POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE XIXONA (ALICANTE).

Hacia 1425 las relaciones entre las coronas de Castilla y Aragón eran sumamente tensas. La firma del tratado de Torre de Arciel de 1425 supuso una ligera victoria para los infantes de Aragón en contra del rey de Castilla Juan II y su valido don Álvaro de Luna. Así una parte de la nobleza castellana encontró el momento propicio para formar alianza con los infantes de Aragón y oponerse a la política de reforzamiento de la monarquía castellano-leonesa ejercida por don Álvaro de Luna.

De esta forma el comendador de Otos llegó a Tarazona para felicitar al infante de Aragón, don Enrique y llevarle sendas misivas de los maestros de las órdenes de Alcántara y Calatrava en la que pedían su apoyo y el de su hermano don Juan, rey consorte de Navarra contra el Condestable  de Castilla don Álvaro de Luna. Esta propuesta fue muy bien recibida por los infantes de Aragón en su pulso contra el valido del rey de Castilla. Así el 4 de noviembre de 1426 se firmó en Orcila (un poblado cercano a Medina del Campo) un pacto al que se unieron otros nobles castellanos. Con el objetivo de presionar al rey Juan II, el infante de Aragón don Enrique movilizó sus tropas desde Ocaña, junto con las de los maestres de las órdenes militares de Alcántara y de Calatrava para dirigirse a Zamora, donde estaba la corte y luego a Valladolid, donde se instaló en agosto de 1427. A esta movilización también acudiría su hermano el rey de Navarra y el resto de nobles que habían firmado el pacto de Orcila. Todos ellos exigieron al rey Juan II que desterrara de la Corte a don Álvaro de Luna. El rey no vio más solución que atender a la demanda y el 5 de septiembre de 1427 ordenó el destierro de Condestable de Castilla durante año y medio.

Don Álvaro de Luna apenas estuvo desterrado cinco meses , puesto que el 6 de febrero de 1428 regresó a la corte en Segovia donde fue bien recibido debido a las divisiones surgidas en la facción de los infantes de Aragón.

Poco meses después las tornas cambiaron y Juan II de Castilla más bien fortalecido pidió a los infantes que abandonaran la corte, don Enrique debía marchar hacia la frontera con Granada y don Juan regresar al reino de Navarra, puesto que dos meses antes se había firmado en Tordesillas un pacto de alianza y paz entre las coronas de Castilla, de Aragón y de Navarra. Parecía que la paz llegaba al fin al reino de Castilla. Sin embargo no fue así el rey de Castilla, Juan II no era partidario de cumplir con el pacto de Tordesillas, ya que don Álvaro de Luna disponía de un plan para doblegar al partido aragonés en Castilla. La idea pasaba por reclutar un ejército para lo que el rey Juan II consiguió el acuerdo de las Cortes de Castilla reunidas en Illescas en enero de 1429 para crear un tributo de 40 millones de maravedíes con el pretexto de atacar al reino de Granada.

Los planes militares castellanos inquietaron a los reyes de Navarra y Aragón que los interpretaron como el paso previo para que Castilla revocara los acuerdos de Torre de Arciel y como un ataque a los infantes de Aragón. Por ello decidieron tomar la iniciativa. Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón se negó a ratificar el acuerdo de Tordesillas y el infante de Aragón, don Juan, rey consorte de Navarra comunicó al embajador castellano que tenía algunas quejas. El 15 de marzo de 1429 los reyes de Aragón y Navarra se reunieron en Tudela para buscar fórmulas para atraer a la nobleza castellana a su causa. Sin embargo al rey de Castilla la noticia que le llegó de esta reunión era que se había acordado la entrada en su reino sin su aprobación. Por ello acordó formar un ejército de 2000 hombres que sería rápidamente enviado a la frontera y enviar una embajada a los reyes de Aragón y de Navarra comunicándoles su negativa a que entraran en Castilla. Seguidamente atacó las posesiones en Castilla del infante de Aragón, don Juan y la de sus partidarios. El 29 de mayo tomó Portillo y posteriormente Medina del Campo, Olmedo y Cuéllar, todas ellas en el medio Duero. El 23 de junio comenzó la invasión de Castilla y lo que había comenzado como un conflicto interno terminó como una guerra entre reinos.

El 24 de junio de 1429 Juan II de Castilla declaró la guerra a la coalición formada por los reyes de Aragón y Navarra.  Fue un movimiento valiente y decidido que consiguió que prácticamente toda la nobleza castellana se agrupara alrededor del rey, entre ellos gran parte de los partidarios de los infantes de Aragón.

Los reyes de Navarra y de Aragón nada más cruzar la frontera y perdido el apoyo de los nobles castellanos aceptaron la mediación de su hermana, la reina María, casada con Juan II. Aceptaron la promesa de don Álvaro de Luna de que las posesiones de los infantes de Aragón serían respetadas y de que el rey castellano anularía la declaración de guerra. Sin embargo, estas promesas no detuvieron el conflicto.

Dos meses después de esta declaración la amenaza de un posible ataque castellano a la frontera del reino de Valencia y en especial a la villa de Xixona se hizo evidente.  En septiembre de 1429 las tropas castellanas sitiaron Caudete, que fue socorrido por los vecinos de Biar y una hueste mandada por mossén Juan Tolsà, gobernador de Xàtiva. Seguidamente las tropas de Juan Tolsà se encaminaron hacia Villena, pero cuando estaba a punto de sitiarla tuvo que marchar hacia Requena para hacer frente a la entrada de un contingente castellano. Los vecinos de Biar persiguieron a los castellanos hasta Yecla, que fue saqueada.

