POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Torpedeados los vapores españoles “Sebastián” y “Ceferino” con sal de Torrevieja
Vapor español “Sebastián”, de 4.500 toneladas, matrícula de Bilbao, fue torpedeado por un submarino alemán a 29 grados y 11 décimas de latitud Norte, cerca de las islas Canarias.
El buque había salido el 25 de julio de Torrevieja con cargamento de 3.200 toneladas de sal para Nueva York (Estados Unidos) y el sumergible lo hundió, diciendo sus tripulantes que lo hacían por llevar contrabando de guerra.
Los marinos españoles contestaron que ignoraban que la sal fuese contrabando de guerra. El comandante del submarino permitió a la dotación del barco proveerse de víveres y pertrechos necesarios. A continuación el submarino remolcó a los dos botes con las treinta personas que componían su tripulación 40 millas, dejándoles a 30 del puerto de Taracorto (Canarias).
Por esas mismas fechas se publicaron noticias relativas a torpedeamiento de otro buque español. Se trataba del vapor “Ceferino”, de la matrícula de Barcelona, también con cargamento de sal de Torrevieja, y que iba en dirección a la colonia inglesa de Penang.
El “hundimiento” del bergantín goleta “Joaquina”
El bergantín goleta llamado “Joaquina”, está aborlado con sistema llamado “clipado”, tiene 36,46 metros de eslora, 8,54 m. de manga y 4,06 metros de puntal. De carga tiene un tonelaje de registro de 333 toneladas brutas y 316 netas. En el año 1912 lo adquiere Vicente Chapaprieta, padre del político Joaquín Chaparieta, y en el mes de marzo de 1918, en un viaje de retorno de la isla de Cuba con su cargamento de maderas de caoba, es torpedeado por un submarino alemán a la altura de las islas Canarias. El barco lo mandaba en ese viaje el capitán Francisco Perelló, natural de Valencia, aunque residente en Santa Pola.
La “Joaquina” salió del puerto de Alicante para la isla de Cuba, cargado de teja. Una vez arribado a la isla caribeña, descarga la teja en el puerto de Manzanillo y carga 450 toneladas de madera de caoba, con destino a España e inició la navegación de regreso. La madera estaba asegurada en 50.000 duros.
En la mañana del 15 de marzo, a unas 500 millas de Cabo Espartel, cerca de las islas Canarias, vieron desde el “Joaquina” un submarino alemán que, sin aviso previo, a la diez de la mañana, interceptó el buque haciendo tres disparos. Los nueve marineros de la dotación, junto a su capitán, abandonaron el buque en uno de los botes auxiliares que llevaban.
Describe Albaladejo Costa que al embarcar en él, el comandante del mismo les pidió la documentación, manifestándole al capitán de la “Joaquina” que tenía 30 minutos para volver a su barco y hacer abandono de él, porque iba a ser torpedeado. Regresaron a la “Joaquina” y tiraron a la mar el otro bote auxiliar, embarcaron lo que estimaron más necesario en ellos, y la tripulación, en dichos botes, se fue alejando de su barco.
A continuación, el submarino continuó disparando hasta hacer once blancos, quedando la “Joaquina” destrozada.
Todavía muy cerca del “Joaquina”, vieron, con horror, como el submarino empezó a disparar, hasta hacer once blancos, comenzando a caer la arboladura del barco. Poco a poco, se fue hundiendo, no haciéndolo del todo por ir cargado de madera.
En principio tienen la suerte de que la mar estaba bastante en calma. Con unos trozos de lona que embarcaron, hicieron una pequeña vela para cada bote que además iban unidos por un cabo, como si de un remolque se tratara. No siendo la solución, porque la costa más próxima estaba a cientos de millas de ellos y difícilmente había posibilidad de llegar a ella.
Según Albaladejo, tres días después, la calma desapareció y el tiempo empezó a empeorar. Al amanecer de este tercer día, uno de los tripulantes le pareció ver en el horizonte como humo, que se elevaba hacia el cielo, desde la superficie del mar; se lo comunicó al resto de los hombres y al parecer alguno de ellos lo vio.
El humo dejó de verse y el desconsuelo llegó a toda la tripulación. El tiempo continuó empeorando. En la tarde, de nuevo se volvió a ver el humo y poco a poco se pudo apreciar con mayor intensidad: hasta que, en el horizonte, se vieron las siluetas de tres vapores, dos noruegos y uno inglés, que se iban acercando a ellos. Al llegar a donde se encontraban los dos botes, auxiliaron a sus dotaciones y los embarcaron a bordo de uno de los buques noruegos, a los tripulantes de uno de ellos, y, en el de bandera inglesa a los del otro, Albaladejo asegura que, según observaron los marineros, iba armado, con algunos cañones.
La causa de verse el humo y después perderse, es a que aquellos vapores, en vez de hacer una navegación, con rumbo fijo, iban cambiando de dirección con alguna frecuencia.
Continua Albaladejo explicando que el submarino alemán que atacó al “Joaquina”, al parecer esperaba a aquellos tres vapores; pero, debido a la navegación que hacían, tardaron en llegar al lugar donde les esperaba el submarino, tres días después de lo calculado por su comandante.
Los vapores entraron en el puerto de Gibraltar y allí desembarcaron a los tripulantes de la “Joaquina”.
La noticia del naufragio fue transmitida telefónicamente por Joaquín Chapaprieta Torregrosa al consignatario de la “Joaquina”, Juan Mas, desde Madrid, dando cuenta de que el cónsul de España en Gibraltar le había comunicado la noticia del hundimiento. En la mañana del 21 de marzo los náufragos, todos de Torrevieja, llegaron a Alicante, menos el capitán que quedó en Gibraltar echando la protesta consiguiente.
En los días en que todo esto sucedió Vicente Chapaprieta se encontraba enfermo, ignorando en los primeros días lo sucedido a su barco, siéndole comunicada tan triste noticia por su hijo Joaquín. El armador del barco se puso enseguida en contacto con Juan Miró, representante en Alicante de la compañía aseguradora, al que más tarde le escribe la siguiente carta de agradecimiento:
“Alicante, 19 de Abril de 1918
Sr. D. Juan Miró
Muy señor mío y amigo: Como al ocurrir el torpedeamiento de mi buque “Joaquina” publicó la prensa de esta región que tanto el seguro del buque como el de la mercancía lo efectué, como de costumbre, en su acreditada agencia, créome en el deber de manifestar públicamente también mi reconocimiento y satisfacción por sus excepcionales oficios como agente asegurador, así como por la actividad e interés desplegados en la liquidación y pago del siniestro efectuado el mismo día que presenté la reclamación y poderes.
Le felicita y se complace en testimoniarle su reconocimiento, su affmo. amigo y s.s.q.s.m.e.
Vicente Chapaprieta”
Al paso del tiempo, es encontrada la “Joaquina”, siendo remolcada a puerto. Joaquín Chapaprieta Torrregrosa, en la sesión del Senado, celebrada el 23 de julio de 1919, entrega a la Mesa una comunicación rogando se pidiera al ministro de Marina el envío a la cámara el expediente del hallazgo y salvamento del bergantín goleta en Las Palmas.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 7 de septiembre de 2013