LA FUENTE DE MARFUZ, EL CERCADO DEL CABALLERO Y EL PAREDÓN DE CANARIOS
May 15 2021

POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (LAS PALMAS).

 

Viera y Clavijo

Una buena parte del centenar de pozos localizados en Ingenio emanaban el peligroso gas carbónico. Los obsoletos ventiladores se averiaban y había que andar con diligencia para que los piqueros pudieran salir a la superficie, costando en muchos casos la vida de estos obreros, que en condiciones precarias trabajaban en su explotación. Al agua achicada por las bombas que burbujeante salía a elevada temperatura con sabor agrio se le daba el nombre de “agua sifonada”; muchos vecinos la llevaban a sus casas en recipientes para su consumo por sus cualidades medicinales, costumbre vigente hasta hace muy poco tiempo cuando la gran mayoría de los pozos dejaron de explotarse.

El manantial de Marfuz

En otro tiempo, estas aguas carbonatadas, propias de subsuelo volcánico, conocidas popularmente por agua agria, por efecto del ácido carbónico disuelto en ellas, salían a la superficie de forma natural a través de fuentes y manantiales, siendo muchas las contabilizadas y reconocidas, algunas de las cuales han sido explotadas industrialmente para su venta.

El ilustre canónigo José de Viera y Clavijo en su obra Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, glosó las excelencias de estas aguas medicinales y la distribución de manantiales, indicando que eran “aguas cristalinas, sin ningún olor ni color y un agrio que por el picante y agujitas que se perciben sobre la lengua, pudiera compararse al de la sidra, o vino nuevo que no ha acabado de fermentar, que al salir de los manantiales se presentan acompañadas de innumerables ampollitas de aire, siendo las más notables las de Teror, Telde, Guía, Montaña del Rapador y Tinoca”. Viera añade a esta lista “una fuente agria en Marfur, Agüimes” de cuya jurisdicción formaba parte Ingenio en aquella época”.

Esta fuente que fue muy conocida, estuvo en servicio para los vecinos con todas sus propiedades químicas y medicinales hasta aproximadamente la mitad del siglo XIX, según se desprende de un informe del alcalde de Ingenio Andrés Pérez sobre aspectos generales de la agricultura, en respuesta a una circular enviada por el comisionado regio a todos los alcaldes de la Provincia en 1849. En uno de los apartados de dicho informe se expresa que en la jurisdicción de Ingenio había una fuente gaseosa que era muy útil para las digestiones pero que don Guillermo Morales, natural de Carrizal, a la sazón dueño de la hacienda donde se encontraba, le rompió el cañón y al mezclarse con agua dulce, había perdido las propiedades que tenía. La fuente debió seguir utilizándose ya que según un relato que hace la viajera inglesa Olivia M. Stone en su libro Tenerife y sus seis satélites en noviembre de 1883, manifiesta que a su paso por Ingenio, a donde había llegado con un arriero y dos mulas procedente de Agüimes, mostró especial interés en ver un manantial de agua mineral que se encontraba cerca del Carrizal, por lo que directamente se dirigió al lugar, atravesando primero un barranco (debía tratarse del barranco del Obispo), al que la señora Stone le da el nombre de “Ecoja”, pero no se mostró segura de dicho nombre por cuanto el arriero que se lo transmitió hablaba de forma poco inteligible, por lo que era muy posible haber escrito el nombre incorrectamente (documentalmente no se conoce ningún barranco en la zona con ese nombre).

Olivia M. Stone. R.S.V.

Tras cabalgar por su lecho pedregoso y llegar a algunas cañas, desmontaron para atravesarlo, caminando hasta su orilla derecha donde se encontraba una pequeña hondonada o cañada en la cual había unas palmeras; junto a ellas en la ribera al lado de la montaña, cerca del fondo, se encontraba una caña rajada enterrada y por ella fluía un arroyuelo de agua mineral. La viajera inglesa, al tomar su agua, apreció que su sabor no era muy fuerte y tenía muy poco caudal, manifestando que casi no valía la pena haberse molestado, lo que podría confirmar la mezcla con agua dulce que relató el alcalde. El viaje mañanero desde Agüimes apenas había durado una hora. Eran las diez en punto cuando abandonaron el manantial y el barranco y subiendo por la montaña llegaron al pueblo de Ingenio.