Las primeras medidas tomadas desde la cancillería real irán destinadas a proteger el castillo de Seixona al ser puerta de entrada y salida del reino de Valencia. Para ello se reforzó la seguridad de la fortaleza aumentando el número de defensores y asegurando la cadena de mando y ordenando la continuación de las reformas arquitectónicas de la fortaleza.

Así el 10 de septiembre de 1429 el Baile General envió una misiva destinada al justicia y jurados de la villa de Seixona ordeándoles “que para la guarda del castillo de esa localidad, y teniendo en cuenta la guerra que el rey de Castilla ha declarado al rey de Aragón, se proceda a que dentro del castillo haya dos buenos hombres de día y seis de noche”.

La gobernación de Orihuela era zona fronteriza con Castilla por lo que también se vio afectada por estas escaramuzas de frontera.

Una vez que Juan II ocupó prácticamente todas las posesiones de los infantes de Aragón, excepto Alburquerque (Badajoz) donde se habían resguardado los infantes de Aragón don Enrique y don Pedro, se procedió el 17 de febrero de 1430 a su reparto entre la nobleza castellana que le había apoyado. Mientras tanto los reyes de Aragón y Navarra habían buscado la mediación del rey de Portugal poniendo como condición que no fueran atacadas ni las posesiones ni las personas de la reina, su madre, ni la de los infantes de Aragón, sus hermanos. Como respuestas Juan II confirmó el reparto de las posesiones conquistadas a los infantes de Aragón.

Los reyes de Aragón y Navarra entraron en Castilla para acudir en socorro de sus hermanos sitiados en Extremadura y enviaron una embajada al rey Juan II para conseguir una tregua y proponer la devolución de las propiedades de los infantes de Aragón y de su madre. El devenir de la guerra no fue favorable a los intereses reales aragoneses por lo que el miedo fue incrementándose y el 5 de julio de 1430, cuando el fin de la guerra estaba muy cercano el Baile General volvió a remitir una carta al justicia y jurados de la villa de Xixona reiterando la vigilancia de castillo. Por ello pidió que “En Johan Pina, En Domingo Català, En Francesch Català y En Lois Català, no se les obligue ni fuercen a pagar, ningún derecho, ni menos a guardar la villa, ya que ellos están y habitan en el castillo y lo defienden, lo que es primero y principal”. Ese mismo día en otra carta se apremia a que continuen las obras de reparación del castillo: “que prosigan sin dilación las obras de restauración del castillo, decididas de nuestro acuerdo hace tiempo pero que con excusas han ido aplazando, en caso contrario, procederá contra ellos”.

Finalmente se llegó a un acuerdo firmado el 16 de julio de 1430 en Almajano (Soria),que fue conocido como las treguas de Majano. Como la posición de fuerza era castellana la victoria en la negociación también; puesto que el rey de Castilla no devolvió las posesiones de los infantes de Aragón ni tampoco les otorgó ninguna compensación en metálico por esa usurpación. Sólo se llegó al acuerdo de que al finalizar los cinco años de la tregua unos jueces resolverían las reclamaciones de los infantes de Aragón. Juan II se comprometió a respetar las tierras y vasallos que en aquel momento estaban bajo su protección. Estos términos tan duros fueron aceptados por los reyes de Aragón y de Navarra, debido a su debilidad militar, por su parte los infantes de Aragón, Enrique y Pedro que seguían resistiendo en Alburquerque se negaron aceptar esta tregua y durante dos años más siguiendo luchando por Extremadura. Pero en julio de 1432 el comendador de Alcántara los traicionó y el condestable Álvaro de Luna consiguió atrapar al infante Pedro obligando al infante Enrique a entregar las armas y abandonar Castilla a cambio de la libertad de su hermano. Finalmente el infante Pedro fue entregado al rey de Portugal, que había actuado como mediador. En 1432 los dos hermanos Enrique y Pedro partieron de Lisboa rumbo a Valencia, para después embarcarse hacia Italia para encontrarse con el rey aragonés Alfonso el Magnánimo.

El 17 de agosto de 1430 antes de que las fuerzas contendientes supieran del cese de las hostilidades una flota castellana intentó sitiar la importante plaza de Alicante. Sin embargo la decida actuación de Pero Maza hizo que se embarcaran y abandonaran el ataque.

Las obras del castillo prosiguieron en 1430, pero a su propio ritmo. Conocemos que el 2 de diciembre de dicho año el Baile General ordena a los justicias y jurados de la villa que vayan “inmediatamente alguno de ellos para recibir el dinero con que Domingo Catalá, mestre de obras de villa, pueda seguir sus trabajos en el castillo, que tan necesarios son”.

El 13 de diciembre de 1429 el rey Alfonso V nombró alcaide del castillo a Pedro Siscar en sustitución de Francisco de Ariño, fallecido hacía poco tiempo. Con posterioridad el propio rey ordenó que se vaya a Seixona a dar posesión del cargo de alcaide a Pedro Siscar y a recibir su juramento. Por su parte Pedro Siscar no desaprovechó el tiempo puesto que el 1 de enero de 1431 nombró a un subalcaide.

La principal repercusión de este enfrentamiento entre las potencias ibéricas fue recordar a los reyes de Aragón la importancia estratégica del castillo de Xixona, situado en la frontera entre Castilla y Aragón y la necesidad urgente de reformarlo. Por ello a lo largo del siglo XV se va a realizar una importante operación de restauración y remodelación de la fortaleza jijonenca, cuyos primeros pasos fueron consecuencia de esta lucha.

FUENTE:https://bgarrigos07.wordpress.com/2023/06/06/la-guerra-entre-castilla-y-aragon-en-1429-30-y-xixona/