La finca de Huerta Grande estuvo vinculada a la familia de Pedro Rodríguez-Campomanes, ministro del rey Carlos III, desde 1780 en que Francisco Rodríguez- Campomanes, hermano de Pedro, compró esta finca, situada entre las calles Campomanes (hasta 1911 calle de la Fuente), carretera de Majadahonda, Calle de Boadilla y Arroyo de Las Pozas y que la ampliaría con la compra de otras colindantes, propiedad de vecinos del pueblo y otra tierra del concejo. Fue propiedad de los sucesores del primer conde de Campomanes, título otorgado a Pedro Rodríguez- Campomanes por Real Cédula de Carlos III en 1780, que llevaría él y heredarían sus descendientes. En 1865, el IV conde, Manuel Rodríguez- Campomanes, vendió esta propiedad a Juan Ribera Montells, pasando por diversos propietarios hasta la actualidad.
Francisco siguió la carrera eclesiástica y tras superar las pruebas de legitimidad de nacimiento, limpieza de sangre y de oficios viles y de nobleza, ingresó en la Orden de Santiago en 1750 en el Real y Sacro Convento de San Marcos de León. Desempeñó varios cargos eclesiásticos que le aportaron buenas rentas que, al ser fraile y clérigo de una Orden Militar, no estaba obligado a llevar vida conventual ni hacer voto de pobreza. Estas prebendas y beneficios económicos obtenidos a lo largo de su vida eclesiástica, le permitieron llevar una vida acomodada y disfrutar de un buen coche de caballos, con dos mulas, paja y cebada para alimentarlas y los correspondientes muebles para el coche.
Todo esto, unido a su permanente residencia en Madrid, fue lo que, sin duda, motivaron la compra de La Finca Huerta Grande en Pozuelo de Alarcón, en 1780, donde invirtió parte de sus ahorros y a donde se podía trasladar cómodamente en su coche, por la proximidad a la capital.
En la descripción que de ella hacen los documentos del siglo XVIII mencionan los árboles plantados: variedad de frutales como perales, manzanos, ciruelos, guindos, albaricoques, membrillos, parras, granados, higueras, nísperos, olivos y 2.550 cepas. Campos sembrados de cereales y una porción de jardín en torno a la casa principal, bien cuidado, en forma circular.
En febrero de 1785, Francisco Rodríguez Campomanes, agregó al mayorazgo fundado para su sobrino Sabino, heredero de su hermano y futuro II conde de Campomanes, la finca de Pozuelo de Alarcón, con lo que toda la familia Rodríguez-Campomanes, sobre todo su hermano Pedro, ministro de Carlos III, es posible que se sintiera copropietario de la finca. Las relaciones entre los hermanos, fueron siempre muy buenas y cuando Francisco compró la finca de Pozuelo de Alarcón, Pedro iba a descansar de sus numerosas obligaciones de Estado a la “huerta” de Pozuelo, donde decía sentirse más a gusto que en Madrid, satisfaciendo sus dos aficiones preferidas, la lectura y el cuidado de los árboles, poniendo mucho empeño en que el lugar fuera frondoso y agradable y continuando la tarea que había iniciado su hermano plantando más árboles para convertirlo en un lugar de “buen aspecto” y “de inútil volverlo frondoso”. Pedro puso mucho empeño en que se cuidara y mantuviera en buen estado la finca que le producía muchas satisfacciones, como lo denota la carta que escribe a su hijo el 14 de julio de 1786, en que le señala que el rey Carlos III, le había ponderado públicamente, en una comida, lo exquisitas que eran las moras de la “huerta de Pozuelo” que todos los jueves y domingos le hacían llegar a Palacio, y se había informado acerca de su funcionamiento, por lo que sería conveniente que cuando fuera su tiempo, también le enviase uvas, que él consideraba que eran muy buenas …”su Majestad, por su infinita bondad, tuvo la benignidad de manifestarme a la mesa, en público, haberle gustado, e informándose de la huerta. Esto quiere decir deben cuidarse los murales y creo que a su tiempo le agradarían las uvas, que son especiales…”
La posesión de esta finca en el municipio por parte de la familia Campomanes, sin duda, contribuiría a las mejoras que se realizaron en esta época en el pueblo, como la construcción de dos puentes de piedra para cruzar el arroyo, que transcurría por el centro del caserío y la canalización de aguas con dos fuentes, una próxima a su finca, en la que todavía se conserva la placa de su inauguración, en la que reza que se inauguró en 1785, y otra con la misma fecha, a las afueras del pueblo (Monte del Pilar), que canalizaba el agua de un manantial, muy valorada por los vecinos por la calidad de sus aguas, que tenía poderes curativos, conocida como la Fuente de Las Escorzoneras, llamada así por las plantas de este nombre que la rodean.
