POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
En Navalmoral estamos habituados a oír hablar de varias ferias, a cual más emblemática.
La primera y más conocida fue la famosa Feria de San Marcos, que se celebraba alrededor del 25 de Abril en la dehesa de su nombre (o de San Benito). Cerca de nuestra localidad, aunque en el término municipal de Talayuela.
A ella acudía gente de toda la comarca, incluso feriantes foráneos. Se compraba y se vendía casi de todo, intercalando los actos festivos (bailes incluidos) con las transacciones comerciales.
Por esos motivos, en el año 1924 instauran en Navalmoral una versión de la misma, con el nombre de Feria de Abril, durante los días 24, 25 y 26 de ese mes; ferial y recreativa también.
Pero, en lo que a la capital del Arañuelo se refiere, la más antigua era la de San Miguel, que ya existía –al menos– en el siglo XVIII. Pero que después se pierde debido a la Guerra de Independencia, crisis derivada de lo anterior, epidemias, etc. Pero que se volvió a rescatar en 1876, los días 29 y 30 de Septiembre de cada año.
Las dos anteriores desaparecen a finales de los años sesenta, con la crisis agraria. La primaveral lo haría definitivamente. Pero la del Arcángel se recuperó en 1983 –de acuerdo con la promesa del nuevo alcalde, con actos muy llamativos (albañilería, gastronomía, artesanía, actividades recreativas), pero ya sin feria de ganado.
A mediados del siglo XIX surgen otras dos, sustituyendo a la anterior: La de San Gregorio–o Santa Mª de la Mata–, los días 11 y 12 de Mayo junto a la iglesia matriz de la Campana de la Mata, que se creó en 1854 y duró pocos años , pues al año siguiente desaparece la citadaCampana.
Había comenzado antes de esa fecha como una Romería de los pueblos de dicho Concejo, que luego desembocó en feria también.
Y la Feria de San Ándrés coincidiendo con la fiesta local patronal, aprobada también en 1854. Que comenzó celebrándose ese día 30, pero que luego se retrasó una semana –los días 6 y 7 de Diciembre– como prolongación de los actor religiosos y festivos, y para que los cerdos terminaran de aprovechar el consumo de la bellota de las dehesas del entorno, alimento básico del ganado porcino entonces, a la vez que se hacían presentes las primeras heladas importantes del invierno (claves para el secado y curado de los embutidos, jamones, tocinos y otros elementos del cochino).
Instalaban los puestos de comida en la plaza e iglesia de San Andrés, y los animales junto a la ermita de las Angustias (que entonces era un descampado). Ya en el siglo XX, la trasladan a la Plaza de las Charcas (donde estaban antes los Caños Viejos), posterior Plaza de Vázquez (Plaza de Abasto y Teatro del Mercado actual).Y en 1950 comienza a funcionar el Ferial en el popular Mercado, una vez que esos terrenos próximos al Canchigordo fueron adquiridos mediante subscripción popular.
Aunque ése era su nombre oficial, popularmente se la conocía en Navalmoral como reza en la cabecera: Feria de las Tripas y el Pimentón, dado que su finalidadera eminentemente matancera: la compraventa de cerdos ya engordados y listos para ser sacrificados (a los más jóvenes les resultarán estas menciones sangrientas, pero los mayores saben bien que la inmolación del guarro era vital para la supervivencia de la familia a lo largo del año, ya que de él se aprovechaba casi todo…), así como de las especias y elementos imprescindibles para la “chacina”: sal, ajos, cominos, pimienta negra, aceite, vino; patatas, calabazas y arroz (para las morcillas), cuerdas para atar; y, como consta en el epígrafe, los “mazos” de tripas secas y curadas de vaca para embutir (pues las naturales del cochino eran insuficientes, especialmente por la cantidad de morcillas que había que embutir), y el imprescindible pimentón de la Vera para condimentar y conservar casi todos los derivados de los marranos, básicamente los que se “curaban” secados o en los adobos.
Por las mismas causas antes señaladas (aprovechamiento de la bellota), más adelante vuelven a demorarla al día 13 y, como es lógico, cambiaría el nombre por Feria de Santa Lucía (festividad de ese día, como algunos sabemos bien).
Feria que como las otras, y productos que comienzan a proliferar en comercios y “ultramarinos”, tuvieron también los días contados. Pues en 1914 surgieron los Mercados quincenales, los días 10 y 27 de cada mes. Por lo que hoy sólo permanece en nuestra memoria, que yo le transmito a través de este relato.
A la vez que añoro aquellas “matanzas” donde, además de reunión familiar de trabajo para asegurar el porvenir de la familia protagonista del acto, era una celebración de convivencia (en receso cada vez más) y alegría tanto para los niños (que aguardábamos con impaciencia que nos ofrecieran el “rabo” o las cortezas y nos prepararan el columpio) como para los ancianos: los “doctores” de tan entrañable tradición.
Prácticamente ha desaparecido en el ámbito urbano (caso de nuestra localidad) y cualquier ciudad, porque carecen de infraestructuras para llevarla a cabo, pero que aún sobrevive en el ambiente rural, aunque en franca y progresiva decadencia.