POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Me hubiera gustado escuchar en el Paraninfo la “Ultima lectio” de Miguel Ángel de Blas, catedrático de Prehistoria, a quien conocí en Peña Tú y me llevó en volandas a las minas del Aramo. Entre mis profesores preferidos (familia aparte), añadiría a Manuel López de la Torre, de Latín y Literatura, en el San Luis de Pravia; al Padre Falo, de Historia del Arte, en el Loyola de Oviedo; a Luis Balbuena, de Álgebra, y a Anatael Cabrera, de Cálculo Infinitesimal, en la Universidad de La Laguna; a Faustino Díaz, de Empresariales, y a Faustino Pérez, de Comunicación, en la Universidad del Mundo; a Gustavo Bueno, de Filosofía, a Paco García Pérez, de Conrad, a Magdalena Cueto, de Poética, y a Jesús Suárez, de Tradición Oral, en la Universidad de Oviedo; a Guillermo García Calvo, de Tristán e Isolda… ¿Denominador común? Que no están en sus cabales: su furia, su genialidad y su entusiasmo me conducían a la catarsis.
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