Con posterioridad el lugar se minó formando una red de galerías con varios pozos que terminaron por secarse, haciendo desaparecer el histórico manantial de agua agria. Este conjunto hidráulico que en la actualidad se conserva en la cabezada del barranco de Marfuz en un reducido espacio, es sin duda alguna de los más interesantes de todo el rico patrimonio hidráulico del municipio de Ingenio y requiere un tratamiento especial para su estudio y protección.

El Cercado del Caballero

Paralelamente al relato anterior, habíamos llevado a cabo una investigación sobre la existencia de una hacienda de gran extensión conocida por el “Cercado del Caballero”, topónimo en la actualidad desconocido, del que había referencias documentales primigenias desde el siglo XVI, que nos condujo a la conclusión que la fuente agria de Marfuz se encontraba en dicho cercado. La única referencia toponímica actual en todo el municipio de Ingenio correspondía al término “Cuesta Caballero”, originado en el siglo XX en razón a que el dueño de la mayoría de las tierras de ese lugar, por donde transita la carretera Carrizal-Ingenio era D. Juan Caballero que vivió ese siglo en el paraje que anteriormente se llamó “El Herrador” y por esa razón quedaba descartado que se tratara del lugar que buscábamos. Sobre la razón de su nombre, tampoco se pudo llegar a ninguna conclusión, al no poderse determinar si tenía relación con el apellido de cualquier personaje y o si se trataba del tratamiento aplicado a alguna persona de cierta relevancia social como signo de distinción y nobleza.

El cercado y los repartimientos

Los repartimientos de tierras llevados a cabo por el Cabildo de la Isla a mediados del siglo XVI, recogidos por Manuela Ronquillo y Eduardo Aznar, cuyo documento original se encuentra en el Museo Canario, nos conduce a una petición formulada al Cabildo por Pedro Lorenzo y Hernando Estévez en 1557, solicitando recibir hasta ochenta hanegadas de tierras en la comarca de Agüimes que son hasya la mar a la parte de Gando e son linde de otras tierras que tenemos por la vanda de arriba e por un lado con tierras de Juan Gonzalez e por abaxo hazia la mar e asymesmo otro pedaço que está de la otra parte de tierras de Juan Gonzalez hazia el carrizal e por abaxo lyndan con el çercado del caballero e camino del carrizal con una cueva que está dentro en ellas. Estas tierras le fueron concedidas a los peticionarios a cambio de 8 doblas para la fortaleza de las Isletas.

Cuenca del barranco de Marfuz donde se encontraba la fuente de agua agria. | | S.V.

El mismo año, las tres hijas de Juan Martínez de Bilbao y Catalina Báez y su hijo Luis Báez, manifiestan haber recibido merced y data en 1542 de cien fanegadas de tierra en Agüimes que se le habían dado a sus padres y antepasados, Juan Martínez de Bilbao y Gonzalo Báez, pero que habían perdido los documentos, por lo que solicitaban recibir los títulos correspondientes. Estas tierras tenían por linderos el albarrada del çercado del caballero e de la parte de Agando un barranquillo que viene de dos montañas e por arriba el açequia vieja del tiempo de Grand Canaria que viene del çercado del caballero. Alonso de Matos declaró que ambos poseyeron esas tierras y que oyó decir que el Cabildo se las había dado, pero no precisó la cantidad, añadiendo que Báez desmontó hasta 15 fanegadas que había sembrado y que le había ayudado a ararlas y que tanto éste como sus herederos siempre las habían poseído, arándolas e sembrándolas e cultivándolas e arrendándolas. El Cabildo concedió las tierras a sus herederos conforme a las ordenanzas de las islas.

