes».
Pues nada más. A reírse un poco y ¡a comer fabada, que fai munchu fríu y el tiempu ta pa ello!
Y a ser posible que la fabada la guisen EL GÜELÍN y la GÜELINA, no el güelito y la güelita, como muy bien denuncia mi gran amigo Xuan Xosé Sánchez Vicente.
El, que ya ye güelu, sabrá por qué lo diz».