POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
El edificio del Ayuntamiento de Ulea, fue construido en año 1492, junto a la mezquita gracias a la generosa donación de terreno de María del Piero, en el paraje de «La Cruz», desde donde se accedía a la acequia, brazales y huertas aledañas; por el «Camino de la Cuna».
Dicho edificio ahora Consistorial, ha sufrido varias restauraciones, desde su inauguración hasta nuestros días.
En este artículo, hago mención de la Casa Consistorial de 1930. En la imagen se observa una fachada similar a la primitiva, con puerta maciza de madera y picaporte con aldaba. Las paredes oscuras y muy deterioradas, alumbradas por una farola.
En la planta baja se encontraban dependencias municipales y, en el piso superior, la lúgubre prisión o cárcel del pueblo, donde se recluían a los delincuentes y a cuantos forasteros fueran apresados en su término municipal.
Los escalones para acceder a sus dependencias, eran de piedra y yeso y la explanada de la Plaza Consistorial de tierra y piedras sueltas. Frente al frontispicio del Ayuntamiento, se observa la esquina de lo que antaño fue la cuadra que albergaba los pesebres para las caballerías municipales y qué, en la actualidad, es una casa, propiedad de los herederos de Isidoro «de la correa» y Lola Ortega.
En su costado, se observa la calle de Arriba, con sus peldaños empedrados, actualmente adornada con magníficos maceteros. Este callejón, en 1930, era lúgubre y con tapias de corrales en ruinas. Desde dicha esquina del Ayuntamiento, mirando hacia la montaña, no aparecía la imagen del Corazón de Jesús; ya que éste, se erigió el día 22 de junio del año 1947.
A este callejón, mal cuidado y oscuro, se le llamaba, en los años treinta del siglo pasado, «El callejón de los Sueños Rotos»; porque era el lugar al que acudían mujeres menesterosas para prostituirse a cambio de un plato de comida, unas alpargatas de esparto o de cáñamo: o alguna ropa usada. También acudían, aunque eran minoritarias, las que solo buscaban dinero.
Allí, junto al Ayuntamiento, había unos corrales en ruinas y sin tapiar, donde se frustraban los sueños de algunas mujeres.