Contrató a un administrador, un hortelano y periódicamente a campesinos, posiblemente pozueleros, para las tareas agrícolas temporales, como siembra y recolección de productos. Hacía ir periódicamente a un buen jardinero de Madrid para que supervisara las plantaciones. El ministro la rodeó con una cerca y para ello, consultó a Ventura Rodríguez “maestro mayor de Madrid” y habló con Eulogio Barrio y Juan Llorente, albañiles de Pozuelo, para que la construyeran y cuidaran de su mantenimiento. En la actualidad, parte de esta valla ha desaparecido debido a que, en 2010, las abundantes lluvias caídas ese año, hicieron que la pared se derrumbara y no se volvió a reconstruir, perdiéndose para siempre.
Francisco murió en Madrid, el 27 de mayo de 1810, dejando como heredero de sus bienes remanentes a su sobrino- nieto y ahijado, Rodrigo Rodríguez Campomanes, fututo III conde de Campomanes, por haber muerto ya su sobrino Sabino, padre de Rodrigo, haciéndose cargo de la herencia en nombre de su hijo, menor de edad, su sobrina política, viuda del II conde, Isabel de Orozco, condesa consorte. Su hijo, Rodrigo Rodríguez-Campomanes y Orozco (1791-1841), III conde de Campomanes, tomó posesión de los mayorazgos de la casa del mismo nombre.
Manuel Rodriguez Campomanes, IV conde de Campomanes (1835-1875), heredó la Huerta Grande, junto al título de conde y demás posesiones y a la muerte de su padre, en 1841, cuando él solo contaba doce años de edad. Se hizo cargo de su herencia la segunda esposa de su padre, hasta su mayoría de edad. El 27 de julio de 1865, residiendo en Valladolid, vende Huerta Grande a Juan Ribera Momtells, domiciliado en Madrid, por 164.000 reales de vellón. A la firma de esa venta, el nuevo propietario se compromete a respetar el arrendamiento que se había hecho por tres años a contar desde 1864, a favor de Valentín Bravo y su mujer Jualiana Ballesteros, vecinos de Pozuelo, y si no se cumpliera, les pagarían 2.500 reales de indemnización. Con esta venta, se termina la presencia de la familia Campomanes en Pozuelo de Alarcón que se había extendido durante casi cien años que, si bien en sus comienzos fue muy disfrutada, cuidada y explotada, a partir de la muerte del ministro Campomanes, fue perdiendo interés por parte de sus descendientes, sin duda, porque fueron estableciendo su residencia en otras provincias alejadas de Madrid.
Esta finca, a partir de su venta por parte del IV conde Campomanes, ha pasado por numerosos propietarios entre ellos Juan Ribera, que vende una parte para la construcción de la colonia de La Paz, Urbano Manini, editor, el Marqués de Nájera, Juan Tomás Gandarias y Durañana, la familia Sánchez- Castillo Gandarias, herederos de los anteriores propietarios hasta que, en 2019, venden esta propiedad.
Actualmente en el municipio existe una calle con el nombre de Campomanes, colindante con esta finca por su parte este, que el ayuntamiento en 1911, decidió cambiar el nombre que tenía de La Fuentecilla por el de Campomanes, en recuerdo de sus antiguos propietarios.
Las pilastras que formaban parte de la entrada principal de la finca por la calle Boadilla, han sido trasladadas a la calle Manuel Ayende, no lejos de los terrenos que hoy constituyen Huerta Grande y que también formaron parte de ella, hasta el siglo XIX.
FUENTE: https://www.diariodepozuelo.es/112195-la-finca-de-huerta-grande-en-pozuelo-de-alarcon