La Fresneda del parque de la Fuente de la Niña es uno de los rincones más espectaculares de Guadalajara. Es un lugar que siempre está nuevo. Está limpio, está perfecto. Me gusta verlo (casi me da reparo pisarlo) y hoy me he animado a fotografiarlo, porque a pesar de tanto árbol, y de tanta hoja, el espacio tiene luminosidad, de muchas formas parlante.
Me encanta, sobre todo, porque es uno de los pocos lugares donde no hay pintadas (imagino que porque no hay donde hacerlas, tampoco).