POR MARTÍN TURRADO VIDAL, HISTORIADOR Y CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DEL JARAMA (MADRID)
Torrelaguna es un pueblo de unos 4.500 habitantes que dista de Madrid unos cincuenta y ocho kilómetros. Tiene a sus espaldas una larga historia, reconocible aún en sus monumentos más destacados estén en pie o en ruinas.
En él se está desarrollando un interesante Foro de historia local, en cuyo marco fui invitado a dar una conferencia sobre “la organización y evolución de la Junta Revolucionaria en ‘la Gloriosa”, 1868’, que tuvo lugar el àsado viernes día 16 de diciembre del presente año en la Biblioteca Municipal, las antiguas escuelas de Montalbán.
Los grandes temas históricos suelen estar muy bien estudiados en su aspecto general y en aquellos lugares en que tuvieron lugar. Pero su repercusión, la onda expansiva que provocaron, corre el peligro de pasar desapercibida. Más aún, si la actuación de algún organismo es muy corta en el tiempo, como sucede en éste, en que la Junta revolucionaria local solamente actuó unos veinte días: desde el día 30 de septiembre hasta el 20 de octubre de 1868 en que se disuelve, dando paso a un Ayuntamiento Constitucional.
Como es sabido, la derrota de las tropas leales a la Reina Isabel II en la batalla del Puente de Alcolea fue el detonante para que la propia reina se exilara en Francia y se constituyeran en la mayoría de los pueblos y ciudades españoles más importantes españoles las juntas revolucionarias. En Madrid, por ejemplo se erigieron dos el día 30 de septiembre de ese año, que se fusionaron el día 7 de octubre.
Cuando la noticia llegó a todos los rincones de la provincia, fueron naciendo juntas en todos los pueblos. La de Torrelaguna lo hizo el día 30 en la sala consistorial del Ayuntamiento, en la que se juntaron unas cincuenta personas y a los gritos de ¡Viva la libertad! y ¡Abajo los Borbones! aceptaron, seguramente por aclamación, los nombramientos que alguien les iba proponiendo siguiendo una lista meticulosamente preparada de antemano.
Su actuación no dejó nada para la posteridad. En primer lugar se dedicaron a quitar los retratos de Isabel II en los lugares públicos; a sustituir a los empleados que habían huido por temor a represalias y a los dos vigilantes municipales; a impedir que siguieran desempeñando su función los guardas rurales. En otro orden de cosas intentaron recuperar la Biblia políglota que el Cardenal Cisneros había regalado al pueblo y se ocuparon los asuntos del día a día, como la reparación de un puente en el arroyo San Vicente en el actual camino de la Pañera.
Muy curiosa fue su relación con los presos. Había cinco de ellos detenidos en el depósito municipal, quienes el día 7 de septiembre habían pedido al Ayuntamiento su liberación y éste se la había denegado.
Después de constituida la Junta se dirigieron a ella alegando que estaban en aquella situación porque habían cometido desacato contra las autoridades isabelinas y que, en consecuencia eran presos políticos. La Junta les concedió la libertad.
Otro caso interesante fue el de un ciudadano que en 1860 se había marchado del pueblo. Se dirigió a la Junta porque estaba siendo molestado en el pueblo en que residía, pidiendo que se le diera un certificado de “buena conducta revolucionaria” y en el constara que “siempre había tenido ideas avanzadas”. Sería un caso de un revolucionario ex útero como calificaba a estos individuos Gabriel Maura.
La Junta se disolvió el día 20 de octubre, acatando una resolución del Ministerio de la Gobernación que ordenó que se disolvieran todas las juntas locales y que su lugar fuera ocupado por los ayuntamientos constitucionales.
Así se hizo en Torrelaguna: pero, excepto tres individuos que cesaron, el resto de los componentes de la Junta siguieron, pero ahora como alcalde y concejales del nuevo ayuntamiento.
A la exposición de todos estos datos, tras mis palabras, siguió un intenso diálogo, en el que participaron todos los asistentes a la conferencia. Salieron a relucir otros muchos detalles sobre los personajes que surcaron esta historia, así como sobre los lugares en que tuvo lugar. Por este diálogo tan vivo e intenso, resultó una experiencia muy positiva.