POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN)
Deshacer la casa de tus padres es el siguiente escalón a enterrarlos. Un duro trago que se hace con una mezcla de ternura, emoción y tristeza infinita. Es rescatar recuerdos, encontrar pequeños tesoros que no recordabas o que ni siquiera sabías que existían. Te sientes como un ladrón abriendo cajones cerrados con llave, como un intruso que husmea en intimidades ajenas. Encuentras tu propio pasado; recuerdos de tú infancia, de la de tus padres e incluso de tus abuelos, mezclados con trazas de tus propios hijos; fotos, dibujos, tarjetas recortes de periódico… podrías pasar días, semanas. Quieres terminar de organizarlo, pero también quieres que nunca acabe, que continúe como metáfora de aquel primer cordón umbilical, como esa última oportunidad de sentir su olor, todavía en los armarios llenos de su ropa.
Entre los papeles amarillos que durante siglo y medio se han guardado en viejos arcones de apolilladas tablas, se encontraba un cuaderno para escribir del guardia de primera Fermín Fernández Labrador, que principia el primero de abril del año 1856. En Alcalá la Real. Y tras la portadilla la declaración de intenciones: El honor es la principal divisa del Guardia Civil, debe por consiguiente conservarlo sin mancha, una vez perdido no se recobra jamás. 54 cuartillas en las que el guardia de primera Fermín Fernández Labrador, nos cuenta como era la vida en el cuartel de la Guardia civil de Alcalá la Real a mediados del siglo XIX. Las fechas extremas del cuaderno van desde primero de abril de 1856 a 25 de octubre del mismo año. Así en este trabajo vamos a conocer ese momento tan interesante del establecimiento de la Guardia Civil apenas nacida en nuestra ciudad.
La Guardia Civil se funda por Real Decreto de 28 de marzo de 1844, cuyas deficiencias fueron puestas de relieve por el duque de Ahumada, primer responsable y alma de la Institución. El resultado fue el Decreto de 13 de mayo, que es el que automáticamente pone en marcha al nuevo Cuerpo. De inmediato comenzó el reclutamiento, y los nuevos guardias fueron concentrados en los depósitos de Vicálvaro y Leganés, para ser instruidos en el cometido al que se les destinaba. El período de instrucción duró de junio a septiembre de ese año. Mientras, los jefes políticos habían confeccionado unos informes sobre sus distritos acerca de las necesidades del territorio en materia de Orden Público. A la vista de ellos, Ahumada efectúa el reparto de sus hombres y organiza los doce tercios peninsulares, cuyas capitales eran Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, La Coruña, Zaragoza, Granada, Oviedo, Cáceres, Pamplona, Burgos y Vitoria. Los tercios de Baleares y Canarias quedaban en proyecto. Para proceder a la distribución provincial se hizo el primer reparto de la fuerza el 25 de noviembre, pero fue modificado, y la planta inicial quedó definitivamente fijada el 20 de diciembre de 1844.
Andalucía oriental era la sede del 72 tercio. El 30 de octubre, procedentes de Leganés y Vicálvaro, sus efectivos se encontraban en la Zubia. De allí pasaron a Granada, desde donde se repartirían por el distrito: la 1ª compañía de infantería en Granada y provincia; dos secciones de la 2ª y una del escuadrón en Jaén; la 3ª compañía en Málaga; el resto de la infantería en Almería; el resto de la caballería se distribuiría más tarde. El reparto de los componentes de la Guardia Civil por las provincias atiende a tres directrices básicas: que todos los pueblos del reino estén adscritos a los puestos, que se cubran las cabezas de partido y que la diseminación no conduzca a la atomización. Se pretendía tener así una disposición adecuada a la índole del servicio que se iba a prestar.
En Alcalá la Real recaló el 7º Tercio, 2º Compañía, 5ª Sección, puesto de Alcalá la Real. Estaba conformado el puesto por cinco guardias. Sargento de segunda clase, Antonio Fernández González, de 30 años, casado y sin hijos, y de una estatura de 1 metro y 60 centímetros. El guardia de primera Fermín Fernández Labrador, soltero y de 25 años. Su estatura 1 metro y 63 centímetros. Y tres guardias de segunda: Esteban Navarro Romero, Salvador Puche Pelayo y Ciriaco Pérez Bretón; de 36, 38 y 28 años. Casados y con 4 hijos, sus estaturas oscilaban entre 1 metro con 55 centímetros a 1 metro 60 centímetros. Y todos de salud y conducta buena. Al mes siguiente Salvador será sustituido por Antonio Torres Palomino.
El Puesto De la Guardia Civil de Alcalá la Real dependía del coronel comandante de la provincia de Jaén que la regía Carlos Gardey; y se ubicaba en una casa alquilada propiedad del guardia primero Fermín Fernández Labrador, se pagaba por el alquiler 90 reales de vellón al mes. Los costes estimados del puesto alcalaíno solían ser desde algo más de ocho pesetas a unas cinco pesetas al menos de eso nos informa el cuaderno en los meses de marzo y abril del año 1856.
Por lo que respecta a el armamento que tenían los guardias del puesto de Alcalá la Real era el fusil de chispa de 1828. Declarado reglamentario el 7 de enero de 1828, seguramente el modelo de 1828 fue uno de los mejores fusiles de chispa y, sin embargo, es uno de los menos conocidos de su época. Numerosos elogios mereció este armamento entre los diversos tratadistas del siglo XIX. Juan Génova e Yturbe dice en su manual, Armas de Guerra: nuestro fusil modelo 1828 era de los más perfectos; soportaba sin inutilizarse 1400 disparos, las marras no llegaban al 2 por 100 y tenía un alcance de 900 metros, aunque el alcance eficaz no llegaba a la cuarta parte.
