POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Junto con el Hospital Antipalúdico, es la institución más conocida fuera de nuestros lares, como me acreditan cada año en los Congresos de Cronistas Oficiales.
Surgió a finales del siglo XIX gracias al legado de D. Antonio Mª Concha y Cano quien, tras morir en 1882, dona sus bienes (las dehesas de Casasola y Torviscoso) para erigir las Escuelas (1885) y Biblioteca Concha (1898); de cuyo patronazgo se encargaron los hermanos González Serrano, sus descendientes, Dª María Florenciano y otros; bajo la dirección inicial de D. Víctor Merino Sánchez (desde 1889).
El 25 de enero de 1885 y en Sesión Ordinaria del Ayuntamiento (tras la inauguración de la Fundación), la Corporación reflejó en el Acta que D. Antonio se ha hecho acreedor al título de “Hijo Adoptivo de esta Villa” (pues era natural de Plasencia, vivió también Cáceres, hasta que en 1873 se instala definitivamente en nuestra villa). Además, le dedicaron la anterior calle Talavera (que aún lleva su nombre) y acordaron que “se construya una estatua de bronce del fundador”. Aunque, en este “Navalmoral de los olvidos”, el primer acuerdo no se llevó a cabo hasta 21 años después (el 31-V-1906, siendo alcalde “Amarnie”); y el tercero en 1950, en plena Dictadura franquista.
El 5-IV-1900, por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, se la declara «Fundación de Beneficencia Particular». En ella se utilizaba el método Fröebel (el mismo que se usaba en la Institución Libre de Enseñanza); “basado en el ejercicio libre y gradual de todas las actividades, tomando como base las facultades del niño”; lo que suponía un gran avance para aquellos años de “tiniebla educativa”.
A principios del siglo XX ya beneficiaba a 120 niños de ambos sexos, con un maestro y una maestra a su cargo (para ocupar las plazas tenían preferencia los matrimonios…).
El 20 de enero de 1922 llega D. Jenaro Cajal de Gorbea a las Escuelas Concha, para sustituir al citado don Víctor. La obra de don Jenaro en Navalmoral será muy fructífera y valiosa, dada la difícil época que le tocó desempeñar su misión: Monarquía de Alfonso XIII, Dictadura de Primo de Rivera, 2ª República, Guerra Civil y Posguerra.
En ese mismo año, comienzan las obras de las nuevas Escuelas de Párvulos del «Rollo», sobre un solar logrado por D. Vicente González Serrano en 1919, que se inauguran en 1926. Entre ambas secciones, llegó a contar con 5 escuelas de párvulo (a las que asistían 230 niños/as, de 3 a 6 años), otra de adultos (con 35 alumnos, de 13 años en adelante) y la citada Biblioteca (regida por don Jenaro, abierta 5 horas diarias, con más de 4.000 volúmenes de todo tipo, sin contar las revistas científicas, literarias, agrícolas y pedagógicas). Todos los servicios eran públicos y gratuitos.
Hasta que la Guerra Civil trastocó sus planes pues, el 20-VIII-1937, reciben una orden que la afectará directa y negativamente: «los bienes que pertenezcan o administren personas del otro bando pasarán a quien diga el juez«… Basado en lo anterior, el BOE del 26-I-1938 publicará la disolución del Patronato que, a partir de 1948 (cuando se crea otro nuevo), será controlado por el Ayuntamiento, la Iglesia y el estamento judicial (vigente durante medio siglo). Se queman y pierden muchos libros, pero la Fundación seguirá cumpliendo sus fines (aunque de otra manera).
En 1962-63 pasan tres aulas a la Dirección General de Enseñanza Primaria, mediante un convenio, permitiendo a tres maestras nacionales ejercer su labor en las Escuelas.
A partir de entonces, la crisis agraria afecta a la Fundación (y a dos de sus maestras), pues dependía de los arriendos de las citadas dehesas para su mantenimiento.
Que se solucionó en parte en 1983, cuando se firma un importante convenio entre la Fundación y la Institución Cultural «El Brocense» (de la Diputación de Cáceres), según el cual ésta asume las deudas y las obras de acondicionamiento del edificio.
En 1991 la Biblioteca Concha abría de nuevo sus puertas al público, tras un cierre de diez años, durante los que se había procedido a la restauración del edificio, la dotación de mobiliario y los trabajos de catalogación de sus fondos bibliográficos.
En noviembre de 1998, la Biblioteca Concha cumple su primer centenario en pleno proceso de renovación del Patronato de la Fundación. Entre los actos del mismo, la colocación del busto de Antonio Concha, antes ubicado en el Parque Municipal, en el patio de la Fundación.
Un año exacto después, el Patronato de la Fundación Concha hace realidad uno de sus más queridos proyectos: se abre al público la Biblioteca Infantil.
Y, tras varios relevos en el Patronato, desde el 2001 preside el mismo don Carlos Zamora López, con la colaboración de un buen equipo.
En junio del 2002 cierran las últimas Escuelas del Cerro, pero seguirá la Fundación. Que recupera al año siguiente las mismas, tras la citada cesión a la Diputación. Atrás quedó la formación de miles de alumnos que un gran número de excelentes maestras se encargó de educar (imposible citarlas a todas…), lo que repercutió en el elevado nivel cultural de sus vecinos durante más de un siglo.
Tras varios años de trabajo, el 5-VII-2005 se inaugura el Museo Arqueológico de Navalmoral, instalado en la última planta de la Fundación. Gracias a un proyecto que presentamos a Arjabor, que éste nos aprobó, el Patronato apoyó y el gran arqueólogo Antonio González Cordero se encargó de dirigir.
Y así prosigue este buque insignia de Navalmoral, recordando un pasado glorioso y ofertando un sinfín de actividades culturales a sus convecinos. Por lo que, desde aquí, pediría a los mismos, Patronato y autoridades que soliciten la Medalla de Extremadura del próximo año para la benemérita, educativa y cultural Fundación Concha.