Los herederos de Andrés Hernández, vecinos de Agüimes, declaran en 1579 que al tratarse casamiento entre una de sus hijas, María Hidalgo, con Pedro Sánchez, recibiría para su dote todas las tierras que tenía en la costa, término de la Villa de Agüimes, lindantes por la parte de abajo cercado que dicen del Caballero y por el otro lado barranquillo de Aguamarfuz.

Por escritura ante el escribano de Agüimes Francisco Díaz Pelos, celebrada en 1598, Marcos de León, Regidor de Gran Canaria, da a censo redimible a los vecinos de la Villa de Agüimes, Baltasar de Ortega y su mujer Andrea de Armas, nueve suertes de tierras en el cercado del Caballero en el término del Carrizal. Por 1641 el capitán Don Luis de León Cárdenas, uno de los hijos de Marcos de León, como heredero, vendió al Hospital de San Pedro Mártir de Telde las 120 doblas del tributo principal que le pagaban los herederos de Baltasar de Ortega y Andrea de Armas y su hija Juana de Abiezos, vecinos de la Villa de Agüimes, habiendo recibido a tributo de su padre las nueve suertes de tierras en el cercado del Caballero en el término del Carrizal con seis días y seis noches de agua, conforme al rédito que pagaban cada año.

Localización

Los textos del siglo XVI, dejan claro la situación y localización del que fue Cercado del Caballero con su inicio por el poniente en “el barranquillo que viene entre dos montañas” en una hondonada entre la montaña de Marfuz y la montaña de Ortega que quedan al norte y sur del barranco, dándose la circunstancia que son las dos únicas montañas existentes en esta zona, que es casi el inicio de la cabezada del llamado barranco de Marfuz, prolongándose, sin que pueda quedar claro, por la cuenca de dicho barranco por el paraje de Lomo del Cardón. Lugar atravesado por el primitivo camino real que venía de Telde hacia el cercano núcleo urbano de Carrizal. Todo ello dentro del término de dicho Carrizal.

Por escritura ante Baltasar González Perera en 1667, José Casares y Ana Toledo, y Fulgencio Méndez y María Hidalgo, impusieron a favor del Monasterio de San Bernardo un censo redimible sobre cuatro fanegadas de tierra en las Majoreras término de Agüimes donde dicen el Cercado del Caballero. Con posterioridad estas tierras que ya habían perdido su primitiva denominación de Cercado del Caballero pasaron a la posesión del Monasterio de San Bernardo (monjas bernardas), sobre el cual se hace referencia en 1739 en el globo de bienes que poseen los vecinos de Ingenio Francisco Xuárez López Espino y esposa Sebastiana de la Peña a repartir entre sus hijos: suerte de tierra en la ladera Marfuz que linda por encima tierras de las monjas de San Bernardo de la ciudad de Canaria y por otro lado barranco y su corriente de Marfuz. Se sabe que estos terrenos se componían de 13 fanegadas de tierra y un pequeño remaniente de agua, localizados en Marfuz, jurisdicción del Ingenio, y que en virtud de la Desamortización de Mendizábal, en 1837 fue incautado por el Estado y sus bienes puestos a la venta en pública subasta. Posteriormente no se han encontrado documentos que hagan referencia al Cercado del Caballero como tal, quedando absorbido por otros topónimos que perduran actualmente. Los terrenos fueron adquiridos por el Canónigo de la Catedral de Laguna, natural del Carrizal, y residente en aquella ciudad, Domingo Morales Guedes, como mejor postor en la cantidad de 3.751 reales de vellón en subasta pública según escritura formaliza en Santa Cruz de Tenerife por el Juez de Primera Instancia, el 6 de diciembre de 1844. Ausente en Tenerife el sacerdote Domingo Morales, autorizó a José Doreste Morales para que ante el escribano Manuel Sánchez de Las Palmas, vendiera a su sobrino Guillermo Morales Díaz (hijo de Juan Agustín Morales y Andrea Díaz), vecino del Carrizal de Ingenio el 24 de octubre de 1851 unas tierras en el pago de Marfuz del pueblo del Ingenio con algunos remanientes dentro de ella, compuesto de trece fanegadas, lindantes por el naciente con tierras de Doña María del Jesús Ramírez y otros; por el poniente herederos de Bartolomé Dávila, norte los de D. José Guerra y por el sur pared que divide el Lomo que dicen de los Ortega, por 525 reales y 5 maravedíes.