El fusil de chispa modelo 1828 era un arma de ánima lisa que se cargaba por la boca del cañón; utilizaba cartuchos con envuelta de papel, cargados con unos 11 gramos de pólvora negra, incluido el cebo, y bala esférica del calibre llamado de a 17 en libra, por la cantidad de balas de dicho calibre que tenían cabida en una libra de plomo, el peso de dicha bala era aproximadamente de 27 gramos y su diámetro ligeramente inferior a los 18mm.
Las circunstancias económicas, sociales y políticas debieron influir en la tardía adopción de un arma de tan excelentes características como fue el fusil de 1828. Una vez finalizada la Guerra de la Independencia en 1814 la situación del país era desastrosa, la industria había sido arrasada y los caminos resultaban impracticables. El fusil de 1828 fue producido, sobre todo, en las Reales Fábricas de Oviedo y Placencia. Las principales fábricas de armamento de la época estuvieron a cargo del Cuerpo de Artillería. En algunos de estos centros la dependencia de dicho cuerpo era total, mientras que en otros, la labor de los artilleros se limitaba a la inspección técnica de la fabricación. Existían distintas especialidades entre los armeros de las fábricas, así había maestros cañonistas, llaveros o chisperos, aparejeros, cajeros y bayoneteros. En fábricas como la de Oviedo o la de Placencia los distintos especialistas se organizaban en gremios. Los armeros solían poner su marca en las distintas piezas que aportaban al arma. En armas militares iba, además, una marca en forma de corona para indicar su pertenencia al Estado. Las armas examinadas en Placencia iban marcadas también con una P, las de Eibar con una E, una O indicaba la procedencia de la fábrica de Oviedo y una T de la de Trubia. También era normal indicar el año de fabricación.
Además cada guardia tenía un sable, cartuchos, corneta, piedras de chispa, en fin lo necesario para cargar el fusil.
Mucha era la actividad de los cinco componentes del puesto y muchos los servicios y bienes a la comunidad; vamos a relatar algunos de los que cuenta el cuaderno por parecernos mas interesantes. En nuestra comarca habían cuarteles en Alcalá, Martos y Valdepeñas de Jaén, dependiendo de Jaén en donde se encontraba un teniente coronel que era el comandante de la Guardia Civil en la provincia. La captura de desertores del ejercito, y fugados del presidio de Granada, eran una de las actividades más habituales. Se patrullaba por todo el término, incluyendo Castillo de Locubín y Frailes. Aquel año de 1856 tuvieron intervenciones en el Puente de Albuñón, En la carretera de Granada en la venta Moyano; por el camino que conduce a Montefrío en la Venta de los Agramederos y en la cuesta del Matorral, en el sitio llamado El Paletar; en el cortijo del Diablo y Río Blanco en Castillo de Locubín; Cortijo de la Torrecilla, el encinar, Venta de Matías; y en el camino de Alcaudete en el Chopo.
La Guardia Civil atendía a todo tipo de necesidades. La silla correo, procedente de Granada, había volcado y acudió en su auxilio la Guardia Civil, quedando muy agradecidos el conductor de la caballería y los pasajeros. También acuden a tareas humanitarias como la del hombre que se hallaba enfermo de un ataque en el cerebro, lo trajeron hasta la ciudad y además le dieron 30 reales para auxiliarlo en su enfermedad. Aunque el caso mas significativo es el que transcribimos a continuación: Excelentísimo señor: el que suscribe, vecino de esta población, no pudiendo ni debiendo pasar y debiendo desapercibir un hecho altamente humanitario y que tanto liqura a los beneméritos individuos de la Guardia Civil del digno mando de Vuestra Excelencia, se toma la libertad de hacerle el siguiente relato. Habiendo dado su esposa a luz un niño y hallándose el que suscribe en el último estado de pobreza por depender de su trabajo únicamente y el cual ha faltado por espacio de un mes que de hallaba de temporal de aguas y nieve, no contaba absolutamente ni para cristianar al recién nacido, ni para alimentar a su desgraciada madre; pero noticioso de la situación del que relata, el sargento segunda de infantería Antonio Fernández González, comandante de la fuerza de este puesto, acudió presuroso y preguntó a la enferma el estado en que se hallaba sirviendo de padrino al niño y pagando todos los gastos y además dando cuanto pudo para socorrer a la madre quien así como el que suscribe no hallan presiones suficientes a demostrar su agradecimiento al filantrópico proceder del sargento Antonio Fernández. Lo que tengo el honor de manifestar a vuestra excelencia para su conocimiento y fines convenientes. Dios guarde a vuestra merced… Alcalá la Real 28 de mayo 1856. El guardia primero Fermín Fernández Labrador.
Ante el aumento de población el puesto de Alcalá la Real creció en número de guardias, y a principio del siglo XX, Alcalá contaba con un puesto de la Guardia Civil mixto de caballería e infantería, en el que servían diez y seis guardias, correspondientes al octavo tercio y comandados por un oficial que vivía en Alcalá la Real.
Este documento es clave pues nos aporta la fecha desde que la Benemérita se encuentra en la localidad, y los nombres de aquellos primeros guardias y otra serie de datos que vienen a enriquecer la historia local.
Fuente: https://mteresamurcia.com/