POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
La Gota de Leche fue el nombre dado a las instituciones creadas para remediar los problemas de desnutrición y alta mortalidad infantil en aquellas familias cuyas madres no podían amamantar y que no podían permitirse el lujo de tener nodriza. Surgieron a finales del siglo XIX. La idea original de esa institución procedía de Francia, donde el médico Dupont había creado la primera “Gota de Leche” en 1894; donde se preparaban biberones, de uso diario, para lactantes de las clases sin recursos; a la vez que inventan la técnica de esterilización de esos recipientes, mediante calor, como medida preventiva.
En España se introducen con el inicio del siglo XX y, así, en 1904 se abren las de Madrid y Barcelona. A las que seguirían otras progresivamente. Sin embargo, en Navalmoral tardaría cuatro décadas en llegar, tras unos pasos previos. Veamos:
Durante el trágico conflicto bélico que nos afectó notablemente, muy pronto se levantaron corazones y actuaciones en favor de los más necesitados. Así, en diciembre de 1936 se publica la «Ley de Protección al Menor»: según la cual, se destinaba el 1 % del Presupuesto Municipal a los niños desvalidos.
Poco después, en enero de 1937 y a propuesta don Agustín Carreño, el Ayuntamiento decide crear un comedor de Auxilio o Asistencia Social de FET y de la JONS, de acuerdo con la citada Ley, con uso preferente para los niños huérfanos totales (8 en aquellos momentos) y parciales (que siempre existen, por desgracia, pero que entonces abundaban más por culpa de la dichosa guerra), los menores abandonados (por idénticas causas), así como las numerosas viudas (por motivos naturales y represivos), ancianos sin familia o recursos, y necesitados varios. Sería el antecedente de La Gota.
La Gestora que dirigía el Ayuntamiento decide colaborar (ya que la mayor parte del gasto correspondía al Estado) con una ayuda de 100 pesetas mensuales y, a propuesta de Falange, nombra a dos concejales para que formen parte de la Comisión Administrativa del Comedor, cuya composición se completaba con un delegado (don José Casas Sánchez, veterinario) y un secretario (Florentino Martín González).
Por fin, el 6 de mayo de 1937 se inaugura ese comedor: en noviembre del mismo año ya atendía a 42 niños y 32 ancianos, y en abril de 1938 la cifra ascendía a 60 menores y 45 mayores (pues iban regresando muchos de los exiliados que se marcharon). Se eligió para ubicarlo sendos lugares: primero en el antiguo bar del difunto Urbano López Marcos (junto al Ayuntamiento); después en una casa de doña Ángela de la Calle (la viuda de don Francisco González Serrano, el farmacéutico), en la calle Antonio Concha (unos metros más debajo del Rollo). La idea fue muy bien acogida, y los alcaldes de la comarca quisieron imitarla (además, se dictaron órdenes en este sentido).
Pero, en Marzo de 1944, una vez que la Organización de Auxilio Social decidiò en 1940 crear aquí un centro con las características de la citada “Gota de Leche”, la Corporación (que presidía ya don Agustín) entrega a dicho organismo una esquina del prado de don Arsenio González de la Calle (donde se había comenzado ya a edificar el barrio de las Minas), con el fin de construir un edificio para ello: La Gota.
En el verano de 1945 se inician las obras, de acuerdo con los proyectos del arquitecto trujillano don Miguel López Pedraza, y con el nombre de «Centro de Alimentación Infantil». Además del solar, jornales y aportaciones personales, nuestro Ayuntamiento donó 32.500 pesetas (sin contar las cuotas mensuales que ya hacía). Después se dota este Centro, también, con el servicio de Maternología (para atender a embarazadas y niños recién nacidos), que en las viviendas anteriores no existían (pero sí en el Instituto Antipalúdico); y el de Puericultura, al frente del pediatra don Agustín Carreño, que también aplicaba las vacunas pertinentes (en algunos casos, camufladas en terrones de azúcar a cargo de Pilar Calderón, como a mí me dieron también en Montehermoso para prevenir la Polio y otras enfermedades…).
Como es lógico, a pesar de las atenciones prestadas a los niños y sus madres, me cuentan que eran insuficientes (entre otras cosas, solían dar un litro de leche a los infantes), por lo que el servicio era muy incompleto.
Pero, a pesar de sus limitaciones, lo cierto es que formó parte de la historia de Navalmoral, y aportó buenas ayudas en los «años del hambre«.
Hasta que, con la apertura del Ambulatorio (1954) progresivamente cierra y se destina a otros usos: escuelas, enseñanza de Adultos, sede de «ARJABOR» (con “Museo del Tabaco” y elaboración de puros artesanales por minusválidos, etc.).
Hoy, un modernista, singular y valorado edificio ocupa dicho solar; pero ya con fines culturales.