POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Este artículo es mi contribución como Cronista Oficial de Lobón a la Revista de Feria y Fiestas de San Agustín 2019. Con animosidad y regocijos los vecinos de Lobón siempre se han dispuesto a celebrar la Feria de Agosto, que así se llamó, hasta que el nacionalcatolicismo de los años cincuenta del siglo pasado la cristianizó, al celebrar la Iglesia Católica el día 28 la festividad de San Agustín de Hipona, una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano.
En “Allende el Guadiana”, se contaba que “envueltos en nubes de asfixiante polvo caminamos a la empinada villa de Lobón, patria del inmortal Alvarado. Un ratito de navegación sobre cansada pollina -entonces el río se cruzaba en barca-, y ya estamos trepando por la peligrosa senda que llega hasta la plaza de la que, en aquellos momentos era morada alegre de candorosas jóvenes”. “Celebrabase la feria anual, y allá nos fuimos confiados de encontrar en el alto picacho bandada numerosa de cándidas palomas. Y vaya si la encontramos”.
Así se contaba en el número 33 del semanario ‘La Cotorra’, del 1 de septiembre de 1895, firmado con el seudónimo ‘El Portugués. Este semanario tenía su administración en la calle Mérida número 42 de Montijo.
Su crónica hace un recorrido por las familias pudientes de la villa. Casas de don Ángel Chorot Prieto, don José Parra y don Severiano Gragera García, que era ese año alcalde de Lobón, integrantes de la oligarquía local. Silenciado las diversiones y ambiente de las clases populares. Describiendo los animados bailes y actuaciones que ellas se dieron. En su cotorreo ofrecía el mea culpa ante la falta de espacio: “No pasaremos revista a las juergas y otros incidentes, porque para ello necesitaríamos más espacio del que disponemos”.
LOBÓN EN 1895
El año que se celebró la Feria de agosto de 1895, las autoridades municipales de Lobón acordaban el arreglo de caminos para dar empleo a los jornaleros más necesitados por la escasez de trabajo que había en el campo debido a las lluvias. Con esta medida se arreglaron el camino que bajaba al Guadiana, el camino del Puerto y el lugar conocido por El Pico. Asimismo, se ordenó empedrar la calle Madrid, la Plaza y el corredero de Santiago, siendo por cuenta de los vecinos pudientes las piedras y tierra que hiciese falta para los trabajos de referencia, designándose a Domingo Giraldo Herrera como encargado de las obras. En el empedrado de las calles se emplearon 141 jornales con un coste de 98 pesetas y 99,50 pesetas y 142 jornales en el arreglo de caminos. Los salarios, según categoría, fueron desde una peseta hasta cincuenta céntimos.
En aquel decimonónico año se produjo en la isla de Cuba el ‘Grito de Baire’, por José Martí, líder independentista cubano, seguido por mambises atacaron a las tropas españolas, comenzando la Guerra de Cuba. La insurrección les condujo a la independencia.
“Allende el Guadiana”, artículo que hemos rescatado para la historia de la Feria y de Lobón terminaba diciendo: “Felicitamos al elevado pueblo, deseándole se repita con frecuencia esta clase de fiestas que siempre quedan en la memoria de todos, un gratísimo recuerdo”. Como ayer, ahora con renovados afanes, ha llegado este tiempo, estos días para disfrutar y divertirse. Porque son tiempos de amistad y para cantarle con euforia a la vida y al destino.
LA COTORRA
El semanario ‘La Cotorra’ fue fundado por el montijano Juan Antonio Codes Rodríguez, republicano y masón. Fundó también ‘El Avance’, semanario que se publicó en la II República. El ideario de ‘La Cotorra’ perseguía regenerar la sociedad montijana, pretendiendo crear una infraestructura cultural que se vio rodeada por la indiferencia. ‘La Cotorra’ duró un año.
FOTOGRAFÍAS
Las fotografías que aparecen en la Revista, cedidas por Cándido Chorot, son: el matrimonio Ángel Chorot Prieto-María Coca Pizarro, y la señorita Araceli Chorot de Coca que cantó con sumo gusto ‘El dúo de la africana’, zarzuela que fue estrenada en el Teatro Apolo de Madrid en 1893, terminando tan agradable fiesta con unas sevillanas bailadas con gracia inimitable por la misma señorita y el señor González.