Canónigo-Domingo-Morales-Guedes-1803-1868.-Dueño-de-la-hacienda-que-fue-el-Cercado-del-Caballero.j

Guillermo Morales, cuando contaba 48 años y se encontraba viviendo en Telde, concierta un préstamo con Sebastián Florido Morales de aquella población el 3 de noviembre de 1870, ante el notario Pedro Ruano Alvarado, recibiendo 7.500 pesetas en monedas de plata y oro, obligándose a devolver la cantidad prestada al término de dos años al interés del 12 % anual. En garantía de dicho préstamo hipotecó la hacienda de Marfuz compuesta de tierra labradía con árboles frutales de 13 fanegadas. Existían en esa época en la finca varios remanientes de agua en el que el otorgante había realizado trabajos de consideración con un estanque para depositar aguas y casa de vivienda, siendo su valor en el momento del préstamo 62.000 pesetas y se hallaba gravada con 3.750 pesetas a favor de Doña María del Pino Silva según escritura ante el escribano Manuel Sánchez cinco meses antes.

Guillermo Morales no pudo hacer frente al pago del préstamo y sus elevados intereses, por lo que fue declarado concurso de acreedores. El 14 de agosto de 1878 se anuncia en el BOE y se saca a pública subasta, debiéndose verificar el remate en la sala de audiencia del Juzgado el 9 de septiembre sus terrenos labradíos y arrifes en el pago de Marfuz, jurisdicción municipal del pueblo del Ingenio, conteniendo dos casas con sus accesorios, dos estanques y una tanqueta, con el agua que nacía dentro de dichos terrenos destinadas al riego de los mismos, que equivaldría a día y medio de la gruesa del heredamiento del Ingenio, con una superficie total, con exclusión del área de las casas, estanque, y tanqueta, veinte y cuatro fanegadas, cinco celemines, tres cuartillos y diez y nueve brazas, equivalentes a mil trescientas cuarenta y siete áreas. Tasado por peritos en 20.368 pesetas.

Por 1882 las propiedades de Guillermo Morales habían pasado a la tenencia de sus acreedores: 13 fanegadas de Marfuz con 4 horas de agua de riego, arrifes con algún yerbaje y remaniente a María del Pino Silva y las otras 10 fanegadas de regadío con unos remanientes y el resto de arrifes y pastos a Sebastián Florido Morales.

El paredón de canarios

Por 1658 según consta en el Libro I de Protocolos del Archivo Parroquial de Agüimes, Salvador, vecino de la Villa de Agüimes vendió a Francisco Pérez Espino un día y medio de agua del heredamiento de las Majoreras y una suerte de tierra en dicho pago, lindante por un lado con el “paredón del Caballero”. En cuyo paraje multitud de documentos de siglos posteriores sitúan un paredón de canarios. El “paredón”, si que aparece en distintos protocolos notariales, sobre ventas, arrendamientos, testamentos, hasta época reciente, casi siempre como lindero de distintas parcelas con el nombre de “paredón de canarios”.

A través de la lectura de estos documentos, hemos intentado en varias ocasiones en compañía del experto conocedor de la zona, Paulino Santana, la localización de este histórico paredón a lo largo de todo el interfluvio entre los barrancos de Marfuz y Obispo con centro aproximado en el actual barrio de Las Majoreras, sin haber encontrado restos físicos de este paredón, abriéndose otra vía de estudio sobre la presencia aborigen en la zona.

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